Presidente de Bursamétrica
La política económica para el 2024 tiene una relevancia muy especial al ser un año de elecciones presidenciales, tanto en Estados Unidos como en México. El próximo viernes 8 de septiembre la Secretaría de Hacienda tiene que entregar por Ley a la Cámara de Diputados el denominado Paquete Económico para el siguiente año, el cual consta de los Criterios Generales de Política Económica, las iniciativas de reformas a las leyes fiscales, denominadas Ley de Ingresos, y el Presupuestos de Egresos de la Federación. Previamente, en marzo pasado, la Secretaría presentó, de acuerdo a la Ley un documento denominado Precriterios 2024.
En los Precriterios se esperaba un crecimiento del PIB del 3.0 por ciento real anual tanto para el 2023 como para el 2024. Una inflación del 5.0 por ciento y del 4.0 por ciento anual respectivamente y un déficit fiscal del -4.2 por ciento y del -3.2 por ciento sobre el PIB para cada año. Como ya lo hemos estado comentado en este espacio, las cosas han salido mejor a lo previstas en ambos países, básicamente por la aplicación de una política fiscal muy expansiva con fines eminentemente electorales por parte de ambos gobiernos.
En la Unión Americana los programas fiscales denominados Bidenomics enfocados a la infraestructura, las energías renovables y la producción de microchips, están siendo un motor de crecimiento que se traduce en empleos, mercado interno fuerte, pero también en fuertes presiones salariales e inflacionarias. Ante un esquema fiscal sumamente laxo, como el que impuso el expresidente Trump, el déficit fiscal se ubica entre el 6.0 al 7.0 por ciento sobre el PIB anualmente lo que es insostenible. Todo este entorno hace pensar que la economía norteamericana tenderá a desacelerarse, pero quizás no llegue a la recesión en el 2024, sino hasta el 2025.
En México estamos viendo un importante despertar de la obra pública que está creciendo a un ritmo del 70 por ciento anual y está también constituyendo un importante motor interno, lo que combinado con la recuperación de la manufactura exportadora, principalmente la automotriz que está creciendo más de 30 por ciento anual, está generando un crecimiento del 4.0 por ciento en el IGAE de junio y probablemente de julio.
Basados en un escenario similar, y siendo un año electoral, es probable que los analistas de la Secretaría de Hacienda planteen un programa económico 4.0, 4.0, 4.0 por ciento, (4.0 por ciento de crecimiento en el PIB, con una inflación del 4.0 por ciento y un déficit fiscal sobre PIB del 4.0 por ciento); similar al que el presidente Salinas y el secretario Pedro Aspe le dejaron al candidato Ernesto Zedillo para su primer año de Gobierno, que no llegó a cumplirse en ninguna de sus metas ante la devaluación y la crisis sistémica financiera que tuvimos desde el primer mes de la administración de Zedillo. También se podría plantear, considerando una posible desaceleración importante en EU, un programa 2.5, 3.0, 3.5 por ciento (2.5 por ciento de PIB, 3.0 por ciento la meta eterna de inflación, y 3.5 porciento de déficit fiscal/PIB), o un 3.0, 3.0, 3.0 por ciento. Por ahí andará el rango.
No quiero decir con esto que un programa así (4.0, 4.0, 4.0 por ciento) vaya también a reventar, porque las condiciones que dejó Salinas a Zedillo eran realmente críticas, Con un déficit en cuenta corriente de más de 30 mil millones de dólares para el 1995; vencimientos de deuda externa por más de 20 mil millones y vencimientos de Tesobonos por 22 mil millones de dólares que se colocaron a 3 meses, más un régimen cambiario rígido con un deslizamiento programado, reservas Internacionales en ceros, y un desordenado boom de crédito en el sistema bancario, no era de extrañarse que en menos de 28 días del inicio de la Administración, la economía estallara como una olla express. Salinas no quiso devaluar y le dejó la bomba al que seguía.
Hoy México cuenta con reservas internacionales por 200 mil millones de dólares equivalentes a la deuda externa del Gobierno Federal más la de Pemex; un sistema cambiario de libre flotación. El déficit en cuenta corriente es poco significativo, La banca no presta y por esta razón se presenta como sobrecapitalizada. Pero esta Administración, como todas, va a dejar otras bombas de tiempo activadas a quien le siga; sea de Morena o del Gobierno de Coalición: no hay amortiguadores para el gasto, Pemex y CFE, falta de medicamentos, pésima calidad de la educación, falta de energías renovables, inseguridad, corrupción desbocada, opacidad, finanzas públicas endebles.
El Paquete Económico 2024 representa la última oportunidad para dar resultados efectivos a la sociedad, Se trata de desactivar las bombas, no de dar más dádivas.
Columna Perspectiva Bursamétrica de Ernesto O'Farrill Santoscoy en El Financiero
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