El pan de muerto, tradicional de las celebraciones del Día de Muertos en México, tiene sus raíces en la época colonial, aunque se inspira en prácticas rituales de las culturas prehispánicas.
Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), su forma redonda simboliza el ciclo de vida y muerte, mientras que la "bolita" en el centro representa el cráneo humano y las tiras en cruz evocan los huesos, orientados a los puntos cardinales y también representando las lágrimas por los difuntos.
El pan suele llevar aromas de azahar o naranja, porque se cree que el aroma ayuda a los muertos a reconocer el lugar al que deben regresar, junto con la luz de las velas y los colores vivos. En algunas regiones, el pan se tiñe de colores como el rojo, reforzando su simbolismo.
Tradición en Toda la República
El pan de muerto es un alimento querido por casi toda la población en México.
En 2023, alrededor del 94% de los mexicanos consumieron al menos una pieza durante la temporada de Día de Muertos, y se espera que en 2024 esta cifra suba al 95%, según Statista.
La pandemia de COVID-19 redujo el consumo en algunos años, pero el regreso a la normalidad ha revivido esta costumbre ampliamente celebrada.
Patrimonio Cultural de la Humanidad
La relevancia del Día de Muertos, donde el pan de muerto tiene un rol central, fue reconocida en 2003 por la UNESCO, que declaró esta festividad como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Esta distinción subraya la importancia del Día de Muertos como una expresión cultural profundamente arraigada en México y con gran reconocimiento mundial.
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clh