México.- El trastorno de ansiedad por enfermedad o hipocondría, como se conoce popularmente, es una condición que desarrollan los pacientes al creer que ciertos padecimientos en su cuerpo son un síntoma de algún mal.
Puede haber niveles de este trastorno. Algunas personas desarrollan la idea de la posible afección un par de días, luego lo olvidan y pueden seguir con su vida. Otras llegan a tener limitaciones en su funcionamiento cotidiano por pensar en los síntomas, los males probables y en la búsqueda de soluciones. Luis Carlos Faudoa Mendoza, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, comentó que “estos pacientes suelen ser poco queridos por el personal de salud”, debido a que asisten con regularidad e insisten en diagnósticos falsos.
Aunque no existen cifras recientes de la prevalencia del trastorno, en 2017, el coordinador de la Clínica de Género y Sexualidad del Instituto Nacional de Psiquiatría Dr. Ramón de la Fuente Muñiz, Alfredo Whaley Sánchez, aseguró que en México 14 de cada 100 personas pasa por un proceso de este tipo alguna vez en su vida (https://bit.ly/3OI4NVh).
No es obsesivo-compulsivo
Dolores Mercado Corona, docente de la Facultad de Psicología (FP), explicó que “este trastorno puede llegar a una situación extrema, ser lo único que piensa la persona. Las ideas como: ‘estoy mal’, ‘qué me va a pasar si me muero’ y otras parecidas que se repiten y afectan la vida cotidiana son parte de esta condición”. Asimismo, aclaró que el trastorno de ansiedad por enfermedad no es obsesivo-compulsivo, pero comparte algunas características.
Faudoa Mendoza coincidió en que “por lo general tiene en común mucho de comorbilidades con los trastornos de ansiedad; fisiopatológicamente comparte características con los neurotransmisores y las vías en el cerebro”, aunque esta condición aún carece de estudios suficientes para concretar más especificidades.
“Alguien que ya tiene este problema siente alivio después de que el personal de salud descartó algún padecimiento. Pero los siguientes días vuelve a estar intranquilo por la misma enfermedad u otra nueva. Aquí es cuando se hace adictivo tener inquietud, luego certeza, enseguida placer, con el tiempo su cuerpo se acostumbra a ello”, dijo Faudoa Mendoza.
En ciertos casos la depresión o ansiedad se manifiesta antes que la hipocondriasis, agregó, pues “si el paciente dura mucho tiempo con alguno de estos trastornos y acude varias veces al médico se va formando esta necesidad hasta que se transforma en hipocondriasis. Pero también puede ser al revés, primero se puede generar el desorden y luego la ansiedad o la depresión”.
Antes de llegar al pánico o pensar que tal vez algún síntoma en el cuerpo es parte de una afección, Mercado Corona recomendó que “si el problema perdura después de seis meses, entonces se tiene que descartar la idea de un posible trastorno de ansiedad por enfermedad y acudir a consulta médica”.
Importancia del ambiente
A veces la educación en el hogar o la forma en la que uno se relaciona con las personas crean un ambiente que ayuda a que el trastorno prospere. Tanto Mercado Corona como Faudoa Mendoza coincidieron en que la manera en la que se recibió atención a padecimientos físicos en la infancia es de donde se alimenta esta condición.
“Por ejemplo, si desde pequeño el paciente vive en un núcleo familiar donde hay ansiedad y preocupación. Mamá y papá están todo el tiempo intranquilos por la posibilidad de que tenga fiebre, lo llevan al doctor aunque no la tenga y maximizan cualquier característica que observan. Esto efectivamente enseña a las personas desde la niñez que son vulnerables, que pueden enfermar con facilidad y con cualquier síntoma que se presente desean ir al médico”, ahondó el experto.
La docente de la FP lo observa como un trato que se puede evitar. En lugar de tomar distintas situaciones con extrema preocupación y transmitir que es terrible cualquier síntoma, se puede cambiar por palabras de aliento y calma.
Otra cuestión que se desarrolla en la infancia y repercute en este trastorno es “cuando las personas han sufrido enfermedades fuertes durante este periodo de vida y relacionan automáticamente cualquier síntoma con el dolor o el reposo prolongado”, destacó Mercado Corona.
El trastorno también puede prosperar en edades avanzadas –afectando sobre todo a quienes lo desarrollaron en épocas más tempranas de la vida– con el uso de la tecnología. Lo que pasa es que “el miedo a tener alguna enfermedad es alimentado si el paciente comienza a investigar en internet acerca del tema”, explicó Mercado Corona.
El académico de la FM también observó el problema que tienen los pacientes con las búsquedas en internet: “cuando salen de la consulta entran al buscador para ver qué tanto es verdad y qué tanto mentira, de esta forma generan desconfianza hacia los médicos”.
La automedicación y la no medicación
Faudoa Mendoza identifica que estos pacientes pueden recurrir al extremo de la automedicación o a no medicarse en absoluto. “Incluso tienen miedo a los efectos secundarios. Revisan en la caja de los medicamentos recetados la lista de estas secuelas, por esta razón no los quieren tomar o cuando tienen esos síntomas secundarios regresan a reclamar al médico”, sostuvo el académico.
De los pacientes que sí se automedican, Mercado Corona resaltó que esta práctica es peligrosa y contraproducente. Porque muchas veces los medicamentos que toman anulan sus efectos entre sí. Otras pueden causar problemas en los riñones u otros órganos.
¿Hay más de un tipo?
Esta condición se caracteriza principalmente porque él o la paciente se obsesiona con la idea de padecer una enfermedad y busca a personal de salud para que le diagnostique lo que piensa que tiene. Pero también existen personas que creen que sufren el padecimiento, pero no asisten a consulta médica.
“Sienten mucha ansiedad de ir a consulta y evitan el contacto con la situación, cuando podrían tener algún problema de salud o sensación en su cuerpo. Eluden ir al médico porque les causa mucha ansiedad que les confirmen, por ejemplo, que tienen cáncer, que van a morir, que sólo vivirán 15 días”, explicó la docente de la Facultad de Psicología.
Una posible solución
Comprender que esta condición puede representar un problema en el organismo es el primer paso para llegar a la terapia cognitivo-conductual, la cual recomienda Mercado Corona. “Está dirigida específicamente a tratar de lograr un cambio en el conocimiento de una estructura que designa algo como peligroso”.
La recomendación es evitar las res- puestas instantáneas y alarmantes ante cualquier síntoma en el cuerpo, esperar y observar si realmente existe una enferme- dad. La experta sostiene que “cambiamos nuestras cogniciones a lo largo de nuestra vida. No somos los que éramos hace 10 o 20 años, porque nuestras experiencias nos van modificando”. En el consultorio se pueden recomen- dar tareas específicas para el o la paciente y después revisar lo que aprendieron y cómo se sintieron. Sin embargo, el mayor esfuerzo se hace fuera de las sesiones terapéuticas, concluyó.
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Foto UNAM
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