Imagine usted, solo imagine, la siguiente escena.
Estamos en un salón del Palacio Nacional a principios del mes de febrero.
El Jefe preside una reunión a la que asisten un pequeño grupo de colaboradores.
“Señor -dice uno de ellos- el 20 de febrero la Auditoría Superior de la Federación presentará los informes individuales de las auditorías de la Cuenta Pública de 2019.
“Por lo que sabemos, habrá señalamientos muy críticos a múltiples dependencias y programas. Los auditores estuvieron muy insistentes, preguntando y pidiendo documentos. Aunque en varios casos se intentó negarles la información, al final de cuentas no fue posible.
“Señores -intervino quien presidía la reunión- necesitamos una estrategia para evitar que todos los señalamientos de la Auditoría vayan a convertirse en materia de agenda pública por varias semanas.
“Recuerden que fue precisamente el material generado por ese tipo de informes lo que dio lugar a las investigaciones sobre la ‘estafa maestra’ y ya ven que todavía sigue el escándalo.
“Así que, necesito propuestas para saber cómo vamos a reaccionar ante tales señalamientos. Así que ya tienen su tarea”.
Por varios días, este equipo y sus colaboradores se quebraron la cabeza buscando cómo responder al reporte que habría de presentar David Colmenares, y no encontraban nada sólido, solo generalidades para responder. Frases como: “no somos iguales”, “tenemos otros datos”, “estamos combatiendo la corrupción, etc.
El día llegó y no había una estrategia trazada.
Al darse a conocer los documentos del reporte, como era de esperarse, se hizo el escándalo. Las portadas de los diarios del domingo 21 llevaban múltiples señalamientos de las auditorías.
Pero, las cosas iban a cambiar.
El domingo por la mañana, se realizó una nueva reunión en el mismo salón y con los mismos asistentes.
“Señor, -expuso uno de los participantes- ahora sí ya tenemos una estrategia”.
“Explíquense, ¿de qué se trata? Porque ya ven que los medios que nos critican ya empezaron a publicar diversos aspectos de las auditorías. Necesitamos responder ya.
“Le tenemos una muy buena noticia. Nos dicen en Hacienda que han encontrado un error en los cálculos respecto al costo de la cancelación del Aeropuerto de Texcoco.
“Muy bien -dijo quien presidía la reunión- ¿Y qué hacemos con eso?
“Mire, el plan es que el lunes, en la conferencia matutina se señale que el reporte de la Auditoría tiene errores y que el gobierno tiene otros datos. Cuando escuchen eso a propósito del aeropuerto, en la Auditoría revisarán el cuadro y se darán cuenta de que no es sólido. De hecho ya andan circulando en redes algunos cuestionamientos de expertos. No les va a quedar de otra que decir que lo van a revisar porque presumen que el cálculo no es preciso.
“Y listo. Si la auditoría hace eso, verá usted como todos los que en un principio le aplaudieron por generar un reporte que señalaba múltiples irregularidades en la administración pública, le van a tundir y van a decirles que se sometieron al Poder Ejecutivo.
“Pero, mire, lo interesante de nuestra estrategia es que la tarea de desacreditar a la Auditoría la van a hacer sobre todo nuestros críticos.
“Y ya que estén tocados, entonces habrá que pedir a la Cámara de Diputados que investigue qué fue lo que pasó porque puede presumirse que hubo mala fe al poner información incorrecta.
“Con eso, se acabó -dijo otro de los asistentes- verá cómo nadie se ocupa de lo que las auditorías reportan porque van a estar muy ocupados siguiendo el escándalo y golpeando a Colmenares, que nunca les ha gustado mucho.
“Señores -dijo quien presidía la reunión- los felicito, han hecho ustedes un muy buen trabajo para que defendamos los logros del gobierno de la 4T.
“¿Y saben qué es lo que más me gusta de esta estrategia? Que serán nuestros adversarios los que van a hacer el trabajo que tanto nos preocupaba. Ahora serán ellos quienes digan que ya no se puede confiar en la Auditoría. Van a estar cuestionando que no haya una Auditoría independiente y de que por lo tanto se necesita un cambio. Verán que al auditor le van a llover las críticas de todas partes. Y de los resultados que encontraban irregularidades en todas partes, ni quien se acuerde.
“Además, me han dado una idea”.
El Jefe se levantó de la mesa, caminó unos pasos en actitud reflexiva y volvió a dirigirse hacia el grupo.
“¿Recuerdan que la elección del auditor fue en marzo de 2018? En ese entonces no teníamos mayoría en el Congreso y respaldamos a Colmenares porque creíamos que, de los posibles, era el menos peligroso.
“Ya vimos que no es de fiar pues se toma muy en serio su papel y ha organizado un equipo de auditores muy duros. Ya me platicó Irma Eréndira que son huesos duros de roer.
“Entonces, podemos aprovechar la coyuntura para cambiarlo y poner a alguien más confiable.
“No solo me preocupa este informe, que apenas es el del primer año, sino sobre todo los que vendrán. ¿Se imaginan lo que podría decir respecto a la Cuenta Pública del 2022 cuando los resultados de las auditorías se dieran a conocer en febrero de 2024? No quiero ni imaginármelo.”
“Así que hablen de una buena vez con la Cámara de Diputados para que vayan preparando todo el escenario.
“Vienen las elecciones y aunque tengo confianza de que mantengamos la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, más vale no arriesgar. Es ahora cuando podemos poner a alguien realmente confiable en la Auditoría y olvidarnos de esa amenaza”.
La reunión concluyó y lo demás ya es historia… o será historia.
Pero, lo narrado se trata de la pura imaginación de este columnista. Cualquier coincidencia con la realidad es una pura causalidad. ¿O no?
Columna de Enrique Quintana
El Financiero
Foto: Archivom
cdch