Hay que guardar proporciones, pero es inevitable recordar los días de 2008, cuando muchos rogaban para que todo se quedara en Nueva York.
El 15 de septiembre de ese año, la mayoría de los mexicanos celebraban la víspera de la fiesta nacional, mientras en Manhattan caía Lehman Brothers. Fue el inicio de un terremoto mundial que cambió la historia de los bancos. Un cisne negro, un evento impredecible y de alto impacto.
Esa memoria provocó ayer lo que nadie predijo. Que el banco más importante del mundo, la Reserva Federal, que sella los dólares en el mundo, trabajara en fin de semana y en calidad de bomberos, salieran a apagar un “incendio”.
Si ustedes pasan este lunes sin preocupaciones financieras, agradezcan entre otros, a Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos. Va la historia.
El viernes cayó el Silicon Valley Bank (SVB). Es el banco en el cual muchas innovadoras empresas que llaman startups, tienen depositado el dinero para pagar, digamos, la nómina. Son empresas llenas de riesgo y esa institución entiende el negocio.
Es un servicio casi especializado para clientes como unas 40 mil pequeñas empresas con saldos que rondan el equivalente a 5 millones de pesos. Pero cerró sin aviso.
Hasta ayer, fundadores y directores de esas startups pensaban que llegaría el lunes y no tendrían para pagar ni la luz.
“El 30 por ciento de las empresas de Y Combinator expuestas a través de SVB no pueden pagar la nómina en los próximos 30 días”, reveló el fin de semana Garry Tan, presidente de esa aceleradora de empresas tan conocidas como Stripe, en Estados Unidos, o Rappi en Latinoamérica…
Unos 120 mil empleos y la innovación de toda California están en riesgo, advirtió Tan vía Twitter.
Atención colonias Condesa y Roma, en la Ciudad de México. ¿Cuántos de los inmigrantes recientemente llegados de Norteamérica pagan renta basados en su sueldo proveniente de Silicon Valley?
¿Qué empresas no podrán dispersar dinero a sus repartidores en moto en el mundo?
La Reserva Federal ayer resolvió que ninguna. Independientemente del futuro del SVB, la institución dispuso que los clientes de éste y otros bancos en circunstancias similares dispongan de un fondo de hasta 25 mil millones de dólares, en lo que se resuelve el lío.
¿Qué pasó con SVB? ¿Cuál fue el problema? Todo indica que no se trata de un fraude, sino de un posible desbalance motivado por la falta de pericia de sus directivos para lidiar con la reciente alza en tasas de los bancos centrales. Perdieron su liquidez, no sus activos.
De pronto se toparon con que salía más dinero del que entraba por el cobro de intereses de sus inversiones y se quedaron sin billetes, congelando por esa razón las cuentas de sus clientes. Como si ustedes fueran al cajero y vieran que su saldo está ahí, pero no pueden usarlo.
Líderes de decenas de compañías y al menos un par de latinoamericanos, respondieron. Firmaron este sábado una petición urgente escrita por Garry Tan, de Y Combinator.
La misiva fue dirigida, entre otros, a Janet Yellen y a Martin J. Gruenberg, presidente de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), que protege a clientes bancarios.
“Los depositantes de pequeñas empresas en Silicon Valley Bank deben recuperarse. Los reguladores deben respaldarlos. No estamos pidiendo un rescate bancario”, reza la principal petición del líder de Y Combinator. “Esto requiere una acción rápida y decisiva”, demandó también el texto. Surtió efecto.
Uno de los firmantes de la solicitud fue el carismático Ricardo Weder, de Jüsto, mexicana dedicada a la distribución de alimentos al menudeo, financiada por fondos de capital de Grupo Bimbo y Grupo FEMSA. Otro es Freddy Vega, de Platzi.
Hoy sabremos cómo operará la medida tomada por la Reserva Federal y operada por el Tesoro de Estados Unidos. ¿Cómo harán para que corran las transferencias de dinero? Esta historia no ha terminado. No tiene precedentes.
Columna Parteaguas de Jonathan Ruiz Torres en El Financiero
Fotografía Mercury Bloomberg
clh