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Jueves, 28 de Marzo de 2024

Familias separadas por la migración

26 Marzo, 2018
Érika Nieto

Desde la administración del Presidente Demócrata de los Estados Unidos Barack Obama, tanto los medios de comunicación, activistas y organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes indocumentados han acusado al gobierno de ese país de separar día a día a cientos de familias a través de los operativos de deportación.

Sin embargo en México la separación de familias a causa de la migración lleva décadas.

Hace aproximadamente 30 o 40 años se hablaba de pueblos donde habitaban solamente ancianos, mujeres y niños; sin embargo, poco después, las mujeres se armaron de valor, se cansaron de esperar y, muchas de ellas, tomaron sus hijos, sin importar su edad, y se subieron en plena madrugada a la camioneta de algún pollero para cruzar la frontera y alcanzar a sus esposos o para lograr una vida mejor para sus hijos.

Ya en tiempos más actuales que van de 10 años a la fecha, los niños solo esperaban alcanzar la adolescencia para abandonar la secundaria e irse de mojados para el otro lado.

Y entonces, solo quedaron los ancianos, algunas mujeres y uno que otro hombre que fue deportado o que simplemente se conformó con la vida que le tocó en su pueblo y se negó a separarse de su familia.

Aquellos ancianos o personas de la tercera edad murieron sin volver a encontrarse físicamente con sus hijos, otros padres más jóvenes vieron como sus hijos abandonaron su pueblo sin regresar a casa. Sólo saben de ellos por llamadas telefónicas que duran lo que la tarjeta de 3 o los 5 dólares permite.

Eso sí, muchos de ellos sobreviven o vivieron los años finales de su vida apoyados por remesas y envíos de ropa o electrodomésticos gracias al trabajo de sus hijos en los Estados Unidos. Porque ese es el precio de la migración, el abandono físico de la familia a cambio de unos cuantos dólares y de mejores condiciones de vida, solo para los que se van.

Los que se quedaron, vieron como moría poco a poco el campo por el abandono de sus labradores, y en sus comunidades llegaba a cuenta gotas el desarrollo.

Hace unos días murió en un pueblo de la mixteca poblana el Sr. Crescencio Rodríguez, quien hace 30 años vio como partía el primero de sus hijos hacía Nueva York cruzando ilegalmente la frontera. Un par de años después su hija decidió irse sin despedir, en plena madrugada, en el viaje del pollero, llevando a sus pequeños con ella. Sólo quedaron él, su esposa y su hijo más pequeño. Nunca más volvió a ver a sus hijos, ellos desde Nueva York, California y Arizona se enteraron de la muerte de su padre, de la misma forma cuando su madre murió.

El temor a la migra y a no poder regresar a Estados Unidos al lado de su familia les impidió acudir a ambos funerales. No está en sus planes regresar a México, los nuevos miembros de la familia son nacidos con la ciudadanía norteamericana, hablan poco español y no quieren regresar a las carencias y a la nueva inseguridad de su comunidad.

Se niegan a vivir nuevamente la separación de su familia, ahora solo, por la nostalgia del recuerdo que les dejó nacer y vivir en México.

Comentarios vía twitter: @erinife

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