*
Jueves, 25 de Abril de 2024

La enfermedad del tirano

Quienes lo padecen, sufren de un ego desmedido, un enfoque personal exagerado y desprecio hacia la opinión de otros.
Domingo, 20 de Junio de 2021 07:23
|
Municipios Puebla

Síndrome del emperador

Por covid suspenden las clases presenciales en la CDMXLuchará Fuerza por México para mantener registro ante el INEUtilizamos el término Síndrome del emperador para referirnos sobre todo a los casos en los que nos encontramos a niños, adolescentes y jóvenes que usan su forma de ser para abusar de su entorno, en especial de su entorno más cercano, familia y sobre todo de sus progenitores.

De una forma más técnica el síndrome del emperador es conocido como Trastorno de oposición desafiante (TOD)

Síndrome de Hubris

Pero el Síndrome del emperador usualmente lo padecen los niños y los adolescentes. En cambio existe otra afección, la enfermedad del tirano, también conocida como Síndrome de hubris, presente en algunos gobernantes a lo largo de la historia. Quienes lo padecen, sufren de un ego desmedido, un enfoque personal exagerado y desprecio hacia la opinión de otros. Algunos de los síntomas que mejor lo caracterizan:

• Enfoque personal desmedido

• Confianza exagerada en sí mismo

• Sentimiento de superioridad

• El rival debe ser vencido

• Desprecio por los consejos de quienes le rodean

• Alejamiento progresivo de la realidad

• Todo lo que se opone a él o a sus ideas, son considerados como enemigos

• Nunca reconocen sus errores, consideran que los mismos se deben a sus adversarios

Lo anterior hace que evoquemos a diferentes personajes históricos. Aquel otro López (Antonio López de Santa Anna) quien pensaba que él podía mantener un país unido por sí solo. Mas, jugando al general, perdió la mitad del territorio nacional. Eso sí, culpó a los soldados mexicanos, al senador norteamericano Sam Houston, al clima, a cualquier factor antes de aceptar que fue un cobarde cuando los tejanos le tomaron preso. Aunque siempre dijo que no regresaría al poder, se conoce que estuvo en la presidencia al menos unas seis ocasiones.

Otro López en el poder destrozó al país en todos los planos, y en plena bonanza petrolífera. Evadió su responsabilidad diciendo que lo sucedido había sido culpa de los banqueros, de la iniciativa privada, todos menos suya. En el Congreso, José López Portillo y Pacheco se lanzó a decir que él defendería el peso como un perro, pero olvidó decir que como uno chihuahueño.

Queda un López más que, copiando a su tocayo, también se lanzó a compararse con un animal, en este caso a un ganso cansado. Y como sus antecesores, Andrés Manuel López Obrador tiene una narrativa que busca controlar la población, culpando a todos de sus yerros y sus fallas.

Sabemos que su villano favorito es el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, pero lo que no sabíamos es que, en el paroxismo de su delirio, en la mañanera del viernes, ante la pregunta de quién era responsable de la L-12 de su construcción se lanzó con “No sé quién es responsable. ¿Quién era presidente?”

No da risa, preocupa.

Inquieta en extremo que el presidente de México —en chacota o en serio— deslice una responsabilidad de esa magnitud a su némesis. Angustia que procure cambiar la narrativa de quienes estuvieron a cargo de dicha obra.

Alarma darse cuenta que durante los ya más de dos años y medio que lleva como presidente de nuestra nación continúa culpando a todos y no aceptando tantas veces que él es el culpable de lo que hace incorrectamente.

Pavor darnos cuenta de que Andrés Manuel López Obrador se ha dedicado solo a hablar, a dividir a los mexicanos; a no querer hacerse responsable de cómo ha empeorado nuestro país en tan poco tiempo.

Sabemos que AMLO se cree superior a todos, desde su pensar que él inicia la cuarta transformación de México hasta su fuerza moral decretada por Hugo López-Gatell (¡otro López!), que no lo salvó del covid.

Su confianza absoluta en sí mismo le ha cegado ante la realidad de lo corrupto de muchos de sus colaboradores y considera que tan solo su palabra trastoca los errores del pasado.

La enfermedad del tirano, visible en tantos gobernantes, se asoma en pleno siglo XXI. Momento de que alguien retorne a la realidad, dejando de acusar al pasado de lo que él crea en nuestro hoy.

 

 

Columna de Verónica Malo Guzmán

SDP Noticias

 

Foto: Archivom

cdch

Vistas: 711