Alfonso Romo está harto de la 4T. Lo comentan sus colaboradores y lo reconoce él mismo, entre líneas, cada vez que está en un foro público. El empresario, que ya sólo en el papel funge como enlace de la iniciativa privada con la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, parece estar convencido de que el barco se está hundiendo más rápido de lo que cualquiera hubiera pensado, y de lo que dentro del propio Palacio Nacional estimaban como peor escenario.
En los últimos tres meses, el jefe de la Oficina de la Presidencia ha dejado ver su descontento en distintos foros públicos, con mensajes directos a su jefe, el Presidente, al gabinete del que en teoría también iba a ser coordinador, y más recientemente a los encargados de la política económica del país, es decir, a la Secretaría de Hacienda.
A mediados de agosto, durante la Asamblea Nacional de la Cámara de la Industria de la Transformación, Romo criticó la política energética del gobierno y la incertidumbre que genera a la inversión privada la falta de Estado de derecho.
“Parte de la gran discusión interna (en el gobierno) es cómo tener energía a precios bajos, pero también cómo honrar los contratos”.
Recordó que durante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington, los empresarios estadounidenses le dijeron: “Poncho, solamente queremos recordarte que para que haya un éxito rotundo en la relación comercial y en hacer una América fuerte, hay tres palabras que quiero que se lleven de mensaje: honren los contratos”.
El regiomontano por adopción comparó también la cultura empresarial con la del gobierno, que en lugar de motivar el trabajo en equipo y la innovación, fomenta la división y polariza.
“Si esta cultura existiese en el gobierno federal, en el gabinete, México sería otro (...) Sabemos que si no se honran los contratos no hay certidumbre, y sin ello no hay un ambiente propicio para la inversión ni se aprovechará la oportunidad que genera el conflicto entre Estados Unidos y países asiáticos", expuso.
El 25 de septiembre, durante una reunión virtual del Consejo Nacional Agropecuario, Romo dijo que el sector privado es la única esperanza para crecer que tiene el país y es prácticamente la única vía eficaz para combatir la pobreza, porque el sector público no tiene recursos suficientes.
El 28 de octubre, en la Reunión Anual de Industriales de la Confederación de Cámaras Industriales pidió a los empresarios del país no abrir más frentes de batalla, ya que sólo juntos, gobierno y sector privado, podrán enfrentar los desafíos.
“Algo sucede que no nos estamos comunicando bien”, expresó, y puso como ejemplo el tema de la política energética que el Presidente y los duros de su gabinete, como Rocío Nahle, Manuel Bartlett y Octavio Romero, buscan implementar.
Y ayer, el jefe de la Oficina de la Presidencia de plano se sinceró al criticar que el gobierno al que pertenece está manejando el país en materia económica como si se tuviera un crecimiento de 9%, cuando en realidad tiene un decrecimiento de esa magnitud.
Y finalizó con lo que todos los empresarios, mexicanos y extranjeros, piensan que se debe hacer para retomar el camino del desarrollo: dar certidumbre a la inversión privada.
Este rosario de declaraciones de un hombre que, en teoría, es de los más cercanos al Presidente, ha caído en oídos sordos.
Y como Romo, más integrantes del gabinete están hartos de la necedad del Presidente, pero no se van porque, pese a que saben que la historia los juzgará como al propio AMLO, reconocen que saltar del barco en este momento tan delicado radicalizará aún más al inquilino de Palacio.
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Columna de Mario Maldonado en El Universal
clh