AMLO le desea ‘suerte’ a Biden y no ‘éxito’. Sutil diferencia, pero de enorme profundidad.
López Obrador ya puede presumir que fue el penúltimo de los líderes mundiales en felicitar a Biden por ser el próximo presidente de los Estados Unidos (solo le ganó Jair Bolsonaro de Brasil). Hasta Putin lo felicitó primero. Antes lo había hecho Xi Jinping de China y anteriormente Maduro de Venezuela y Díaz-Canel de Cuba.
Obviamente, más que presunción, debería ser vergonzoso.
Pero conociendo al líder de la 4T, donde desde su óptica todo gira alrededor de él, aun en este momento en que quedó como el aplaudidor de Trump y olvidó toda forma de diplomacia, lo importante en la carta felicitación fue ¡hablar de sí mismo!
Con la excusa de evocar un encuentro de hace algunos años, el segundo punto de la carta de felicitación al futuro mandatario fue el propio López Obrador. Reiterarle “el ideal [que él tiene] de transformar a México y el propósito de desterrar la corrupción política, causa principal de la dolorosa desigualdad y de la violencia que padecemos”.
Nadie niega la valía de tal objetivo (del cual, por cierto, la Cuarta Transformación no ha hecho otra cosa mas que alejarse). No obstante, todo el sentido de la misiva era extender una sentida y respetuosa felicitación. En lugar de eso, nuestro candidato/presidente se promocionó y mostró que, para López Obrador, lo único que importa y quien debe detentarlo todo es el mismo López Obrador.
Si a Luis XIV de Francia, el Rey Sol, se le recuerda por construir Versalles y por actuar en consonancia con la frase —que, por cierto, nunca pronunció— “el Estado soy yo”, a López Obrador ya se le podrá recordar por una expresión tampoco dicha por él pero harto practicada: “el mundo soy yo”.
Así la carta, como todo lo demás desde la visión de López Obrador, tan solo se trata de un “yo”.
Desaparecer fideicomisos y programas sociales para “yo” dar los apoyos monetarios de forma directa. Buscar desaparecer el INAI, el IFETEL y demás organismos reguladores para “yo” decidir lo que debe restringirse, lo que está bien o lo que está mal. Ir de gira porque solo “yo” puedo placearme por las calles. Y continua... Vaya, dominarlo todo para encausarlo a partir de su realidad del mundo.
Una donde invita a Estados Unidos a la cooperación en la relación bilateral, para inmediatamente después negarla al hablar de lo que AMLO entiende por soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Una donde los resultados son producto de la chanza y no del esfuerzo ni de la capacidad. Y por eso, en la comunicación a la que este escrito alude, AMLO le desea ‘suerte’ a su homólogo norteamericano y no ‘éxito’. Sutil diferencia, pero de enorme profundidad y que refleja la forma de ver el trabajo en el servicio público de nuestro mandatario.
Si entendemos que para López Obrador no solo el Estado es él sino el mundo entero, podremos entonces comprender la razón detrás de que este se comporte como el eterno candidato para la audiencia nacional pero también más allá de nuestras fronteras. Una verdadera pena; de pena ajena.
Columna de Verónica Malo Guzmán en SDP
clh
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