Cada vez que el tipo de cambio del peso frente al dólar sube, empiezan a surgir las inquietudes respecto a la posibilidad de que estemos ante un cambio de tendencia y veamos ahora un proceso sistemático de depreciación de nuestra moneda.
Apenas el viernes pasado la cotización estaba en 16.85 pesos por dólar y ayer por la mañana llegó a tocar los 17.37, es decir, un incremento de 3 por ciento en poco más de dos días.
Para entender este movimiento hay que tomar en cuenta varios factores.
1.- No se trató de una caída exclusivamente del peso, sino de la mayor parte de las monedas de los mercados emergentes.
2.- La razón de este movimiento fue el contrapunto entre la percepción de los participantes en los mercados, que visualizan que la Reserva Federal recortará en un cuarto de punto sus tasas de interés en el primer trimestre de este año, con la insistencia de los funcionarios de la Reserva Federal, en cuanto a que el proceso de recortes será cauteloso.
De hecho, algunos visualizan que estamos en un “tour de force”, en el que los inversionistas pretenden que las autoridades ajusten su decisión a sus expectativas.
Empezaron a correr versiones desde el lunes respecto a la presunción de que este movimiento del peso frente al dólar estuviera causado por preocupaciones electorales o por el temor a una crisis fiscal en el país.
La realidad es que, hablando con algunos grandes inversionistas, uno llega rápidamente a la conclusión de que esos no son factores que, al menos por ahora, estén afectando a la cotización de nuestra moneda.
Es diferente el nivel de preocupación que tienen los empresarios mexicanos ante el proceso electoral local, que el observado por los extranjeros.
Los primeros siguen con todo detalle los avatares de la política, mientras que los segundos le ponen atención principalmente a los fundamentales de la economía.
En contraste, algunos de estos inversores globales están más preocupados de lo que pueden traer consigo las elecciones en Estados Unidos.
No por el hecho de que Trump vaya a hacer tronantes declaraciones en contra de la migración o a recuperar el discurso sobre el cierre de la frontera. Eso se ve como parte del ruido político que trae consigo el proceso electoral.
El motivo principal de la preocupación es que la presencia de Trump en la Casa Blanca vaya a acentuar los riesgos geopolíticos a nivel global.
Imagine simplemente que volviera con un discurso rabiosamente antichino; que dejara que Ucrania se valiera por sí misma en materia de defensa, regresando a su buena relación con Putin; que dejara al gobierno de Israel sin controles para que hiciera lo que le viniera en gana en Gaza.
Pero, además, en un eventual mandato de Trump tocaría la revisión integral del TMEC en el año 2026, proceso que podría generar incertidumbre y presiones del gobierno de EU sobre México.
Sin embargo, las preocupaciones derivadas de esta circunstancia no van a hacerse visibles en los próximos meses.
Hoy y quizás en lo que resta del año, los movimientos del tipo de cambio no tendrán un componente doméstico, sino que estarán relacionados con el entorno global.
Columna Coordenadas de Enrique Quintana en El Financiero
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