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Martes, 19 de Marzo de 2024

Frío como el viento y peligroso como el Marx Attacks

Viernes, 7 de Mayo de 2021 09:59
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Municipios Puebla

Aunque la dinosauriza no acaba de irse del todo, aún nos quedan algunos ejemplares míticos de lo que se suele denominarse charros sindicales. Destaca, por supuesto, Robero Deschamps que aún recibe respiración artificial pero que en cualquier momento echará el último bofe.

Niña dispara a sus compañeros de clases en EEUUQué quiere el presidente con el Ejército?Está lo que resta de la CTM, la CROC, la CNC y el Congreso del Trabajo que ya le hacen competencia a las momias de Guanajuato que, en comparación, se ven más juveniles y rozagantes. Anda por ahí el Ferrocas, Víctor Flores, líder de los ferrocarrileros en un país donde apenas queda un chisguete de cabuses, acusado de mil fraudes, al que todavía se le puede ver como una versión bastante dañada del Jorge Luke (un día me tocó verlo rodeado de guaruras con pinta de padrotillos y un grupo de chicas de tacón dorado que, al parecer, se le hicieron pocas y mandó a traer más), que lleva siglos en el cargo. El que ya se me había olvidado era el señor Fernando Espino, cabeza del más pesado sindicato de trabajadores del metro que ahora ha tenido que salir de su madriguera por la tragedia de la Línea 12 para lavarse las manoplas.

El clásico sindicalero charro que, ante las preguntas de Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado en “Los periodistas” sobre los años en el poder y los señalamientos, entre otros muchos, acerca de la cantidad de parientes que tiene en la nómina, sacó las uñas. Sin el encanto de Fidel Velázquez, el doño respondía con un muy pitorreable “Son mexicanos. ¿Cuál es el problema?” que repetía cual mantra sin argumentos. Ni el eje Almagro-Duque-Uribe, que trae azolada a Colombia con sus arrebatos pinochetistas, hubiera respondido de manera tan autoritaria y torpe.

Anda por ahí Víctor Flores, líder de los ferrocarrileros acusado de mil fraudes

A lo mejor a don Espino le hace falta una terapia con Alazraki-Lili Téllez-Lozano-Verdugo, los cuatro jinetes del apocalipshit, para que se aliviane. Y unas lecciones de marxismo tóxico con Sarmiento, que dice que por culpa de Karl y su filosofía, murieron millones, como si la reacción hubiera sido de forma automática y la gente después de leer El Capital saliera gritando ¡Marx attacks!

Seguro que todo es culpa del proletariado que le tiene envidia a sus explotadores. En cambio, el humanismo de los Chicago boys solo ha generado vida, belleza, progreso, nada de desigualdad ni de estafas maestras ni cambios climáticos.

El materialismo histórico es frío como el Peje y peligroso como el Marx.

 ¿Con quién se habrá educado mi Sergio, con Andrés Roemer? _

 

 

Columna de Jairo Calixto Albarrán

Milenio

 

Foto: Especial

cdch

 

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