Lo cierto es que “Casa Abierta al Tiempo” ha sido un lema afortunado para la UAM que contrasta con “Por mi raza hablará el espíritu”, de la UNAM, que hoy suena ya políticamente incorrecta pues se ha confirmado que no hay razas entre los humanos; todos tienen origen y genética común. Tendría que modificarse el lema creado por José Vasconcelos a algo como: Por mi cultura hablará el espíritu; o al revés. Lo cierto es que las frases de la UNAM y de la UAM tienen en común el sentido del pasado y de lo mexicano, indígena en un caso, mestizo en la otra: ambas enraizadas en la cultura que nos antecede, nos conforma y nos trascenderá, si persiste ese sentido de lo mexicano.
Por otra parte, si el puma se ha convertido en un símbolo de la UNAM por inteligentes, rápidos, feroces y de carácter noble, la pantera negra lo es de la UAM porque representa la unión de los esfuerzos y el trabajo constante hacia un fin común. Ambos felinos tienen raigambre mesoamericana y se han convertido en símbolo no sólo de la sección deportiva, también del conjunto de las dos instituciones.
En 1975, Miguel Grunstein realizó la película documental In Calli Ixcahuicopa, sobre la fundación y construcción de la UAM. Por razones aparentemente desconocidas, nunca se estrenó sino hasta 2023, cuando se restauró y se proyectó en la Cineteca Nacional; todavía no está disponible de manera gratuita en las redes sociales de la UAM, algo que debieran de ofrecer en este 50 aniversario de la institución.
II. Actualidad
Me llamó la atención el reciente artículo de Federico Arreola sobre lo que califica como “Deprimentes resultados de las universidades mexicanas, todas”, donde presenta el “ranking” de las universidades de América Latina 2024 publicado por Times Higher Education, y da cuenta de la “lamentable la situación de nuestras universidades. Solo hay entre las primeras 10, el Tecnológico de Monterrey, y cayó notablemente respecto de la clasificación de 2023: de la cuarta posición pasó a la séptima. ¿La UNAM? Se mantuvo en el mismo lugar 15″; la UAM aparece en la posición número 40.
Es decir, sólo aparecen dos universidades públicas, la UNAM y la UAM; primero y segundo lugar en México en ese universo. Estas mediciones son relativas y cambian de acuerdo a los criterios. Si son objetivos, si subjetivos, si corresponden a cantidades antes que a cualidades. Al parecer, Times Higher Education no estima el impacto social y la calidad de las instituciones sino que privilegia su infraestructura, presupuesto y riqueza. En este sentido, se entiende la posición sobre todo de la UAM que comparada en estos últimos rubros con la UNAM (y con la mayoría de las universidades enlistadas de Latinoamérica) resulta asimétrica. No obstante, existen otras formas de medición que arrojan resultados distintos y que otorgan una mejor posición a la UAM y a su modelo educativo (1. Transdiciplina; 2. Sostenibilidad; 3. Innovación; 4. Tecnología; 5. Tradición social), que observan el nivel de sus académicos e investigadores, y la productividad de los mismos.
Por otra parte, se trata de una institución con potencial de crecimiento sobre todo en lo que concierne al vínculo con su entorno social y a la adaptación a los nuevos tiempos. Habría que observar otros “rankings” así como sus criterios para valorar a las universidades mexicanas; y claro, la autocrítica y la transparencia (como se demanda en el contexto político mexicano actual) permitirán un mejoramiento de las instituciones educativas.
III. Testimonio
Cuando realizaba yo mis estudios de licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en Ciudad Universitaria, compartía hospedaje con un compañero que estudiaba en la UAM Xochimilco la carrera de Biología. Me resultaba extraño que alguien asistiera a una institución que me sonaba lejana pues, llegado de Tabasco, mi universo absoluto era la UNAM.
Me extrañaba el sistema de educación trimestral frente al semestral de la mayoría de las instituciones educativas, asimismo me resultaba intrigante el hecho de que este compañero constantemente hablara de trabajo en equipo y de su interacción democrática, digamos, con los profesores.
Actualmente, estoy por concluir la Maestría en Literatura Mexicana Contemporánea (MLMC; enero de 2025, sólo restará concluir la tesis) en la UAM Azcapotzalco y mi testimonio va dirigido a destacar la intensidad del sistema trimestral frente al relajamiento del semestral; no se dispone de mucho tiempo para el esparcimiento. Se debe a que en cada trimestre, compuesto de once semanas activas, se realizan abundantes lecturas, reportes de lectura, análisis de textos y revistas, exposiciones en equipo e individuales (acaso esté mal formado, tal vez no, mas prefiero la individualidad), trabajos finales, ensayos, proyectos pragmáticos (de antologías, talleres, material didáctico…), seminarios de tesis, encuentros de tesistas con sus asesores y lectores internos y externos, pues hay la exigencia de avanzar en la investigación y procurar terminar a la par de la conclusión de las Unidades de Enseñanza Aprendizaje (UEA, lo que son materias en otros ámbitos); adicionalmente, participación en seminarios internos y presentaciones en otras universidades o en ferias de libro, uso de plataformas virtuales interactivas, etcétera.
Del total de las 18 UEA’s que componen la maestría –tres por trimestre; seis trimestres–, 16 han sido impartidas por profesores y profesoras con doctorado; dos, con maestría, uno de estos, miembro de la Academia de la Lengua de un país latinoamericano; de hecho, la UAM es la primera universidad en México con mayor número de profesores investigadores con doctorado. Estudios doctorales realizados tanto en México como en el extranjero, en universidades públicas y privadas.
Es decir, mi experiencia como estudiante de posgrado en la UAM ha sido realmente valiosa, enriquecedora, he obtenido información, enseñanza y conocimiento; ha sido mejor de lo que esperaba. Una maestría avalada por el Sistema Nacional de Posgrados del Conahcyt. Para finalizar, del Segundo Encuentro de la Sexta Generación de la MLMC, comparto el párrafo introductorio a la presentación del avance de mi tesis –ópera y literatura mexicanas contemporáneas– que tiene que ver con el tiempo planteado arriba y con lo contemporáneo, y que me parece vale para terminar esta reflexión:
“Esta investigación bien podría adscribirse solamente al sentido de lo contemporáneo propuesto por Giorgio Agamben, tomado de Roland Barthes, quien a su vez citaba a Nietzsche: que lo contemporáneo es lo intempestivo, una suerte de sub specie aeternitatis (Spinoza). Esto es, la perspectiva de la eternidad en la cual nos abstraemos de nuestro tiempo para ver todos los tiempos y con ello todo lo que vale la pena de la existencia humana; como proponen también Séneca o incluso Montaigne. Una bella idea, sin duda”.
|Descubro que en 2009 se estrenó un himno de la UAM, creo que valdría la pena realizar una nueva grabación y producción del mismo.
Columna de Héctor Palacio en SDP Noticias
X: @NietzscheAristo
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