Andrés Manuel, construiste la oposición que querías, no la que necesita el país
Andrés Manuel, después de haber caminado juntos durante tanto tiempo, sería absurdo de mi parte no reconocerte virtudes, pero aún más olvidar tus excesos. ¿Recuerdas cuando, después del fraude electoral del 2006, te propuse el plantón de Reforma y decidiste modificar la estrategia y extenderlo hasta el Zócalo bajo la consigna “voto por voto, casilla por casilla”? En aquel entonces te dije que el paso siguiente era prepararnos para la elección presidencial de 2012 y que teníamos que comenzar por enlistar diez errores cometidos en campaña. “¿Fueron tantos?”, preguntaste. Te respondí que fueron muchos más, pero que bastaba con que reconocieras diez. Tu incapacidad para aceptar errores y rectificarlos es uno de tus mayores defectos.
En 2006 perdiste, entre otras cosas, por no asistir al debate, por no darle su lugar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, por no dialogar con los empresarios, por enfrentar a los medios de comunicación, por el penoso «cállate chachalaca» que le dedicaste al personaje que ahora representas, por hacer caso solo a tus encuestas, porque no le tuviste confianza a la estructura electoral de tu coalición y porque tu estructura paralela falló.
En el 2012 no ganaste porque seguiste tomando decisiones equivocadas, entre otras, la de reincorporar al grupo que hizo mal su trabajo en el proceso anterior, incluido un famoso asesor sudamericano que te exhibió pidiendo millones. Nuevamente decidiste abrazar la cerrazón y cometiste los mismos desvaríos.
Para la campaña de 2018 no te quedaba de otra: o cambiabas el sentido de la estrategia o no serías presidente. Rectificaste el tono del discurso y ganaste la confianza de empresarios gracias a la intervención de Alfonso Romo, estableciste un vínculo con los medios de comunicación y otros poderes fácticos. Escuchaste, acordaste y por eso ahora eres presidente.
El camino de la derrota es tan estrecho que apenas si cabe el candidato. Por el contrario, el camino de la victoria es tan amplio que están presentes 30 millones de ciudadanos y, sobre todo, aquellos que te hacen creer que ganaste solo, los que te garantizan lealtad ciega y la sinrazón de atender, sin reparo alguno, decisiones absurdas que dañan a la democracia, a la justicia y a México.
Andrés Manuel, sé lo que estás haciendo, estás construyendo la oposición que necesitas, la que conviene a tus intereses, pero no la que necesita el país. Esto no es lo que se espera de un jefe de estado con altura de miras.
Cuando asumiste la presidencia dije que nuestro Movimiento te daría todo el apoyo para que sentaras las bases de tu gobierno, desafortunadamente, lo que has hecho es construir, con las formas tradicionales de operación política, las condiciones que necesitabas para secuestrar al Congreso, capturar al Poder Judicial y restituir la presidencia imperial.
Con profunda ingenuidad, PAN y PRI aprobaron las reformas que te permiten coartar la libertad de quienes disientan contigo o se opongan a tus intereses y, además, controlar al Poder Judicial.
Frente a este atentado a la democracia y a la división de poderes, los empresarios, desesperados y ofendidos, y los dirigentes de partido, ofuscados y desconcentrados, no logran entenderte, ni estudiarte, ni analizarte, ni valorarte como el ser político que eres. Los tienes totalmente desorientados.
Los provocas permanentemente para que sigan aturdidos: liberales contra conservadores, buenos contra malos, honestos contra corruptos, amigo del pueblo bueno contra la mafia del poder.
Lo lamentable es que, sin excepción alguna, todas esas fuerzas de representación real han aceptado tu desafío de “conmigo o contra mí”. No advierten que tu objetivo es contrastarlos con un gobierno que, aunque inoperante, es cercano a la gente. Por esa razón no procuras acuerdos, insistes en diferenciarte de ellos, es tu timbre de orgullo, te sientes honrado y procuras cercanía con un pueblo que rechazó la forma en que ellos gobernaron los últimos 18 años.
Desde la presidencia, elaboras partituras de sinfonía, mientras que algunos empresarios, dirigentes y políticos tradicionales responden con notas desafinadas. Con candidez aceptan todos los escenarios que prefiguras y, para convencerse de que son oposición, cuestionan todo y te rebaten en sus discursos, aunque, paradójicamente, también te entregan sus votos en momentos en que deberían demostrar con hechos que son una oposición responsable. No lo son, eso ha quedado claro.
