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Lunes, 29 de Abril de 2024

El silencio de los sumisos

Es el regreso a un presidencialismo autoritario que cuenta con el silencio cómplice de la oposición
Jueves, 18 de Noviembre de 2021 10:37
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Municipios Puebla

El primero de septiembre de 2018, al tomar posesión la LXIV Legislatura y con AMLO como presidente electo, se presentó un hecho histórico, un cambio en la integración en el Congreso de la Unión donde un solo partido obtuvo la mayoría simple en ambas Cámaras, después de 25 años de que se había rotó la hegemonía del PRI y como un logro de la democracia, un gobierno dividido.

Hace tres años, aún con la algarabía del triunfo de AMLO y de que Morena se convertía en el partido mayoritario -como lo fue el PRI durante 70 años- surgieron dudas y expectativas sobre cuál sería el destino político del país. Saber si nos dirigíamos realmente a lo que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador había denominado como “la Cuarta Transformación” o si regresaríamos al siglo XX del PRI, con un partido hegemónico y un presidente con poderes “metaconstitucionales” y a un gobierno centralista y antidemocrático, terminando con los gobiernos divididos, la pluralidad y la alternancia en el poder.

El retroceso

Lamentablemente pasó lo que nadie quería, el regreso al presidencialismo absolutista, donde la única voz es la del presidente, donde Morena y sus partidos satélites como el PT y PVEM solamente están en la Cámara para levantar la mano y votar a favor de las iniciativas que envíe el señor presidente, sin mover una sola coma.

A lo anterior, se suma la conformación del Gabinete, que, como lo ha expresado en varias ocasiones el jefe del Ejecutivo, quedó constituido con 90 por ciento de leales y 10 por ciento de profesionales. Estos funcionarios no hablan ni atienden profesionalmente sus despachos, simplemente son personas que administran dependencias que funcionan como simples oficialías de parte y, aquellos que han tenido la osadía de pretender corregir un mal procedimiento, una mala ingeniería o un absurdo, han sido regañados, denigrados y humillados públicamente.

Por eso tenemos un Gabinete “de palo”, sólo aparecen cuando el presidente los convoca en las mañaneras, no asisten a foros, eventos o lugares a los que su responsabilidad al frente de su dependencia se los exige, por cierto ¿dónde está el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O?, o el Gabinete de seguridad que solo aparece en las mañaneras y si, supuestamente tienen una reunión diaria, tal parece que no sirven, porque la inseguridad está peor que con sus antecesores; ¿dónde está el secretario de Comunicaciones y Transportes?, porque lo que se ve, es que el presidente le da órdenes a su subsecretario para “mangonear” ciertas obras y presupuestos.

Existe otra clase de funcionarios de primer nivel, los que se caracterizan por un servilismo feudal, como Rocío Nahle, Octavio Romero, Román Meyer, Delfina Gómez y Luisa María Alcalde Luján o los que se convierten en ejecutores de una política de terror, como el Fiscal General, Alejandro Gertz, el vocero presidencial, Jesús Ramírez, la Tesorera de la Federación María Elvira Concheiro Bórquez, su ex esposo, Pablo Gómez, recién nombrado en la UIF y el subsecretario de Educación Superior y hermano de la Tesorera, Luciano Concheiro Bórquez.

Están también los gobernadores de Morena que han convertido sus estados en departamentos del Ejecutivo Federal, como la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, que sólo cumple órdenes de Palacio Nacional al igual que las recién estrenadas gobernadoras de Campeche y Colima o el gobernador de Sonora.

El nuevo centralismo

El diseño de gobierno propuesto y ejecutado por AMLO es un gobierno centralista y conservador, muy diferente a los principios que dieron origen a la nación mexicana consagrada en la Constitución bajo los ideales federalistas de la independencia de Estados Unidos y los principios de la Revolución Francesa.

Ahora que se aprobó la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación, bien vale recordar los ensayos titulados “Los artículos de la Federación”, de Alexander Hamilton, en colaboración con James Madison y John Kay, publicados bajo el seudónimo de Publius, que exponen la importancia de la participación de los estados dentro de la vida democrática: “¿Pueden los gobiernos de los estados llegar a ser insignificantes cuando tienen el poder de recolectar el dinero en forma independiente y sin control? Si son realmente importantes, si están calculados para promover los intereses esenciales de las personas, ellos deben tener su confianza y su apoyo”.

La propuesta de AMLO se parece mucho más a la promulgación de la Constitución de 1836 o de las Siete Leyes de Antonio López de Santa Anna, donde se instauraba un supremo poder conservador que suprimía la división de poderes -como AMLO ha intentado con la SCJN y con el sometimiento del Congreso- otra de las siete leyes, estaba relacionada con alterar la división territorial para hacer una República centralista, AMLO ya ha propuesto en su mañanera que Ecatepec pase a formar parte de la CDMX y así en todas las zonas metropolitanas del país y con la instauración de una Guardia Nacional dependiente del Ejecutivo.

Ante esto, la oposición ha guardado un silencio cómplice que alimenta y acrecienta el poder absoluto del presidente que, para someter, ejerce poderes “metaconstitucionales” a imagen y semejanza del PRI del siglo pasado.

Por otra parte, está una buena parte de la sociedad que ha preferido callar a exigir sus derechos, servicios básicos y condiciones que abran oportunidades. Son quienes de manera conformista esperan dádivas, desde empresarios como Ricardo Salinas o Carlos Slim que esperan grandes y jugosos contratos, hasta personas humildes que esperan la ayuda gubernamental.

Es el regreso a un presidencialismo autoritario que cuenta con el silencio cómplice de la oposición y que capitaliza la cada vez más marcada polarización de la sociedad.

Columna de Manuel Díaz en SDP Noticias
 
Fotografía Especial
 
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