Requirió una aclaración expresa de parte de la candidata por Morena a la gubernatura de Nuevo León, Clara Luz Flores, para detener los rumores sobre si ya se había vacunado contra el covid (ella ya padeció del virus hace meses, que es distinto).
Existían voces que circulaban y afirmaban lo contrario, entre ellas la de Felipe Calderón quien había retomado un mensaje en Twitter al respecto. Poco importa si el tuit adjudicado a la alcaldesa de Escobedo era falso o producto de un error del propio equipo de comunicación de la gobernanta, el asunto es que se requirió de una aclaración de propia voz para despejar las dudas.
Y es que, cuando se trata de figuras públicas, mientras no se da una comunicación oficial, con evidencia que la sustente de preferencia, se presta para rumores, malos entendidos y manipulación política de todas las partes (esto es, no solo de la que cuestiona o ataca). Es el costo de vivir en una sociedad incrédula porque México ha hecho de la mentira su mantra.
El uso político que se le da a la rumorología abarca también el ocultar metidas de pata e incluso lleva a que ciertos personajes pasen por mártires. Esto es, puede ayudar o fastidiar a unos y otros. Y en las últimas horas hemos visto que la situación de la salud del presidente entra en este rubro.
Pero esto no es de ahora, ni se circunscribe a si se encuentra infectado de covid o no, tampoco a sí está grave o sin síntomas de cuidado, si bien todo ello sí agudiza la necesidad de saber cómo se encuentra.
El propio AMLO, al entrar en funciones, aceptó que él es figura pública y se comprometió a transparentar su expediente clínico. Esto hace dos años y es la fecha que no ha cumplido.
El tema de la salud del presidente no es nuevo o únicamente se ha presentado con López Obrador. La oposición y el hoy primer mandatario solicitaron varias veces que se informara de la salud de Vicente Fox cuando lo operaron de las vértebras, ya no se diga al respecto de su estado mental... También cuando Enrique Peña Nieto tuvo una cirugía programada (cómo olvidar los rumores que se desataron sobre si padecí ¡cáncer!). En fin, lo que hoy niega Presidencia, es lo que su titular reclamaba hace unos años de otros políticos.
Así, el pronunciamiento de Hugo López-Gatell (quien, dicho sea de paso, ya se apropió también de la labor de vocero presidencial), en el sentido de que, por cuanto a su salud “el presidente tiene derecho a la privacidad”, está completamente errado.
Es requisito conocer de manera puntual el estado de salud de nuestros gobernantes. Podrá tener derecho a la privacidad en muchos otros rubros, pero lo que se refiere a su estado de salud y finanzas es información de carácter público.
El desempeñarse como jefe de Estado en automático hace que deje de ser un ente privado y se vuelva un sujeto de escrutinio público, como él mismo lo aceptó en su toma de protesta.
Esta mal entendida privacidad da pie al runrún y mientras él no lo aclare oficiosamente, la rumorología continuará. ¡Tan sencillo hubiera sido que se diera a conocer el resultado positivo del PCR que se le practicó!, y evitar con ello las especulaciones sobre si simula una infección.
Probablemente las respuestas no llegarán nunca; nos contentaremos con ver a López Obrador circulando en unas semanas, en las mañaneras, en sus giras. Nunca se transparentará la información que se requiere ahora.
¿Juega la 4T a dejar correr los rumores? Tal parece que sí.
Sin duda llama la atención que, teniendo la posibilidad de atajar con un solo comunicado las murmuraciones, se privilegie el silencio de la “privacidad y secrecía” que solo deja correr los rumores.
Columna de Verónica Malo Guzmán
SDP Noticias