Un equipo de botánicos ha hecho un notable descubrimiento al cultivar un árbol que se pensaba extinto, utilizando una semilla de mil años de antigüedad hallada en una cueva del desierto de Judea en la década de 1980.
Los investigadores, dirigidos por la Dra. Sarah Sallon del Centro Médico de la Universidad Hadassah en Jerusalén, creen que esta especie podría estar vinculada a un bálsamo curativo mencionado en textos antiguos, incluidos algunos de la Biblia.
La semilla fue desenterrada durante una excavación en Wadi el-Makkuk, al norte de Jerusalén, y a pesar de su antigüedad, se encontraba en excelente estado. Tras más de una década de investigación, Sallon y su equipo decidieron plantar la semilla, utilizando un método perfeccionado de germinación que habían desarrollado previamente con semillas de palmeras datileras antiguas.
Después de aproximadamente seis semanas, el árbol comenzó a brotar, lo que llevó al equipo a investigar su origen. Sallon propuso que podría ser la fuente del "tsori", un extracto medicinal del histórico Galaad, región conocida por su abundancia de vegetación.
Posteriormente, se identificó que el árbol pertenecía al género Commiphora, aunque no coincidía con ninguna especie conocida, lo que sugiere que podría ser un taxón extinto que una vez prosperó en la región.
Aunque el árbol ha crecido casi 3 metros y tiene más de 14 años, no ha florecido ni dado frutos, lo que dificulta una identificación definitiva. A pesar de esto, los análisis fitoquímicos revelaron compuestos medicinales en su resina, lo que llevó al equipo a concluir que, aunque no es el famoso bálsamo de Judea, el árbol podría ser un pariente cercano, rico en propiedades curativas.