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Jueves, 25 de Abril de 2024

La iglesia del año de Puebla se encuentra en Huauchinango

La designación fue hecha para el Santuario de Jesucristo en su Santo Entierro.
Miércoles, 14 de Octubre de 2015 19:33

Huauchinango, Pue.- El párroco de Huauchinango José Gustavo Corona Ortega y el alcalde Gabriel Alvarado Lorenzo recibieron el reconocimiento como la “Iglesia del Año” otorgado por la Secretaría de Turismo del estado al Santuario de Jesucristo en su Santo Entierro, que forma parte del Convento Agustino fundado en 1543 por el fraile Juan Bautista de Moya.

La nominación entregada es el resultado de una votación convocada en las redes sociales para escoger al templo católico más bonito de la entidad, de los que el Santuario hecho en sus inicios de cal y canto y tejamanil, obtuvo 3 mil 328 votos.

El viejo convento estaba constituido por una capilla de bóveda donde se celebraban los oficios y el claustro conventual, los dos de estilo neoclásico. Es en el antiguo claustro donde se ubica el lugar en el que el pueblo católico venera la estatua del Santo Patrono de Huauchinango: Nuestro Señor Jesucristo en su Santo Entierro.

El templo ha sobrevivido a varios incendios, el primero suscitado el 3 de mayo de 1772, cuando según el historiador Sandalio Mejía Castelán, se quemó el archivo; hubo uno más el 2 de junio de 1842, exactamente en un Jueves de Corpus; la más reciente deflagración ocurrió el 20 de diciembre de 1946 cuando se incineró la techumbre de madera y varios altares.

“Un cirio no apagado. El exceso de veladoras. O la obra de un pirómano. Nunca se supo. Algunos piensan que una veladora mal colocada cayó junto al bello retablo colonial del altar mayor, y de allí se propagaron las llamas. La madera labrada con fina ebanistería realizada bajo la supervisión de los frailes agustinos fue lo primero que empezó a quemarse”, contó el historiador y lingüista Guillermo Garrido Cruz.

Para combatir el fuego se hizo una cadena humana en la que participaron, entre otros Tirzo Domínguez, Carlos Vargas, Faustino Pérez y Joel Vargas, que organizaron el pase de cubetas con agua extraída de la fuente del Jardín Central y de los baños “San Juan”. La larga fila incluyó también a “las sexoservidoras de la famosa casa ’non sancta’, pero en ese momento eso no era trascendental, lo que importaba era salvar de las llamas la imagen del patrón Santo Entierro”, relató Garrido.

Mientras que el 20 de marzo de 1913, de acuerdo con la misma fuente, “un viento huracanado derribó parte del segundo cuerpo de la torre norte, con la consecuente caída de varias campanas al interior del templo, que dañaron el coro y el cancel del vestíbulo”. Días más tarde, debido al peligro que representaba se tuvo que derribar la totalidad del campanario.

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