Feria de la enchilada y la cecina en Huauchinango resulto todo un éxito

Huauchinango, Pue.- Un platillo enraizado en los siglos XVIII y XIX con el auge de la arriería en la región, reunió a huauchinanguenses y visitantes que degustaron en el Jardín Reforma de las sabrosas enchiladas preparadas durante tres días por una veintena de mujeres y sus familias que de manera tradicional y algunas por herencia las elaboran todos los días a la hora de la cena.

Dos toneladas de tortillas, una tonelada de masa de maíz, una tonelada y media tomate verde, 300 kilos de chile serrano, 600 kilos de tomate rojo, media tonelada de cebolla, más de 500 lechugas, 200 coles, 500 kilos de papa, 300 kilos de frijol, 500 pechugas de pollo, media tonelada de queso añejo, media tonelada de carne de res para deshebrar, se consumieron durante la celebración de la primera Feria de la Enchilada y la Cecina en Huauchinango.

Aunque las autoridades municipales que organizaron el evento no han dado a conocer la cantidad de personas que participaron en esta fiesta gastronómica, ya entregaron reconocimientos  a las mujeres que se distinguieron por su sazón en distintas categorías: el primer lugar en tostadas lo obtuvo Antojitos Lupita y el primer lugar en enchiladas fue para Antojitos La Güera.

La variedad de las preparaciones bañadas con una salsa caldosa, cuyo secreto en la elaboración proviene de la combinación de los caldos de pollo, res y cerdo, no se limitó a esas presentaciones: también hubo quesadillas de sesos, pollo en chiltepín, a la mexicana y queso; molotes de papa y picadillo, taquitos dorados y mejorales –unos itacates fritos que se hacen revolviendo papa y masa, para terminar en una deliciosa especie de ñoquis mexicanos-. Todo salpicado con queso añejo, cebolla, col, lechuga y rábanos picados.

Los platillos se acompañaron con cecina, huevo hervido, pollo frito, patitas de cerdo en vinagre o de pollo en chiltepín o chile mora, además de café y ponche caliente.

El Festival también sirvió para recordar los tiempos en que en los portales del centro de Huauchinango, decenas de mujeres, entonces llamadas “chimoleras” alimentaban a los arrieros que pasaban –de ida o de regreso- con su recua de mulas cargadas de mercancía hacia el puerto de Tuxpan o la capital del país que dio origen al platillo y a la ocupación que da de comer, literal y metafóricamente a decenas de familias de este lugar.

Cabe mencionar que en la festividad se presentaron artistas regionales, ballets de distintos géneros, grupos de música popular, tríos de huapango y las niñas Voladoras de los Hermanos Águila.

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