Trato de ver las conferencias de prensa matutinas del presidente de México casi todos los días. Cuando terminan las mañaneras, a las 9 am regularmente, intento discernir cuáles fueron las noticias. Y siempre llego a la misma conclusión, recordando la frase de Reuven Frank, ex presidente de NBC News: “las noticias son lo que el condenado gobierno diga que son”. Frank fue una figura clave en sacar de la sombra a las noticias de la televisión. Enfatizó la importancia de las imágenes al contar historias. Fue mentor de periodistas como Tom Brokaw.
Amenaza y OpresiónNo tengo nada contra Rosario Robles, asegura López ObradorLa conferencia de prensa matutina de ayer (con todo y el rap “Digo lo que pienso” de Calle 13) y todas las versiones gubernamentales sobre la reforma constitucional en materia eléctrica, me recordaron un libro que leí en 1994, escrito por Paul H. Weaver, “Noticias y cultura de la mentira: cómo funciona realmente el periodismo” (The Free Press, 1994) https://amzn.to/3nriHNZ.
Exjefe de la oficina de Washington y editor adjunto de la revista Fortune, el doctor Weaver fue profesor de ciencia política en la Universidad de Harvard y miembro del Aspen Institute, American Enterprise Institute y Hoover Institution.
Después de analizar el período de 1980 a 1992 en Estados Unidos, la tesis principal de Weaver es que prensa y gobierno estadounidenses tenían un problema sistémico: no hacen lo que dicen hacer, lo que deberían hacer y lo que la sociedad espera que hagan.
Revisé mis notas sobre el libro y aquí van algunas de las principales ideas de Weaver:
Weaver cita en su libro, como ejemplo, las políticas públicas para eliminar el déficit, que se encuadraron en la enmienda Gramm-Rudman-Hollings. Cualquiera que leyera un periódico o mirara las noticias por televisión pensaría que el Congreso y la administración Reagan estaban luchando heróica y dolorosamente para contener el gasto público y reducir el déficit. Sin embargo, detrás de la cortina de humo, los comités del Congreso y los funcionarios federales estaban aumentando el gasto y agregando nuevos programas en los procesos de presupuestación y asignaciones anuales de rutina. Como resultado, escribe Weaver en su libro, “no hubo noticias de que el gobierno aumentaría el déficit a pesar de que eso era lo que estaba sucediendo”.
La lección principal del libro de Weaver es que “Los medios de comunicación y el gobierno han creado una farsa que sirve a sus propios intereses pero que engaña al público. Los funcionarios satisfacen la necesidad de dramatismo de los medios de comunicación inventando crisis y gestionando sus respuestas en el escenario, aumentando así su propio prestigio y poder. Los periodistas informan diligentemente sobre esas fabricaciones. Ambas partes saben que los artículos son manipulaciones que se engrandecen a sí mismas y no informan al público sobre los temas más complejos, pero aburridos, de la política y la actividad del gobierno”.
Más lecciones del libro de Weaver sobre su análisis del período de Ronald Reagan, el “gran comunicador”:
La práctica de los medios de centrarse en los manipuladores y sus maquinaciones, en lugar de en cuestiones de fondo, es quizás inevitable porque refleja varios aspectos de la cultura estadounidense. Las personalidades son más convincentes que las instituciones, los hechos a menudo son inciertos, la capacidad de atención es breve y la simplificación es la norma.
Pero el enfoque de los medios tiene varias consecuencias, según Weaver:
Quizás la consecuencia más grave del enfoque de los periodistas en las crisis y los conflictos es que tanto ellos como el público se vuelven ciegos ante los problemas sistémicos. Weaver argumenta:
Weaver tiene razón. El público estadounidense, desconfiado, ha llegado a depender de hechos, datos, encuestas y, presumiblemente, estudios científicos. La gente es cada vez más reacia a creer cualquier afirmación que no esté respaldada por investigaciones estadísticas. Pero entonces llegó otro problema: se desarrolló una industria para crear la investigación que legitima las posiciones políticas. Los debates sobre políticas públicas ahora giran comúnmente en torno a estimaciones competitivas de costo, efectividad o riesgo, más que en torno a los méritos intrínsecos de una propuesta.
Weaver hace algunas consideraciones finales en su libro:
Columna de Javier Treviño enb SDP Noticias
Fotografía de Moisés Pablo en SDP
clh
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