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Domingo, 10 de Noviembre de 2024

El Padrino y general Cienfuegos, su socio ejecutado, el H-2, y el almirante Soberón

¿De verdad Peña Nieto no sabía nada? Si no sabía, qué mal
Sábado, 17 de Octubre de 2020 09:34

Asumamos, para efectos de esta columna, que el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, fue un funcionario corrupto, aliado de criminales. Un narco con cuatro estrellas y uniforme verde olivo. Asumamos que, al menos entre 2015 y 2017, estaba al servicio de lo que el Departamento de Justicia de Estados Unidos llama hoy el cártel H-2, que en realidad era una derivación, en Nayarit y el sur de Sinaloa, del cártel encabezado por los hermanos Beltrán Leyva.

Casas y autos de lujo forman parte de la fortuna que hizo Salvador CienfuegosEstos son los delitos que se le imputan a Salvador CienfuegosAsumamos que el general Cienfuegos, también conocido en el mundo criminal como “El Padrino”, según lo asentado en el expediente en su contra, es un ser codicioso, como se lee en la acusación, y asumamos que por dinero, y no por miedo, se alió con el crimen organizado.

Por tanto, las primeras preguntas que tengo, son estas:

-¿No sabía el presidente Peña Nieto que el hombre que comandaba al Ejército y a la Fuerza Aérea era corrupto? ¿De verdad no sabía nada? Si no sabía, qué mal, que miedo que un presidente de México no sepa que el narco está enquistado en la cúpula militar. Y si sabía, peor, porque entonces fue cómplice, al menos por omisión.

-¿No sabía nada el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, secretario de Marina en el sexenio pasado? ¿O más bien sí sabía, como me aseguran fuentes de la Marina, y por eso un grupo de élite de marinos abatió en la colonia Lindavista de Tepic, la noche del jueves 9 de febrero de 2017, al capo conocido como “El H-2”, a Juan Francisco Patrón Sánchez, que encabezaba en Nayarit una célula de los Beltrán Leyva, y que justamente usaba en la plaza su insignia, retomada ahora por el Departamento de Justicia: H-2?

No fue cualquier enfrentamiento el de aquella noche: por la capacidad de fuego que le adjudicaban al H-2, un helicóptero artillado de la Marina participó en el operativo. Las imágenes fueron impresionantes: la estrategia no parecía diseñada para atrapar al criminal, sino para fulminarlo. Y así sucedió (https://youtu.be/A33jZ-btUvs): como si fuera una película de Hollywood, desde el aire los marinos bañaron de plomo el lugar. La Marina informó que fallecieron “ocho presuntos infractores de la ley, entre ellos Juan Francisco “N”, quien era cabeza de una organización delictiva que opera en todo el país, específicamente en el estado de Nayarit”. Ningún marino fue herido.

-Entonces, ¿sabía el almirante de las actividades criminales de Cienfuegos, guardó silencio, y actuó? ¿O se lo informó al Presidente y Peña Nieto le dio luz verde para acabar con el H-2? ¿O le informó al Presidente y éste le dijo que no hiciera nada, pero de todas maneras él operó? ¿O aliado con Cienfuegos, que estaba harto de exigencias del H-2, aceptó ejecutarlo?

Tiene mucho que informar el ex secretario Soberón, pero también el almirante José Rafael Ojeda Durán, actual secretario de Marina. ¿O tampoco sabía nada, a pesar de que las labores de inteligencia suelen ser muy eficientes en la Marina?

Cabe recordar aquí que Cienfuegos, como General de División, fue comandante de la Quinta Región Militar asentada en Jalisco, la cual incluye a Colima, Zacatecas, Aguascalientes… y Nayarit. Sí, Nayarit del H-2. Eran los tiempos, fíjese bien, de Felipe Calderón. De Calderón y… exacto, de Genaro García Luna. Ni más, ni menos.

-Y el actual secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval González, ¿tampoco sabía nada? Mal que no estuviera enterado. ¿O sí supo y calló, en acatamiento de la lealtad y disciplina militares? Si fue así, mucho peor.

Como sea, estamos jodidos: nos han dejado en ridículo a los mexicanos que siempre hemos valorado y defendido a las Fuerzas Armadas (mi bisabuelo, Luciano Becerra, fue militar y como cadete peleó en el Castillo de Chapultepec… contra los gringos).

Carajo…

BAJO FONDO

Los estadounidenses tampoco tienen mucho de qué enorgullecerse…

-¿Nadie sabía nada de Cienfuegos en Estados Unidos hasta el año pasado, cuando el 14 de agosto se pidió su captura mediante una acusación del Departamento de Estado en la División Criminal de la Corte de Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, a través del expediente número 19-366 (CBA)?

Mire usted: hace apenas poco más de dos años, el 20 de septiembre del 2018, un año después de que presuntamente terminó de cometer sus fechorías (la acusación en la corte dice que delinquió entre 2015 y 2017), el general Cienfuegos recibió el premio “William J. Perry”, de “Excelencia en Seguridad”, otorgado… ¡por la Universidad de la Defensa Nacional de los Estados Unidos!

¿La élite militar de Estados Unidos no sabía nada de sus actos? Qué mal. ¿O sabía y lo calló? ¿Lo sabía y no le informó a la DEA? En cualquier caso, qué vergüenza, porque galardonaron a quien, según la acusación en la Corte de Distrito, para ese entonces ya había conspirado con sus socios narcos a fin de meter a Estados Unidos al menos un kilo de heroína, cinco kilos de cocaína, 500 gramos de metanfetaminas, y una tonelada de mariguana, según lo asentado en el expediente en su contra.

