La gran mayoría de entusiastas en criptomonedas entraron a este mercado buscando replicar el célebre caso de enriquecimiento de Peter Saddington y la compra de su flamante Lamborghini blanco en 2017, en Atlanta GA, con sus ganancias en Bitcoin. Así nació el anhelo del lujoso “modo de vida Bitcoin”, para obtener ganancias rápidas e independencia financiera. A casi 14 años de la creación de Bitcoin, la historia en el mercado de criptomonedas (criptos), es otra. Por unos cuantos que han logrado ser “cripto-millonarios”, hoy hay varios que han perdido todos sus ahorros, y su patrimonio.
La caída abrupta de las criptos de la semana pasada, encabezada por TERRA/LUNA, un esquema estructurado a partir de una stablecoin, TerraUSD-UST, ligada a una cripto, LUNA (del joven koreano Do Kwon, un activista anti-moneda fiat), fue un fuerte golpe de realidad para muchos que dudaban de las preocupaciones que, desde su origen, han destacado la mayoría de los analistas de estos activos digitales. Entre las principales:
- Falta de regulación. Aunque en algunos países se ha iniciado ya un proceso de regulación, en la mayoría aún no hay reglas claras, lo que permite el surgimiento y operación de todo tipo de tokens digitales y esquemas de ingeniería financiera sin ninguna normatividad. Esto da lugar a posibles pérdidas patrimoniales de los participantes, como el caso de la cripto LUNA, que al perder el 99% de su valor en tres días, esfumó todos los ahorros de sus tenedores, y a su vez, extendió el miedo al contagio a todas las demás criptos y provocó una salida masiva y descontrolada de las posiciones en todas las monedas. También, se presta a todo tipo de fraudes, como el de las carteras digitales anónimas que, con información privilegiada, obtienen grandes ganancias, como el reciente sonado caso de la cripto Gnosis (Wall Street Journal, mayo 21,2022). No hay protección ni seguridad jurídica para los participantes.
- Descentralización (DeFi). La falta de un servicio, autoridad o eje central que supervise y garantice el funcionamiento ordenado del ecosistema cripto, al mismo tiempo que permite su ¨libre” operación, también es el factor que lo convierte en un mercado de muy alto riesgo. Por su “anarquía” se le conoce al sistema cripto como el “wild west” del mundo financiero.
- Volatilidad. Es un mercado altamente especulativo, cuyo único respaldo es el valor que le dan sus adquirentes (que confían en la tecnología blockchain), con base en la oferta y demanda que tenga cada activo digital.
Además, el reciente desplome dejó claro, precisamente, lo que las criptos no representan y que pretendían fuera su “nota distintiva”. Cito algunos ejemplos:
- No son un resguardo de valor: Por ejemplo, la volatilidad de Bitcoin desde noviembre 2021 ha sido 5 veces la del índice bursátil S &P 500, y tiene una correlación casi de 1 a 1 con el Nasdaq (índice bursátil de empresas tecnológicas). (Datos de JPMorgan).
- No son una cobertura contra la inflación: En el entorno actual, el precio de las criptomonedas baja, mientras que la inflación sube.
- No son un medio de cambio: Bitcoin no se ha consolidado como medio de cambio; las operaciones que se realizan con esta cripto están por debajo de su nivel de 2018-2020. En El Salvador, a pesar de que Bitcoin es moneda de curso legal desde septiembre de 2021, y el gobierno ha promovido una “app” para popularizar su uso (“Cartera Chivo”), solo 20% de las empresas la aceptan, y menos del 5% del total de ventas en el país se realizan con esta cripto (según un estudio especializado de abril 2022, de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de E.U.).
- No son un medio de pago pleno: No se han reconocido a nivel global (varios países han prohibido su uso). Además, entre los propios fundadores del sistema cripto, hay escepticismo. Como Sam Bankman, de FTX, uno de los “exchanges” o plataforma online gobal para intercambio de criptos, que ha reconocido que tiene que crearse una forma alternativa de Blockchain (la llamada “PoS”, o prueba de participación o alguna otra innovación tecnológica), para crear una red de pagos con criptos, que sea realmente funcional y pueda soportar todo el tráfico de pagos. (Financial Times, mayo 15,2022).
- Las stablecoins no son “estables”. El desmoronamiento de la stablecoin UST y el token Luna, de la blockchain Terra (TERRA/LUNA), puso de manifiesto que las stablecoins no están libres de riesgo. Aún peor, pueden perder su paridad con el dólar (-peg-), y su precio caer estrepitosamente. (El precio actual de Terra USD-UST puede checarse en coinmarketcap.com, que es un sitio web de seguimiento de precios para criptos). Para complicarlo aún más, Terra es una UST o “stablecoin algorítmica”, a diferencia de Tether USD, o DAI, que son stablecoins que están colateralizadas con dólares físicos, documentos, u otras criptomonedas. Son esquemas complejos, con disrupciones que alteran su presunta estabilidad.
