Danaé Itzel Ramírez Arjona (Ciudad de México, 26 años) quería ser corresponsal de guerra y documentar las grandes batallas del mundo. Años después, sus intereses académicos y personales la llevaron a convertirse en una joven especialista en una batalla tan cotidiana como invisible: la de las mujeres que luchan contra la violencia obstétrica.
No se habla mucho sobre esta modalidad de agresión contra las personas gestantes. Según la egresada de la Ibero Puebla, se considera violencia obstétrica cualquier acto violento por parte del personal médico hacia una persona embarazada, desde comentarios ofensivos hasta la aplicación de procedimientos inadecuados antes, durante y después del parto.
Para llegar al tema que recientemente la hizo acreedora a la Beca Tesis CONCYTEP 2022, Danaé tuvo que recorrer un largo camino de autodescubrimiento en la Licenciatura en Comunicación. Ahí logró conciliar la receptividad hacia las realidades distintas que le inculcaron en casa con su compromiso con las causas sociales. “Soy empática y sensible, pero siempre trato de ser objetiva”, matiza.
El vínculo con círculos feministas a partir de sus amistades la impulsó a hacer sus prácticas profesionales en la sede de la ONU Mujeres en Panamá. Posteriormente, se mudó a Oaxaca por seis meses para hacer su servicio social en la sociedad civil Nueve Lunas, organización dedicada a la preservación del oficio milenario de la partería.
De regreso en Puebla, la joven se decantó por la partería y la violencia obstétrica como temas de titulación. Fue en charlas con otras mujeres que descubrió que todas las madres a su alrededor habían sido, sin saberlo, víctimas de algún tipo de violencia durante su embarazo.
Los testimonios le indicaron una clara falta de conocimiento sobre el tema, en ocasiones incluso se desconocía el concepto de ‘violencia obstétrica’. Danaé Ramírez considera que estas agresiones tienen una relación estrecha con los roles de género: “[Cuando eres madre] tienes que ser perfecta, no puedes quejarte. Lo mejor es que tengas un parto vaginal, mal llamado ‘parto natural’. Si es cesárea eres menos mujer; si no lactas, eres menos mujer”.
“Hay una serie de patrones sociales que han orillado a que un rol de maternidad esté sujeto a ciertos aspectos que nos dicen que si no los cumplimos somos malas madres, y, por ende, menos mujeres”: Danaé Ramírez.
Su vena de comunicación la impulsó a encontrar los canales ideales para difundir la información sobre el tema; a su decir, que el doctor sepa más que la madre sobre el proceso de embarazo ya es violencia. Así, su proyecto de titulación consistió en un kit informativo sobre la violencia obstétrica, cómo ocurre y a quién acudir si se es víctima. El proyecto fue devuelto a Nueve Lunas con una versión en náhuatl de la sierra Nororiental, la lengua de la región.
El día de su exposición final, Danaé encontró entre sus sinodales a una académica que la invitó a cursar la Maestría en Comunicación y Cambio Social, también en la Ibero Puebla. El posgrado fue la plataforma indicada para trasladar el proyecto a nuevos contextos y cotejarlo con otros paradigmas.
Así, Ramírez Arjona se vinculó con un grupo de parteras de San Andrés Cholula y aprendió acerca de los procesos de sanación colectiva entre madres experimentadas y embarazadas primerizas. “Empiezan a asumirse como mujeres poderosas que pueden decidir sobre sus cuerpos”, celebra.
Muchas cosas cambiaron durante la pandemia. Los bebés de las madres cholultecas nacieron, como también lo hizo el interés por la investigación científica de la que hoy es profesora de asignatura en la Universidad Jesuita. El estímulo otorgado por CONCYTEP será invertido en el estudio de una especialidad, pero también en el desarrollo y rescate de la partería como respuesta a la violencia obstétrica.
Con el encierro coronavírico aumentaron los partos caseros. La apertura social a las discusiones en materia de género ha desenterrado una modalidad de violencia que prevalecía en el anonimato. Danaé Ramírez buscará aprovechar este contexto para refrendar los saberes de las mujeres que le dieron su primera experiencia con la guerra: una que se libra en los cuerpos gestantes.
foto: Ibero
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