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Viernes, 29 de Marzo de 2024

Huauchinango despide a Don Cuco, su heladero más antiguo

Don Cuco dejó de existir a 14:45 horas miércoles 1 de junio y la tarde de este jueves fue despedido por sus familiares y amigos en el Panteón Colinas de la Paz.
Jueves, 2 de Junio de 2016 18:33

Huauchinango, Pue.- El heladero más popular de Huauchinango, Refugio Rojano Guarneros, “Don Cuco”, murió este miércoles. La fama le llegó no sólo por el nombre que puso a su negocio, o por el sabor y calidad de sus nieves, sino porque conocía por su apelativo a casi todos los que caminaban junto a él por las calles del centro donde, con un carrito de madera pintado de verde y rojo, cargaba la garrafa de aluminio de sus postres.

Don Cuco dejó de existir a 14:45 horas miércoles 1 de junio y la tarde de este jueves fue despedido por sus familiares y amigos en el Panteón Colinas de la Paz, ubicado en la zona alta de la cabecera.

En una entrevista para este medio de comunicación, el personaje compartió que después de sufrir la pérdida de su padre, dejó su ciudad natal Apizaco, Tlaxcala y se mudó a Huauchinango en el año de 1951.

Lo que aquí se encontró fue un poblado lleno de neblina y chipi-chipi en el que había “28 días de lluvia” y no le veían la cara al sol.

Aunque no nos dijo si el clima frío y húmedo fue lo que lo inspiró pero pronto inició una actividad económica que le dio identidad y peculiaridad a la gastronomía huauchinanguense: se le ocurrió la idea de elaborar y vender nieves y helados en rústicos barquillos de harina con manteca y sabor a canela, que él mismo elaboraba y cocía en una plancha muy caliente, ya fuera en la estufa o en un brasero con carbón.

La gente lo recuerda por sus helados de “Nescafé” y de cacahuate que, a decir de él mismo, fueron los primeros sabores que vendió por las calles de Huauchinango, ayudándose de una tina de plástico que cargaba en la cabeza.

En la década de los sesenta decidió cambiar la forma de ofrecer sus helados y construyó  un carretón de madera con una llanta y largos brazos que le facilitaron su tarea.

Con nostalgia, mencionó que antes de llegar a la esquina del Jardín de la Reforma en Huauchinango, lugar en el que vendió hasta que el cuerpo se lo permitió, se ponía en las calles de Matamoros casi esquina con Manuel Ávila Camacho; en el crucero que forman las calles de Cuauhtémoc y Corregidora, frente a la tienda de don Cristóbal Ánimas, justo afuera de la casa de la maestra de música Gloria Téllez de Carranza.

Afuera del restaurante “La Esquina” de Don Celestino Castelán; y en las calles Degollado e Hidalgo, donde vivía Don Zacarías Velázquez, “frente a Teléfonos”.

Eran los años sesenta.

También le endulzó la vida a los pequeños que asistían al kínder Gregorio A. Salas –el único que había en el pueblo hasta esa misma década -. Ellos esperaban la hora de la salida, marcada por el sonido de una pequeña campana, para comer un helado de “Don Cuco” que ya los esperaba tras la reja y, cuando no llevaban dinero, les fiaba los postres y más tarde pasaba a sus casas para cobrar a los papás.

Las nieves de Don Cuco se vendieron de igual manera en poblaciones vecinas como  Xicotepec, en Tenango de las Flores municipio de Huauchinango y en Necaxa y Nuevo Necaxa del municipio de Juan Galindo. Y cuando hacía mucho frío, elaboraba polvorones de vainilla que llevaba a vender en una canasta ovalada a la entrada del Mercado Municipal.

Refugio Rojano Guaneros fue galardonado en los festejos del centenario de la Revolución Mexicana y Bicentenario de la Independencia durante el festival de la ciudad de Huauchinango. Recibió el reconocimiento y, luego, compartió, con todo el que quiso, unos ricos tacos y un helado.

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