Sábado, 24 de Diciembre de 2022 05:37 | Municipios Puebla

Abogados, sean serios. Aquel presidente de Hungría, pésimo ejemplo para la SCJN

Ya no debe hablarse de la renuncia inmediata de Yasmín Esquivel. ¿Recuerdan, ministros y ministras, lo de 2015 cuando en la SCJN el empate 5-5 propició que hubiera ¡¡¡32 rondas de votación!!!?

Aunque procuro utilizar el muy difícil lenguaje incluyente, no he escrito en el título de esta nota “abogados y abogadas” porque solo litigantes machitos —varios de ellos— me han enviado por WhatsApp una vieja nota de El País, del año 2012, relacionada con la renuncia a la presidencia de Hungría de Pal Schmitt, después de que la Universidad de Semmelweis le quitara el título de doctor por haber plagiado su tesis.

Aunque entre tales abogados hay un hombre sumamente inteligente, culto y preparado —los otros no tanto—, creo que están utilizando un pésimo ejemplo para juzgar el caso de Yasmín Esquivel Mossa, integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Veamos tres diferencias entre el húngaro Schmitt y la ministra Esquivel:

Primera diferencia:

En Hungría, cito a Wikipedia, el cargo de presidente o presidenta “es casi totalmente simbólico o ceremonial, ya que por tratarse de una república parlamentaria el verdadero poder para gobernar lo tiene el primer ministro)”. Entonces, su renuncia no representa ningún problema para el Estado. Se trata de un puesto político totalmente contingente, ya que como existe podría no existir y a la sociedad en nada le afectaría.

En México, una ministra de la corte suprema tiene verdadera relevancia. Por lo tanto, su renuncia al cargo puede representar fuertes complicaciones. Ojo con esto.

Segunda diferencia:

En Hungría, Pal Schmitt no era un funcionario profesional, sino una celebridad del deporte —ganó medalla de oro en esgrima en los juegos olímpicos de México y de Múnich—, alguien famoso lejos de la política a quien utilizó el actual primer ministro húngaro, desde 2010 en el poder, para fortalecer su influencia. En efecto, Viktor Orbán, uno de los peores gobernantes del viejo continente —casi un dictador, tal como lo describen sus colegas en la Unión Europea—, fue quien propuso a Schmitt para ocupar la simbólica presidencia. Cuando ocurrió el escándalo de la tesis, Orbán le exigió a su aliado dejar la presidencia, y así ocurrió. Nada de las tonterías de que renunció por dignidad y por la unidad del pueblo húngaro. Esto es, Orbán usó a Schmitt como kleenex: lo usó, lo ensució y lo tiró.

En MéxicoYasmín Esquivel ha tenido una larga, productiva y reconocida carrera de 22 años como juzgadora y, antes de ello, durante más de una década trabajó en niveles administrativos de gobierno. Nadie la invitó al servicio público por ser famosa en otras actividades, como el deporte, la actuación o el periodismo de TV. Su caso no es el de Cuahtémoc Blanco o Lilly Téllez, personas respetables pero sin experiencia en política, lo que a diario evidencian. Ha sido gracias al duro trabajo que la ministra Esquivel ha avanzado en su carrera profesional.

Tercera diferencia:

En Hungría, el escándalo de Pal Schmitt tuvo que ver con una tesis doctoral, nivel académico en el que sí deberían ser absolutamente serios los trabajos de investigación de los y las estudiantes, que dejaron de ser jóvenes que no han llegado plenamente a la madurez.

En México, el escándalo de Yasmín Esquivel tiene que ver con una serie de tesis fallidas —todas idénticas— que la principal universidad pública de México toleró e inclusivo propició. Los y las jóvenes que ahora podrían estar en problemas por ese asunto más bien serían las víctimas de una institución que cuenta con un gran presupuesto y que, por lo visto, no lo ha administrado correctamente, no en lo relacionado con la contratación de personal docente que sea incapaz de engañar de esa manera a muchachos y muchachas en formación. Porque si alguien tiene la culpa de esa situación fueron las autoridades universitarias de la época y la maestra que participó en esa simulación; me parece que los y las jóvenes a quienes se engañó tienen bastante menos responsabilidad.

La SCJN, por elemental sentido práctico, debe discutir el caso Yasmín después de la elección del 2 de enero

 

Y eso si acaso llega a tener sentido que la corte se meta abiertamente en el debate sobre las acusaciones en contra de la ministra Esquivel.

Nadie duda acerca de que hay un problema con la tesis de licenciatura de Yasmín Esquivel Mossa. La UNAM lo ha reconocido. Lo que sigue, según la propia universidad, es “la revisión del caso respetando el debido proceso legal y en estricto apego a los procedimientos y tiempos establecidos en la normatividad universitaria”.

¿Qué significa eso? Que el “debido proceso legal” y la “normatividad universitaria” tomarán tiempo. Después, supongo, el caso podría llegar a instancias jurídicas superiores a la norma universitaria. El refrán “las cosas en palacio van despacio” no solo significa que la pachorra caracteriza a los asuntos de la administración pública, sino también quiere decir —y sobre todo quiere decir— que los problemas delicados deben tratarse con toda prudencia.

Ni Yasmín Esquivel ni el resto de ministros y ministras deben caer en ese juego, si no por otra cosa, para evitar que ocurra lo de 2015 cuando solo 10 personas participaron en la elección del nuevo presidente y el empate 5-5 propició que hubiera ¡¡¡32 rondas de votación!!!

Algo tan ridículo se dio por la ausencia del ministro número 11, Sergio Valls Hernández, un hombre sensato que había fallecido poco tiempo antes y no fue reemplazado a tiempo.

Esa vez resultó complicado decidir entre Luis María Aguilar Morales y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, que en todas las rondas resultaron empatados, para la mayor frustración de un escrutador y una escrutadora, Alberto Pérez Dayán y Olga Sánchez Cordero.

Entiendo que hay 11 ministros y ministras para evitar, precisamente, empates, no solo a la hora de elegir a quien encabece la SCJN, sino en todos los problemas que se discuten. Las dos salas de esta institución son impares por lo mismo: cinco cada una, ya que el presidente no participa en ninguna.

Si la grilla tuviera éxito y Yasmín Esquivel imprudentemente se retirara en vacaciones, podría complicarse el 2 de enero la elección del presidente o la presidenta de la corte. Entonces, cualquier cosa que ocurra con la ministra, lo más conveniente será que se discuta después del primer día hábil de 2023.

¿Que, en el improbable caso de que la ministra renunciara porque se determinara que no cumple con el requisito de la licenciatura, ello significaría que podría impugnarse la elección del 2 de enero? Por favor, si algo así ocurriera —personalmente no creo que vaya a ocurrir—, la votación de arranque de año en la corte sería el menor de los problemas. Se resolvería fácilmente: votando de nuevo, y ya. Lo complejo, en tal situación que nadie desea, sería decidir qué hacer con todos los temas en los que ella, como juzgadora, ha participado durante dos décadas.

Creo que al final no pasará nada, ya que la UNAM actuará con prudencia. Pero, si pasara lo peor, sería una crisis que la propia corte, cuando le correspondiera, tendría que solucionar de alguna manera.

Columna de Federico Arreola en SDP Noticias

Foto Cuartoscuro

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