- No se han constituido como una alternativa viable al sistema financiero tradicional, al cual están fuertemente ligadas. El ecosistema cripto ha buscado establecerse como un sistema financiero paralelo con su propia versión de bancos y otorgamiento de préstamos, pero tras 13 años, no ha logrado consolidarse. De hecho, ha replicado muchas de las debilidades que el sistema financiero tradicional ha superado, o por lo menos, contenido (en el caso de TERRA/LUNA se presume que el catalizador de su caída fue Anchor Protocol, una especie de “cripto-banco”, desarrollado por el mismo Do Kwon, creador de dichas monedas, donde hubo retiros de grandes cantidades de parte de los “cripto-clientes”, que provocaron una corrida masiva).
Por si hiciera falta, también la semana pasada, Brian Amstrong de Coinbase (“exchange” global), agregó un elemento adicional de incertidumbre al señalar que, ante una hipotética quiebra de esta empresa, los clientes no tendrían ningún tipo de protección. Las criptomonedas depositadas podrían estar en riesgo, ya que podrían estar sujetas al procedimiento de quiebra y sus clientes serían considerados como “acreedores generales no garantizados”. Es decir, en términos generales, los fondos de los clientes podrían ser utilizados como activos de la empresa para cumplir con sus obligaciones. Esto, sin duda, suma un riesgo más al mercado de criptos.
¿Qué sigue?
Frente a la pérdida de $1 trillón de dólares en dinero digital de noviembre 2021 a la fecha en el mercado de criptos a nivel global (una tercera parte del valor total), por la intempestiva salida en busca de inversiones más seguras, hay ahora muchos cuestionamientos sobre lo que se espera de las criptos en el futuro. Es un mercado que, si bien en su origen fue de minoristas, con el tiempo ha sido abordado por inversionistas institucionales, como los fondos de cobertura, e instituciones financieras tradicionales, que han creado una red de operación interrelacionada, entre los dos sistemas. En ese contexto, podríamos esperar que:
- Se acelerará el proceso de regulación. Algunos países cuentan ya con cierta regulación para criptomonedas, pero es aún muy incipiente. A decir de los mismos líderes del mercado cripto, como Brian Shroder de Binance (“exchange” global), urge una regulación que provea un andamiaje jurídico que mitigue los riesgos de este ecosistema. Gary Gensler de la SEC (autoridad financiera de valores de E.U.), y Michael Barr (candidato a vicepresidente de supervisión de la Fed en E.U.) han urgido a los legisladores a atender los riesgos a la estabilidad financiera provenientes del sistema cripto, con una regulación robusta. También, se busca una regulación fiscal (“cripto-impuestos”). México debiera estar inscrito en este proceso, y la CNBV y Banco de México debieran presentar ya una iniciativa ante el Congreso.
- Los bancos centrales seguirán en proceso de desarrollar sus monedas digitales (CBDC). Según una encuesta del Banco de Pagos Internacionales (BIS), 9 de cada 10 bancos centrales están explorando el desarrollo de su propia moneda digital, y la mitad está en proceso de ponerla en marcha. Victoria Rodríguez de Banco de México ha dicho que la moneda digital del banco central se emitirá en 2025.
- El metaverso y los NFT´s seguirán aprovechando la tecnología Blockchain, y aumentará la transaccionalidad con la participación de cada vez más inversionistas.
Es de esperarse que el “cripto-mundo” se reconstruya, se depure y termine quizás fortaleciéndose, al ser un ecosistema que cuenta desde con una terminología propia, hasta con una cultura de interacción que sus devotos difícilmente estarían dispuestos a abandonar. Aunque la fiesta del exceso de liquidez en la economía está terminando, seguramente seguirá habiendo apetito por participar en este mercado. El reto para los reguladores será proteger al sistema financiero de los daños que seguirán surgiendo a partir de la nueva ingeniera financiera tecnológica originada en blockchain, sin desalentar la creatividad y la innovación. Deberán identificarse las vulnerabilidades y mitigarse los riesgos para el sistema financiero en su conjunto, y establecerse bases sólidas, que brinden transparencia y seguridad jurídica en protección de los usuarios. Hace apenas unos días, el Julius Baer Group, (banco suizo de gestión patrimonial), señaló que “los mercados globales de criptos tienen potencial de transformación, y es hora ya de trabajar en la intersección de los activos digitales y el mundo fiat”. No hay marcha atrás. Hay que ver hacia el futuro.
Columna de Aliane Salas en SDP Noticias
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