Pablo Fustec, un joven de nacionalidad francesa y mexicana, y su perro Sasha, fallecieron tras caer en un manantial de aguas termales el pasado mes de junio en Zinapécuaro, en el estado de Michoacán.
Su pareja, Jonathan Ramos, relató que el pasado 13 de junio, ambos hacían excursionismo con sus tres perros cuando Sasha cayó en el pozo de aguas termales y Fustec saltó para rescatarlo.
Sasha murió en el lugar y Fustec no se dio cuenta de la gravedad de sus lesiones hasta que salió del manantial.
Ramos tuvo que cargarlo durante 40 minutos hasta que encontraron una ambulancia Fustec sufrió quemaduras en más del 70% del cuerpo y un choque séptico, y eventualmente fue trasladado a un hospital de la Ciudad de México.
Ramos no pudo visitarlo en el hospital debido a las restricciones para impedir la propagación del coronavirus. Lo más que podía era comunicarse por señas, mientras que su madre, venezolana, le envió mensajes de texto.
Fustec falleció el 5 de julio, un día después de su primera operación.
Fustec había adoptado al gran danés blanco con negro tras haberlo encontrado en las calles de la Ciudad de México después del sismo de septiembre de 2017 que dejó cientos de muertos en el país.
“Es un acto extremo”, dijo desde París su, Sophie Fustec. “Sus perros eran como sus bebés, habría lo mismo por mí o por cualquier otro ser humano”, agregó.
La familia realizará un homenaje para Fustec al aire libre el domingo en Argenteuil, en las afueras de París.
Las cenizas de Fustec fueron llevadas a Francia por su pareja, Jonathan Ramos, luego de haber vivido en México durante una década.
El hombre, de 32 años de edad, tenía experiencia en teatro y arquitectura, y preparaba un proyecto para capacitar laboralmente a exconvictos a fin de que pudieran reintegrarse en la sociedad.
Con información de Excélsior
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