Eduardo Merlo
Día de Muertos en México, una celebración de cultura y tradiciónEl Día de Muertos, tradición y fiesta en los estados de México
Estos días son especiales para la mayoría de los mexicanos, el gusto por los mitotes y el recuerdo de los antepasados nos llevan a dedicarles una fiesta, en todo el sentido de la palabra, a los muertos y a la Muerte, señora de mis respetos que aparece a la menor provocación, aunque ni siquiera la hayamos mentado y pocos son los valedores que la mienten y que se la mientan. Desde muchos días antes de la celebración directa, ya se están preparando los altares para ofrecer el regio abanquete a los finaditos, eso sí con los complementos aromáticos formidables de las flores y del copal, alumbrados con las velas, para que encuentren mucha luz y se alegren de que los recordamos con cariño.
Aunque se ha escrito y dicho sobre que los mexicanos no le tememos a la muerte, ciertamente tenemos un resquemor y quizá sea la causa de que la consintamos y le dediquemos sentido homenaje. Uno de los parámetros para reconocer esa relación, entre amorosa y odiosa, son esas perlas de sabiduría popular llamadas indistintamente: máximas (que suenan chocantes), dichos, proloquios, paremias (parece enfermedad), axiomas, requiebros, remoquetes o simplemente refranes. Los que saben afirman:”Los dichos de los viejitos son evangelios chiquitos”, también: “refranes heredados, evangelios abreviados”, porque eso son, inclusive: “Los locos y los refranes, nos dicen las cosas reales”. Aceptado esto, entremos de lleno en el refranesco mundo de la Muerte, que ciertamente “no es mala, cuando se carga al que debe” pero no al que nos debe. Hay algunos suertudos: “La suerte no lo abandona, por una de sus chiripas se salvó de la Pelona con remiendos en las tripas”, y el afortunado todavía se envalentona y reclama: “En qué quedamos Pelona, me llevas o no me llevas”, pero: “De la suerte y de la Muerte, no escapan ni el débil ni el fuerte”. Además la canija Pelona tiene hasta sus temporadas: “Enero y febrero: desviejadero”., llevándose a los de la tercera edad: “De un jalón hasta el panteón”, y lo peor: “Hasta el panteón del olvido” y “Sobre el muerto las coronas..
Ciertamente los manjares son una tentación y decimos. “Antes de que se lo coman los gusanos, que se lo coman los humanos”, refiriéndonos a la tragazón: “Mientras comas y seas fuerte, ríete de la muerte”, o este otro: “No le pido pan al hambre ni chocolate a la Muerte”, y el sabio consejo: “Cómete lo que te den, mejor que morirte de hambre”. Hay que ser cuidadosos porque “Los viejos mueren por caída o por comida”; poblanamente afirmamos: “Esta vida es un camote y el que no lo traga se hoga”. Un consejo sabio: “Mientras comas y seas fuerte, ríete de la Muerte”. Todo lo anterior tiene por supuesto su contra: “De limpios y tragones están llenos los panteones”, y nuestros cementerios se repletan no solamente de muertos, sino de muertos tragaldabas, ya que los atiborramos de viandas en estos días, que quizá coman más que cuando estaban vivitos y coleando y decían gustosos:..”Mientras no venga la Muerte, más comer y peer más fuerte”, ya pocos saben que peer es una manera educada de decir: “De los vientos, sólo el que sale por detrás es bueno”. Todas esas sentencias se dicen como si la enlutada y esquelética dama estuviera tan lejos, cuando la tenemos siempre al alcance de la mano. Pensamos que “La Muerte calaca y flaca, no engorda por más que empaca”, imaginándola como que: “Estaba la media Muerte sentada en un tecorral, comiendo tortilla dura para poder engordar”; esa ignorancia la confirmaban gritando: “me he comido puercos gordos, cuanto más un costillar”, pero el comer sin remojar el gañote es punto menos que imposible, así que: ”más vale en vino morir, que