En lo que va de este sexenio, más de la mitad de los sicarios abatidos cayeron en Tamaulipas.
700 criminales neutralizados, 391 pertenecían a grupos criminales que operan en dicha entidad.
En el mismo periodo, 34 militares perdieron la vida durante enfrentamientos con organizaciones criminales; de esta cifra, 12 fallecieron en combates con los cárteles del Golfo y del Noroeste.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) “elimina” cada mes a nueve sicarios que operan en Tamaulipas, según datos oficiales.
En Tamaulipas, elementos del Ejército mexicano que aceptaron dar su testimonio a cambio de guardar su identidad, consignan que para poder llevar una vida de civil más o menos normal en esta entidad es necesario tomar algunas precauciones.
Narran que si andan en las calles, en restaurantes, centros comerciales, o en aeropuertos, no suelen portar ningún documento que pruebe que pertenecen a la Sedena.
Esto debido a que si son “interceptados” e “interrogados” por elementos del crimen como el cártel del Noreste o del Golfo, significa una muerte violenta o peor aún, la desaparición con previos actos de tortura.
Al consultar a un oficial castrense dice: “Si voy en días de descanso a ver a mi familia a Ciudad Victoria o viajo a Laredo en autobús y de plano nos topamos con un retén del crimen organizado, prefiero tirar mi credencial de la Sedena al baño, o la lanzo por la carretera sin que se den cuenta (...) porque esos mugrosos [del cártel del Golfo] no te perdonan que seas del Ejército”.
La crueldad de los enfrentamientos ha provocado que varios elementos castrenses padezcan estrés post traumático, cuenta otro oficial.
En ocasiones, la exposición a tanta violencia ha generado que algunos soldados reproduzcan actitudes agresivas con su propia familia.
El estado de Tamaulipas hoy es el epicentro de la agenda pública de América del Norte, desde aquí irradian esfuerzos diplomáticos, presiones políticas y estrategias de seguridad entre los dos países que comparten esta frontera.
Luego de las cinco ejecuciones extrajudiciales contra jóvenes en Nuevo Laredo a manos de agentes de la Guardia Nacional, donde no se ofrece una explicación satisfactoria sobre el actuar castrense, estalla otro escándalo, el secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses en Matamoros.
Luego de movilizar fuerzas de inteligencia de ambos lados de la frontera, se logró dar con el paradero de los ‘levantados’, pero sólo a dos de ellos los hallaron vivos. Los otros fueron asesinados, lo que agravó la crisis entre ambos países.
Tamaulipas ha sido el epicentro de los enfrentamientos entre militares y sicarios del cártel del Golfo y cártel del Noreste, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
La población, medios de información y algunas autoridades en Tamaulipas no tienen duda de que las dos organizaciones criminales que patrullan y mandan en extensas zonas del estado, no sólo hoy con el morenista Américo Villareal sino desde el gobierno panista de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, son el cártel del Golfo y el cártel del Noreste.
Tamaulipas y sus ciudades de Matamoros, Nuevo Laredo, Camargo, Miguel Alemán, Ciudad Mier, Reynosa, Nuevo Guerrero, Victoria y Gustavo Díaz Ordaz son lugares recurrentes de enfrentamientos entre militares y células de esas dos organizaciones criminales.
En el periodo comprendido diciembre de 2018 a junio de 2022, de los 899 enfrentamientos –“topones” como se dice en el argot castrense y delincuencial– que ocurrieron entre criminales y fuerzas militares en todo el país, la mitad, es decir 444, tuvieron lugar en Tamaulipas, según el documento obtenido a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT).
Así mismo se lee que la Sedena consignó que de los 700 sicarios neutralizados o abatidos en nuestro país, 391 han muerto en el estado de Tamaulipas.
En los primeros 42 meses del actual sexenio, el saldo de militares fallecidos ha sido menor en comparación con el de agresores abatidos: sin dejar de ser preocupante, fueron 34 los militares que perdieron la vida, considerando los tiroteos y emboscadas en todo el país, consignó la Sedena.
