En realidad la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo habló de una discusión no solo amplia, sino “muy amplia” antes de que se apruebe —espero que no en septiembre— la iniciativa de reforma del poder judicial elaborada por el equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Antes de continuar, elogiemos la sensatez de AMLO. El sábado la portada de Reforma parecía dar la razón a quienes aseguran que hay un pleito entre el presidente y la presidenta electa: “Se impone AMLO, sí va contra Corte”. El diario de la familia Junco enfrentaba los dichos de Andrés Manuel, del viernes, y Claudia, del jueves:
- Claudia Propone: “Todavía no está definido (el proceso para las reformas). Mi posición es que tiene que abrirse un diálogo… y en su momento pues ya aprobarse”.
- ¿AMLO dispone?: Se le preguntó en la mañanera si podría aprobarse la reforma del poder judicial en el último mes de su gobierno, septiembre de 2024, y respondió: “Sí, sí… Ella (Sheinbaum) lo planteó en su campaña, ¿o no lo planteó?”.
Se suponía que ayer, en la comida entre el presidente y la presidenta electa, iba a ser durísimo el diálogo sobre tal reforma y nadie apostaba a que Claudia fuera a ser capaz de convencer a Andrés Manuel de abrir una discusión antes de que legisladores y legisladoras voten a favor o en contra de cambiar al poder judicial. Pero el acuerdo entre el presidente López Obrador y la presidenta electa Sheinbaum fue abrir una discusión “muy amplia”.
La pregunta ahora es qué tan amplio es lo muy amplio. Claudia, graduada en física, sabe medir la amplitud de una onda. Experta en matemáticas, seguramente también conoce a la perfección lo que es la goniometría, la técnica para medir ángulos y trazarlos. Pero la presidenta Sheinbaum no se refería a tales cálculos de amplitud cuando habló de una discusión “muy amplia” acerca de la reforma del poder judicial, incluido el papel de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Una discusión “muy amplia” en política, si va a darse en serio, necesariamente tiene que aceptar la participación de todos los puntos de vista, y en este contexto todos son todos, como la propia presidenta electa Sheinbaum dijo al enlistar entre quienes participarán en el debate a ministros y ministras de la corte suprema, cuyas decisiones contrarias a la 4T generaron la necesidad en el presidente López Obrador de cambiar radicalmente al poder judicial.
Encontré un artículo sobre la “filosofía de la amplitud”, en el que su autor, César Ramírez Caralvá, dijo que esta considera a la persona “como un ser que, por su propia esencia, nunca puede ser encerrado en un caparazón rígido o en una forma de vida definitiva”.
Así las cosas, una discusión “muy amplia” de la reforma debe partir de la aceptación de que quienes, a partir de septiembre, integren los grupos de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados y Diputadas no se encierren en el rígido caparazón de sus fanatismos ideológicos, que desgraciadamente dañan a demasiada gente tanto en la izquierda como en la derecha. Tampoco pueden ni deben considerar definitiva la iniciativa que recibieron desde Palacio Nacional.
Si no hay la decisión absolutamente racional de empezar la “amplia discusión” aceptando la posibilidad de la equivocación, entonces mejor ni intentarlo: dar atole con el dedo con un debate falso dañaría muchísimo, ya que incrementaría la intranquilidad de los mercados y decepcionaría a la gente juiciosa que votó por Claudia.
Leí acerca del secreto de uno de los grandes genios de nuestro tiempo, Steve Jobs: la amplitud mental, definida como: (i) pensamiento crítico, pero sobre todo autocrítico; (ii) el fomento de las culturas distintas a la propia; (iii) no solo abrazar la diversidad, sino tomarla como fuente de riqueza intelectual, y (iv) “aceptar los errores como parte del proceso creativo.
La amplitud —esto es, la cualidad de amplio— esencialmente se refiere “a la aceptación de la coexistencia de distintas ideas”. ¿Qué es lo contrario de amplitud? La cerrazón, “que puede definirse como la imposibilidad de entender un concepto, ya sea por prejuicio o por ignorancia”, esto es, la “característica de ciertas personas que se niegan a abrirse”, algo también conocido como “obcecación u obstinación, y es uno de los peores enemigos del progreso cultural”.
Mujer muy preparada en ciencia, Claudia sabe que quienes “carecen de amplitud mental rechazan a quienes consideran diferentes, ya que no comprenden que ellos también lo son ante los ojos de los demás. El origen de este desprecio suele ser un miedo muy profundo, probablemente a ser tratados de esa forma que ellos mismos adoptan, y esto lo vuelve muy contradictorio. Gracias a la amplitud llega el cambio, otro de los enemigos de las personas cerradas, y esto da lugar al crecimiento y la evolución de la sociedad”.
En resumidas cuentas, digamos no a la cerrazón ideológica y política para que en la discusión “muy amplia” sobre la SCJN y el resto del poder judicial la única regla sea la amplitud de criterio, esto es, la capacidad de analizarlo todo con ánimo desprejuiciado.
Termino con la pregunta del inicio acerca de la discusión “muy amplia” que propuso la presidenta electa Claudia Sheinbaum: ¿Qué tan amplio es lo “muy amplio”? Espero que sea suficientemente ancho el debate para que quepan todas las ideas, sin prisas y sin plazos fatales. ¿O no es fanatismo decir que, a fuerza, porque así votó la gente, debe haber una reforma en septiembre, aunque el peso se siga depreciando en un ambiente de finanzas públicas debilitadas y ya cerca de que llegue la hora en que nos podría aplastar el fantasma de las calificaciones crediticias? Nadie escribió en la boleta de votación: “¡A güevo la reforma en septiembre!”.
Bien entendido el sentido de la votación mayoritaria en 2024 solo acepta una interpretación: la sociedad mexicana decidió que gobierne Claudia Sheinbaum. Todo lo demás puede y debe ser debatido para mejorarlo o refutarlo. Afirmar otra cosa es dogma disparatado.
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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
Foto Presidencia
clh