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Miércoles, 24 de Abril de 2024

Reflexión y renovación

20 Septiembre, 2020
Ricardo Monreal

En este año 2020 del calendario gregoriano termina el año judío 5780, e inicia el 5781. ¿Por qué un número tan distinto al de nuestro calendario? Porque según la tradición judía los años se cuentan a partir de que Dios creó al hombre y a la mujer: hace casi 5871 años.

Rosh Hashaná es la festividad que marca el inicio del año. Es también conocida como el Día del Juicio, porque ese día Dios juzga a la humanidad, y decide quiénes quedarán inscritos y sellados en el Libro de la Vida; quiénes, en el Libro de la Muerte, y quiénes serán juzgados diez días después, en Yom Kipur, el Día del Perdón.

Por ser los días en que Dios juzga al mundo y define el destino de las personas para el nuevo año, Rosh Hashaná  y Yom Kipur son conocidos como los Días Terribles.

Rosh Hashaná marca el inicio de una época de recogimiento en la vida judía. Es un tiempo para reflexionar, para revisar y repensar en torno al año que pasó, y definir el rumbo del que inicia. Es el momento del arrepentimiento y del perdón. El momento de hacer un recuento ante Dios, pero también de pedir perdón a quienes se ha dañado. Es, igualmente, el momento de preguntarse: ¿En qué he fallado, y cómo puedo corregirlo? ¿Qué se ha quebrado en mi vida, y cómo lo reparo?

Rosh Hashaná es el momento para reflexionar sobre los errores cometidos en el año, y para recuperar, en cercanía de Dios, la fuerza para corregirlos. Es el tiempo de la introspección, que se debe acompañar con buenas acciones.

Un periodo de reflexión que viene acompañado de símbolos que hablan su propio lenguaje, que también conectan con Dios y con las generaciones anteriores, y que llenan los templos y las casas judías de sonidos, olores y sabores:

 

· El  shofar, un cuerno de carnero que con sus diferentes sonidos despierta el alma a la meditación, al autoanálisis, a la reflexión sobre el camino a emprender para ser mejores personas. Dios es el juez. El toquido del shofar indica que su corte está sesionando, que está juzgando a la humanidad.

· La jalá, el pan redondo que recuerda la circularidad de la vida, los finales y los principios que se suceden; los momentos difíciles que pasarán y serán sustituidos por los buenos tiempos; la vida, que no es una línea recta en la que la tristeza y el dolor no tienen salida; la salida, que encuentra la humanidad con su arrepentimiento y con las acciones que lo demuestren. El daño que se le hace a un prójimo no se repara únicamente rezándole a Dios, sino pidiéndole perdón a la persona y resarciendo el daño. Los ciclos que nos dan la esperanza de poder volver a empezar.

· La miel, para que el año que inicia esté colmado de dulzura; la manzana bañada en miel y la granada, con sus 613 semillas, para que el año sea “fructífero”, y el pescado, para la fertilidad y la abundancia.

A pesar de su carácter solemne, Rosh Hashaná es una festividad plena de optimismo y alegría. En esta ocasión, cada persona judía tiene la oportunidad de renovar su fe y expresar su gratitud a Dios en la meditación y en compañía de sus seres queridos. Por ello, Rosh Hashaná es también el momento para reflexionar en torno a todas las cosas que son dulces. Un tiempo en que las personas no deben estar solas, pues en comunidad las alegrías se multiplican, y las penas que se comparten son menos. Es el periodo de la solidaridad, de voltear a ver al prójimo, de ayudarlo, de hacer tzedaká, “justicia”, proveyendo a quienes son vulnerables, a quienes no tienen. Es el momento de darle a la vida un sentido de dignidad y de propósito; de recordar que la riqueza más grande es la espiritual.

Todas y todos, sin importar nuestra religión, nuestras creencias, necesitamos un momento de reflexión, de recogimiento, de balance del alma, de evaluación de nuestra existencia. Y si en algún momento esto cobra sentido es justo en este año de pandemia, cuya complejidad nunca imaginamos. En esta crisis sanitaria nos ha sobrado tiempo, pero no necesariamente lo hemos utilizado para voltear a ver al prójimo, a las personas más necesitadas, a las más vulnerables; tampoco para convertirnos en mejores personas.

El pasado 15 de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador nos llamó a tener esperanza en el porvenir. Es el momento de plantearnos las preguntas vitales para enderezar caminos y salir de esta pandemia renovadas, renovados y con esperanza.

Hay quienes durante el primer día de Rosh Hashaná acostumbran reunirse junto a un cuerpo de agua y vaciar sus bolsillos de migajas, para, simbólicamente, deshacerse de sus pecados. Es el momento de liberarnos de nuestros egoísmos, de retomar caminos de solidaridad, y de replantearnos la vida como parte de esta gran comunidad que es México.

 

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