Cabe resaltar un dato, al comparar la incidencia delictiva en dos de las zonas más “calientes” de la república: En Sinaloa, estado altamente violento y con presencia evidente del cártel comandado por Ismael El Mayo Zambada –y antes de que lo extraditaran, también por Joaquín El Chapo Guzmán–, apenas han ocurrido 28 enfrentamientos en ese mismo lapso, con un saldo de apenas dos sicarios muertos.
En cambio en Tamaulipas las organizaciones predominantes ya mencionadas, el cártel del Noreste y el cártel del Golfo, mantienen una férrea lucha contra las fuerzas armadas federales para seguir con el control de actividades ilícitas como huahicoleo, tráfico de migrantes y trata de personas; trasiego y venta de drogas y extorsión y cobro de piso.
En la solicitud de información, la Sedena entregó un par de anexos en donde se aprecia que el territorio tamaulipeco se ha convertido en escenario de auténticas masacres.
El 25 de marzo del 2022, en la ciudad de Camargo, hubo un enfrentamiento entre soldados y criminales, con siete sicarios abatidos, 13 detenidos y un militar que perdió la vida en combate.
El 16 de septiembre del 2021, en Nuevo Laredo, después de que en un operativo los delincuentes quisieran evitar ser detenidos y abrieron fuego. Ahí nueve sicarios fueron abatidos por el poder de fuego castrense.
El 16 de agosto del 2020, nueve delincuentes fueron “neutralizados” a manos del Ejército Mexicano en una dura refriega ocurrida en Miguel Alemán. Ahí hubo una lluvia de balas, pero ninguna baja por parte de las fuerzas castrenses, ni tampoco heridos entre los miembros del crimen.
El 3 de julio del 2020, también en Nuevo Laredo, 13 sicarios perdieron la vida en un fuerte combate con elementos castrenses.
En el documento solo se consigna el número de “agresores” del Ejército que perdieron la vida, sin especificar a qué organización delincuencial pertenecían.
Cabe recordar que los dos grupos criminales dominantes tienen su origen en sendos capos de la droga, Antonio Ezequiel Cárdenas Guillen, conocido como Tony Tormenta, y Osiel Cárdenas Guillén, fundadores del Cártel del Golfo y de su brazo armado, Los Zetas, organización criminal hoy casi en extinción en nuestro país.
Se sabe que una buena cantidad de “ex zetas” se pasaron al bando del Cártel del Noreste, mientras que otro tanto se reagrupó en algo llamado Sangre Nueva Zeta, que actualmente opera en la zona montañosa de Puebla y Veracruz.
Tony Tormenta fue abatido, junto con tres de sus sicarios, por fuerzas de la Secretaría de Marina en noviembre de 2010. Su hermano, Osiel Cárdenas, se encuentra en una cárcel estadunidense purgando una condena de 25 años de prisión, la cual vencerá en 2028 pero, según sus abogados, antes de esa fecha podría obtener su libertad si prospera su alegato por “buena conducta”.
En redes sociales circulan de forma viral las humillaciones a las que elementos de la milicia mexicana, en lugares públicos, han sido víctimas a manos del Cártel del Noreste, que suelen pintarlos como payasos, les grafitean sus camionetas o incluso los amenazan a punta de pistola profiriéndoles insultos altisonantes.
Uno de los casos más recientes de humillación ocurrió el 23 de septiembre del 2022, cuando miembros del cártel del Noreste fueron grabados cuando denigraban a un elemento del Ejército que circulaba en un vehículo particular, en Ciudad Mier, Tamaulipas.
En esa ocasión los sicarios detuvieron el vehículo del militar y le poncharon las llantas. Acto seguido, con un plumón pintaron la cara del militar y lo insultaron profusamente sin importarles que los hijos de este viajaban en la parte de atrás.
Sin embargo, cuando este tipo de “intercepciones” ocurren en desoladas carreteras o en lugares con poca afluencia ciudadana, el militar sabe que se encamina hacia una muerte segura.
Hoy, los elementos castrenses se enfrentan a esa realidad en el estado de Tamaulipas.
Foto: La Lista
LSM