De eso lo acusan: de meter esa droga y de lavar una cantidad no determinada de dólares y pesos, a través de un número no señalado de transacciones financieras.

Así que los señores del Departamento de Defensa de Estados Unidos galardonaron a Mr. “Excelencia en Seguridad”, agasajaron a “El Padrino” Cienkilos, perdón, Cienfuegos, por…. “contribuir a garantizar la seguridad estratégica del continente”.

Vaya. El general Cienfuegos, que posó muy orondo para las fotos (https://www.eluniversal.com.mx/nacion/politica/salvador-cienfuegos-recib...), si realmente ha delinquido, habrá reído en sus narices luego de que impartió una plática a la clase 58 del Colegio Interamericano de Defensa, con el tema… “Liderazgo Estratégico”. Y habrá reído más luego de que el subsecretario de Defensa Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental del gobierno del presidente Donald Trump, el coronel Sergio de la Peña, de origen mexicano, le entregó la condecoración.

Más preguntas: ¿la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, no sabía desde entonces de las actividades criminales de Cienfuegos? ¿Por qué no avisó al Pentágono, si ya sabía? Y si no sabía todavía y se enteró después, pues qué mal hace su trabajo.

En ambos casos, qué mal todo también en Estados Unidos con sus servicios de Inteligencia.

AL FONDO: LA BLACKBERRY DEL GENERAL

Este viernes, el Departamento de Justicia le dirigió una carta a la honorable juez Judge Carol Bagley Amon, en la Corte de Distrito Este de Brooklyn, Nueva York, para resumirle el caso y pedirle que bajo ninguna circunstancia se deje en libertad bajo fianza al general, ya que según Seth D. DuCharme, el Fiscal Interino del Distrito Este de Nueva York que firma la carta, Cienfuegos se fugaría a México y aquí sería protegido por criminales y funcionarios corruptos, o escaparía a países que no tengan tratados de extradición con Estados Unidos.

Pero lo más interesante del documento son los detalles que se exhiben del presunto comportamiento delictivo del general, quien, se subraya “le reportaba directamente al Presidente mexicano”, por lo que no era subordinado de nadie más y estaba en una extraordinaria posición para ayudar al cartel H-2 a cambio de sobornos.

Según el Fiscal, el H-2 ha tenido numerosas células en Estados Unidos, incluyendo Los Ángeles, Las Vegas, Ohio, Minnesota, Carolina del Norte y Nueva York, donde distribuyó miles de kilos de heroína, cocaína, metanfetaminas y mariguana y por ello obtuvo millones de dólares. Hacia México, el cártel traficó cientos de armas de alto poder, según dice.

Acá, a cambio de sobornos, el H-2 habría logrado que criminales de otros cárteles fueran arrestados y torturados por fuerzas del orden, así como liberado a delincuentes de su banda.

Según el fiscal, efectivos de los cuerpos policiales estadounidenses interceptaron miles de de mensajes de BLACKBERRY, gracias a los cuales se pudo saber que, mientras fue Secretario de la Defensa, Cienfuegos recibió sobornos sin cuantificar a cambio de ayudar al cartel H-2 de esta manera: 1) Asegurando que no hubiera operaciones militares contra ese cártel. 2) Iniciando operaciones contra cárteles enemigos. 3) Facilitando y ubicando transportaciones marítimas para drogas. 4) Actuando para favorecer la expansión territorial de ese cartel hacia Mazatlán y todo Sinaloa. 5) Presentando a líder del H-2 a otros funcionarios corruptos sin identificar. Ojalá salgan en el proceso. 6) Avisándole al cartel sobre investigaciones de los cuerpos de seguridad de Estados Unidos, así como señalándole a testigos e informantes, quienes resultaron asesinados, como el caso de un líder del propio H-2 que en realidad no cooperaba con las agencias de Estados Unidos, según lo expresado en la carta.

De acuerdo al fiscal, hubo muchas comunicaciones entre el general y un dirigente del H-2 sin mencionar, pero que se asume que es el mismo H-2 ya muerto, Patrón Sánchez. En esos mensajes el general habría mencionado su ayuda “histórica” a otro cártel que no es revelado. Será interesante saberlo. También hay comunicaciones donde Cienfuegos es identificado por su nombre y puesto o rango.

En una parte de sus alegatos, el fiscal señala detalles de lo que se supone que es la personalidad del general: “El acusado prioriza su codicia personal por encima de sus deberes legales como servidor público, y asegura el continuo éxito y seguridad de uno de los cárteles más violentos de México. Conforme el comportamiento del acusado era develado, quedaba claro que el acusado no tiene respeto por la autoridad y la ley”.

O este es un caso que evidenciará el nivel al que se infiltró el crimen organizado en México en los últimos dos sexenios, o se trata de la añorada venganza de la DEA sustentada en testigos protegidos que pueden decir cualquier cosa, desde que su agente Enrique “Kiki” Camarena Salazar fue torturado y ejecutado por órdenes de Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo. En ese entonces, la DEA corrió la versión de que el mismísimo secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui (febrero de 1985, sexenio de Miguel de la Madrid), había participado en los interrogatorios a Kiki Camarena, cosa que nunca pudo comprobar.

Lo que hoy es un hecho, es que ha quedado herido el brazo más poderoso del presidente Andrés Manuel López Obrador: el de los militares…

Columna de Juan Pablo Becerra-Acosta M. en El Universal

[email protected]

Twitter: @jpbecerraacosta

Fotografía archivoe

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