Si eres de los que al día siguiente de la cena de Navidad se lanzan de nuevo a la cocina, lo más probable es que no falte el "recalentado". Ese acto casi ritual de volver a disfrutar los platillos de la víspera, que aunque en teoría sobraron, terminan siendo la estrella del día siguiente.
En México, esta práctica es tan común como la propia cena de Navidad, pero, ¿por qué recurrimos tanto al recalentado? Aquí te contamos más sobre esta tradición que, lejos de ser solo un gesto de aprovechar la comida, se ha convertido en una costumbre que va más allá de lo culinario.
El recalentado no es una invención exclusiva de México; es una tradición en varios países, pero en nuestro país adquiere un sabor especial. Lo que se conoce como "recalentar" es simplemente la acción de volver a disfrutar los platillos que sobraron de la fiesta del 24 de diciembre, generalmente el 25, pero muchas veces hasta días después. La razón detrás de esta costumbre es bastante práctica, pero también tiene un toque cultural que la hace única.
Primero, está la cuestión del aprovechamiento. Las cenas de Navidad son conocidas por su abundancia, y, sobre todo, por la variedad de platillos que se preparan: desde el pavo, los romeritos, el bacalao, hasta el tradicional pozole.
Con tantas delicias sobre la mesa, siempre quedan sobrantes, y el recalentado es la forma de no desperdiciar nada de lo que se cocinó con tanto esfuerzo. Pero, además, los expertos aseguran que muchos guisos, sopas o incluso pastas, al reposar, intensifican su sabor. Así que el recalentado no solo es una necesidad práctica, sino una oportunidad para disfrutar de un sabor más profundo y concentrado.
Sin embargo, no todo es tan sencillo como poner la comida en el microondas y esperar que salga como nueva. De acuerdo con la Agencia de Estándares de Reino Unido (FSA), recalentar los alimentos debe hacerse con ciertos cuidados para evitar que se alteren o presenten riesgos para la salud.
Es recomendable recalentar la comida solo una vez y, de ser posible, hacerlo en la estufa en lugar de en el microondas, ya que el calor más controlado permite una mejor distribución y evita que algunos alimentos, como el pollo o los embutidos, sufran alteraciones que puedan hacerlos menos seguros para el consumo.
También es importante el tipo de recipientes que se utilizan para guardar los sobrantes. Algunos materiales pueden generar reacciones químicas con ciertos alimentos, lo que cambia su sabor e incluso su composición, especialmente en productos como el huevo o las espinacas. Por lo tanto, hay que poner atención en cómo y en qué se almacenan los alimentos para evitar accidentes.
Pero más allá de los aspectos prácticos, el recalentado se ha convertido en una actividad que fomenta la convivencia familiar. Después de la maratón de la cena de Nochebuena, el recalentado permite reunir a la familia en un ambiente más relajado, sin la presión de tener que preparar todo desde cero.
Los platos que ya han pasado por la magia del "reposo" también se disfrutan mejor en un ambiente distendido, acompañado de historias y anécdotas que siguen de una noche llena de risas y recuerdos.
El recalentado, en pocas palabras, no solo es una forma de evitar que la comida se pierda. Es una extensión de la celebración navideña, un momento para seguir compartiendo con seres queridos, disfrutar de los sabores tradicionales y, por supuesto, seguir la tradición de no dejar nada en el plato. En México, lo que sobra de la cena navideña no es solo un recalentado, es otro motivo para reunirse y seguir celebrando.
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