entre agua vivir”; dado que tales irredentos pantagruélicos y bebedores le temen al líquido elemento: “algo tendrá el agua cuando la bendicen”, y así se la vivían con la seguridad de que: “mala es el hambre, peor es la sed, si una te mata, la otra también”, y de morir nada, porque siempre vivimos pensando en que nunca hemos de sufrirlo; así manifestamos que:”más matan guerras que cenas” y ya lo vemos en esa sobrepoblación funeraria. Otra relación con la “Huesuda”, como también le llamamos, es la de quasi santificar a los que emprendieron el camino al más allá y que tan bien canta Chava Flores: “cuando vivía el infeliz ¡ya que se muera! y hoy que ya esta en el veliz ¡qué bueno era!”. Costumbres poco aceptadas por la sociedad se justificaban ante el sentido deceso: ”mi comadre la Garrida, fue santa en la muerte y puta en la vida”. Lo afirman los celosos cuando exclaman: “Más vale llorarlas muertas y no en ajeno querer”; porque “más vale una buena muerte que una mala vida”, pero: “El que porfía mata venado o lo matan por confiado”. Por supuesto que no todos están de acuerdo con ello, al contrario, advierten de mil maneras que es preciso librarse del morir, como si ello estuviera en nuestras manos y “más vale decir aquí corrió, que aquí murió”, o: “más vale pelada que amortajada”; Y aunque uno salga hecho a la mocha: “se puede salvar del rayo, pero no de la raya”; ni los estudiosos esquivan a la “Parca”, por lo cual los poco afortunados de seso se consuelan: “más vale burro vivo que sabio muerto”, y esto es muy cierto. También dicen que: “más vale tuerto que muerto”, sobre todo “en tierra de ciegos”. Pero por más que uno le “escurra al bulto”, “Las penas solas no matan, pero ayudan a morir ” y más matan faldas que balas”. Consuélate que “la vida perece y la fama permanece”, así que: “cría fama y échate a dormir”, pero no tan prolongadamente, porque: “menos vive el que más duerme, que el sueño es como la Muerte”. Quienes esto afirman deben tener “los pelos de la burra en la mano”, de lo contrario solamente nos querrán: “asustar con el petate del muerto”, lo que a muchos “les hace: “lo que el viento a Juárez”, porque “cansados de velar difuntos con cabezas de cerillos”, o descaradamente afirmar: “Acostándome con Luz, aunque me apaguen las velas”, a pesar de lo cual a esos valentones “los hicieron cera y pabilo”, sin que los demás entiendan, porque “más vale aprender ya viejo que morir viejo pendejo”, sin embargo, al no haber remedio: “mal que dura, sepultura” y entonces es para bien, pues: “mal de locura, el morir cura”. Cierto que: “la vida es el principio de la muerte”, porque: “para morir nacimos” y “la vida es cosa prestada que a la muerte ha de ser pagada”, ella, la inevitable, se cobrará tarde o temprano, ya que: “lo que no se paga en esta vida se paga en la otra”, y eso a pesar del dicho: “la vida no vale nada”, “es corta y no retoña”. Esto nos da penar y “las penas solas no matan, pero ayudan a morir”. Nacer, vivir, morir, son la constante de reflexión, inútil por otro lado, porque “cuando el mal es de muerte, no hay médico que acierte”, y si la Calaca Catrina ya lo dispuso, a rajarse a su tierra, “no hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo resista”., pero como: “el muerto y el arrimado a los tres días apestan”, digamos que: “primero muerto que cadáver”, “vámonos muriendo ahora que están enterrando gratis”. El tema es infinito y bien la podríamos pasar filosofando eternamente, a no ser que: “cuando la muerte lo hace: Requiescat in pace”.
CALAVERA PARA ÁNGEL HERRERA
La Muerte tiene principios,
pero también es matrera,
por eso en “Los Municipios”
cargó a don Ángel Herrera.
De Ángel nada más tenía el apodo,
porque era lo contrario,
por eso está en un recodo
hasta el fondo del osario.
Vistas: 2463