Escribo este artículo para intentar refutar la columna de hoy miércoles en Milenio de mi admirado amigo Epigmenio Ibarra, “El miedo a la dictadura de las mayorías”. Este simpatizante de Morena —un verdadero pilar intelectual del partido de izquierda—, dice que no hay sinceridad en quienes nos oponemos a las reformas constitucionales que el nuevo poder legislativo aprobará por la fuerza de su número, no por la fuerza de la razón.
Reunión con Sheinbaum y legisladores electos para confirmar nuestra unidad: MierSheinbaum presenta proyectos prioritarios a legisladores de la 4TSegún el querido Epigmenio lo que pretendemos quienes rechazamos las reformas es “frenar la transformación del país”. No estoy de acuerdo con él. Lo que buscamos, se lo aseguro, es que no exista una dictadura de la mayoría, ya que una democracia solo puede operar correctamente si se respetan los derechos de las minorías.
Sin duda es impresionante la foto de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y su ejército legislativo: 364 diputados y diputadas y 83 senadores y senadoras. Son un chingo y dos montones y, por lo tanto, podrán hacer con la Constitución lo que se les pegue la gana, y desgraciadamente parece que eso harán: lo que se les antoje por mera pasión ideológica, y no lo sensato basado en una argumentación racional. La fuerza de la mayoría por sí misma no garantiza que se tomarán las decisiones correctas. Cuando se tiene tanta superioridad el reto no es vencer —tal meta ya la alcanzaron—, sino, diría Unamuno, convencer, y están muy lejos de ello.
Como científica de primer orden, la licenciada en física y doctora en ingeniería energética Sheinbaum sabe que la opinión de la mayoría no es un criterio de verdad. No podría serlo, por supuesto que no. ¿Cuáles son los criterios de verdad normalmente más aceptados para decidir en debates complejos relacionados con la convivencia social? Menciono enseguida algunos que encontré en internet:
En momentos como el actual valdría la pena parafrasear a Cicerón: Que los y las chingomiles cedan a la toga. Es lo menos que merecen las minorías, cuyos derechos solo podrán ser defendidos por un poder judicial totalmente independiente del partido mayoritario. Digamos no a la dictadura de la mayoría.
Vistas: 284