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Jueves, 25 de Abril de 2024

Febrero sangriento en Atlixco

7 Marzo, 2017

Febrero nos tiñó de rojo, no sólo por los globos y las cartitas de amor autografiadas por los enamorados.

También fue el mes de los asaltos, de los secuestros, de las mutilaciones, de los feminicidios y de los ajustes de cuentas.

No. No es la lista de delitos que se cometen en las ciudades asediadas por el narco.

Es la lista de crímenes cometidos en nuestro Atlixco, Pueblo Mágico.

Y es que en el mes que ya se va no hubo un sólo atlixquense que no se paralizara con las atroces páginas de la nota roja local.

La cobarde ejecución de “El Poblanito” en la Agrícola Ocotepec causó la total indignación del gremio taxista. El lamentable incidente evidenció la sordera de los mandos policiacos que desestimaron, uno y otra vez, la solicitud de pobladores y transeúntes para incrementar la vigilancia por los constantes asaltos en la zona.

Días después, la extraña desaparición de una vecina de Infonativ culminó en un lamentable episodio feminicida. Araceli Gómez fue encontrada sin vida, con signos de tortura y en estado de descomposición dentro de un cuarto ubicado en la colonia Tehuixpango.

Dos niños arrojados en la orfandad se sumaron al saldo final.

Aún con las investigaciones de este caso en curso, la carretera a Izúcar fue el escenario de una escalofriante escena: a plena luz del día una mujer caminaba a orilla de carretera, con cinta aislante sobre su cabeza y manos. La sangre que brotaba por las grietas de sus dedos mutilados se mezclaba con lágrimas y gritos que clamaban desesperadamente por ayuda en medio de la nada.

La empleada de Bodega Aurrerá, hoy se sabe, fue secuestrada “por error” y abandonada a su suerte por sus captores una vez que corroboraron la identidad de su fallida víctima. 

Cuando creímos que ya nada peor podía pasar, un fuerte operativo de la policía puso los pelos de punta a los habitantes de la colonia Cabrera.

Sí. La tranquilidad de una zona rodeada de flores y aromas del campo fue abruptamente interrumpida por las detonaciones de una arma de fuego que terminó con la vida de Francisco Antonio León a sus 25 años de edad.

Aunque se presume que se trató de un ajuste de cuentas, ejecutarlo a medio día nos demuestra que los delincuentes conocen la debilidad de nuestros cuerpos de seguridad y su incapacidad para realizar una investigación que dé con los culpables. 

Más de 10 millones de pesos en patrullas nuevas, caballos, perros y la contratación de nuevos elementos no sirvieron para disuadir o perseguir a los delincuentes que se burlan, una y otra vez, de las sesudas estrategias implementadas por Javier Machuca Vargas.

Una simple (pero necesaria) cámara de vigilancia, al menos, nos hubiera permitido identificar a los homicidas o el vehículo en el que huyeron.

Pero las cámaras no sirven para la pose y la foto.

En fin. 

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