Desafortunadamente, hoy nuestro país tiene a la generación de dirigentes más mediocres y torpes de la historia. Acostumbrados a ser depositarios de un poder derivado, es decir, el que se delega de arriba hacia abajo, no saben cómo reaccionar y no pueden comportarse a la altura del momento que vivimos porque no entienden lo que significa el poder generado, ese que se construye de abajo hacia arriba, el que se gana con esfuerzo y trabajo propio.
Veo como los induces a cometer constantes y penosos errores, lo logras porque conoces a la perfección las viejas formas del sistema. Insisto, me parece increíble, pero con que facilidad ganas cada una de las partidas, aunque no sea para el bien de México, sino con ánimo de desquite y disfrute del abuso de poder.
Los mensajes en torno a tu injerencia en el proceso electoral, sea a través de la revocación de mandato —que maliciosamente interpretas como una ratificación—, con la consulta que el presidente de la Suprema Corte de Justicia te obsequió, con tus ruedas de prensa matutinas y la discusión en torno a su prohibición en tiempos electorales, amenazando con desaparecer a los órganos autónomos, intimidando y organizando un linchamiento público contra la Auditoria Superior de la Federación —nada más la entidad encargada de cuidar la forma en cómo utilizas el dinero de la gente—, o bien reuniéndote públicamente con los candidatos de tu partido para manifestarles apoyo, son más distractores, parte de tu estrategia para provocar a la sociedad civil y a las organizaciones sociales, y desconcentrar a dirigentes de partidos tradicionales.
Lo trágico es que la solución que encontraron fue exactamente la que necesitabas y prácticamente pediste: se unieron contra ti. El BOA que anunciaste y denunciaste con oportunidad, es hoy una realidad. Empresarios indignados y dirigentes nacionales desubicados, decidieron reeditar el pacto por México, se les ocurrió que la mejor forma de hacerte frente era unir a los partidos que representan corrupción, abuso de poder e impunidad.
Vale la comparación, los veo bailar de cachetito, la diferencia es que tú marcas el paso en semejante dislate.
Qué decir de los intelectuales, analistas y dirigentes empresariales que, ofendidos y desesperados, sin experiencia política electoral y aturdidos por la avalancha de acciones, normas y acuerdos que utilizas para aislarlos, marginarlos, acosarlos e intimidarlos desde el poder presidencial, consideran a la coalición un vehículo para hacerte frente y ser contrapeso. Tú y yo sabemos que no hay nada más alejado de la realidad.
La Coalición Va por México es la oposición que querías y necesitabas. Una oposición construida por los partidos que la gente alejó del poder. Una oposición por la que los mexicanos conscientes no van a votar. Una oposición con la que pretendes seguir siendo amo y señor del Congreso.
No han entendido que la única alternativa para detener tu obsesión autoritaria es la reivindicación ciudadana, que solo los ciudadanos pueden ser el antídoto contra Morena, un partido que no existe sin ti y que sirve solo para servirte.
Lo he dicho desde el primer día de tu gobierno: no somos golpistas, pero tampoco cómplices, no vamos a permitir los retrocesos históricos que estás llevando a cabo.
Deseo que concluyas tu encargo como todos los presidentes anteriores, pero no me quedaré callado mientras sigas comportándote como ellos y, en algunos casos, peor que ellos.
Nuestra lucha es procurar el cambio para ser mejores, no para dejar de ser; para que la democracia se fortalezca; para devolverle la autonomía y la dignidad al Congreso; para revertir la captura del Poder Judicial.
Nuestra lucha es para salvaguardar el derecho de todos los mexicanos a vivir en paz y en libertad; para que México tenga una alternativa tanto a tus obsesiones, excesos y abuso de poder, como a los partidos que ya fallaron y siguen cometiendo los mismos errores.
Nuestra lucha no es contra ti, es contra lo que has decidido representar, para que no instaures una presidencia imperial.
Nuestra lucha es por México.
Carta del senador Dante Delgado Rannauro
Coordinador del GP de Movimiento Ciudadano en el Senado de la República.
El Universal
Foto: Archivoe
cdch