Los avances globales para contar con vacunas contra el Covid-19 perfilan una luz al final del túnel, justo cuando la humanidad encara nuevos brotes de la pandemia. Sin embargo, en México se desarrolla una guerra encubierta, con alta carga política, que de prosperar atrasará el acceso a este anhelado remedio al menos hasta la segunda mitad del próximo año. Para entonces, sin vacuna, la cifra oficial habrá superado los 200 mil muertos.
Reportes de empresas internacionales empeñadas en estos hallazgos, así como denuncias de funcionarios de diversas áreas del gobierno López Obrador, señalan al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, como artífice de una conspiración contra la vacuna.
De acuerdo con estos señalamientos, López Gatell presionó a la estructura de la entidad regulatoria de riesgos sanitarios (Cofepris) para tener en sus manos y las de un irregular “comité”, la autorización de las vacunas, lo que implicaba conocer documentos confidenciales de las compañías que las desarrollaron bajo el amparo de leyes internacionales, que no otorgan a López-Gatell ese derecho, aunque el gobierno mexicano haya puesto bajo su control administrativo el control de esa oficina, cuyos símiles en Europa y Estados Unidos son plenamente autónomos.
Ciertas de que una filtración de sus secretos científicos podría generar un mercado negro multimillonario en dólares, estas compañías globales se negaron a concurrir ante el referido “comité”, que encabezan López-Gatell y dos aliados: Gustavo Reyes Terán, con rango de coordinador de institutos de especialidad en la Secretaría de Salud, y María Elena Álvarez Buyllá, la controvertida directora de Conacyt.
En respuesta, se dijo a este espacio, López Gatell descabezó áreas clave de Cofepris y colocó ahí a incondicionales. Entre los cesados destacaron Elvira Espinosa Gutiérrez y Alejandro Nieto, sustituidos por América Orellana y Olga Piña. Se fue incluso el jefe de asesores del titular, José Alonso Novelo, un médico yucateco cercano a López Obrador, del que éste ha resaltado varias veces su honestidad. El pasado día 9, López-Gatell declaró que, en el periodo de Novelo, Cofepris ha sido más opaca, discrecional y corrupta.
La extraña guerra contra la vacuna se agudizó luego de que el 30 de octubre, en Palacio Nacional, el presidente López Obrador atestiguó la firma de convenios de compromiso de compra de millones de dosis de vacunas a las compañías farmacéuticas que encabezan la carrera en su desarrollo: Pfizer, de Estados Unidos; AstraZeneca, de Inglaterra, y CanSino, una alianza entre China y Canadá. Esta última entregó de inmediato un primer lote de su vacuna (llamada Ad5-nCov) para la fase final de un proceso de prueba en el que participan México y media docena más de naciones.
Según datos de la propia CanSino, la vacuna será administrada aquí a cerca de 15 mil personas en centros de investigación de varios estados, entre ellos Chihuahua, Durango, Nuevo León, Jalisco, Veracruz, Puebla, Hidalgo, Edomex, Aguascalientes, Michoacán y Quintana Roo, además de la Ciudad de México.
El día anterior a la firma de los convenios, gestionados por orden presidencial vía la Secretaría de Relaciones Exteriores, López Obrador encabezó la reunión del grupo que coordina las acciones contra la pandemia. Según testimonios recogidos, ahí, frente a una decena de funcionarios, ordenó acelerar estas compras. “(José) Novelo ¡autoriza ya!”, le dijo al titular de Cofepris. Y remató: “Hugo ¡deja de burocratizar esto!”.
Si burocratizar es estorbar, López Gatell ha decidido no solo desobedecer, sino ir más allá, para conspirar contra la vacuna. Sea por arrogancia, por ambición política o por motivos peores. El tema amerita ser retomado pronto.
Roberto Rock L.
El Universal