El Banco de México anunció ayer la decisión de incrementar su tasa de interés objetivo en medio punto porcentual y fijarla en 6.5 por ciento.
La comunicación formal de esta decisión siempre se hace a las 13 horas a través de la emisión de un comunicado.
Ayer, nos enteramos del incremento en la conferencia mañanera cuando, para sorpresa de todos, la dio a conocer el presidente de la República.
Por la tarde, al participar en la Convención Bancaria, López Obrador, también de manera inusual para él, ofreció una disculpa pública a la gobernadora y a los integrantes de la Junta del Banxico por haber dado a conocer una información que no le correspondía revelar.
Los tres hechos que se produjeron ayer son relevantes, veámoslos cada uno por separado.
1.- El alza.
Por séptima vez consecutiva la Junta determinó incrementar la tasa de referencia. El ciclo alcista que continúa comenzó en junio del año pasado y se explica por la persistencia de presiones inflacionarias.
Apenas ayer, el Inegi refirió que, en la primera quincena de marzo, la inflación de los doce meses previos fue de 7.29 por ciento.
Hay un gran debate a nivel global respecto al efecto que puedan tener estas alzas sobre el nivel de la inflación, pues de acuerdo con algunos hay presiones sobre los precios que no derivan del exceso de demanda sino de problemas de costos.
El hecho de que el dinero se haga más caro puede no abatir suficientemente la inflación, pero sí conducir a que el ritmo de la actividad económica descienda.
Diversos economistas han expresado su temor de que, por ejemplo, en Estados Unidos, una secuencia demasiado prolongada de incrementos de los intereses vaya a conducir a una recesión.
Su temor deriva de que, en el pasado, los ciclos alcistas en las tasas a veces se han convertido en recesiones.
Pero, al mismo tiempo, muchos otros expertos piensan que a los bancos centrales no les queda otra que aplicar esta amarga medicina, pues de lo contrario lo que veríamos sería que las expectativas inflacionarias se elevan y con ello se arraiga un círculo vicioso que haría en el futuro mucho más complicado bajar la inflación.
Por lo pronto, dé por hecho que el ciclo alcista de las tasas en México seguirá todavía por varios meses, si no es que por un año completo.
2.- La impertinencia.
Por primera vez desde que hay registros, el presidente de la República se adelantó a revelar públicamente una decisión de la Junta de Gobierno del Banco Central.
En realidad, las decisiones de política monetaria no se toman los jueves por la mañana. Usualmente, desde el miércoles por la tarde ya se conoce cuál será la determinación, lo que también es conocido por el secretario y el subsecretario de Hacienda. No es una anomalía, es la práctica desde hace años.
También es usual que los presidentes de la República tengan esta información antes de que sea revelada al público. Hasta allí no hay cambios respecto al pasado, sin que por ello existan amenazas a la autonomía del Banxico.
Lo inusual es que el presidente dé a conocer esa decisión, con lo que dio la impresión de tener una injerencia que realmente no tiene en el Banco Central.
Sin duda fue una impertinencia del jefe del Ejecutivo.
3.- La disculpa.
Que el presidente López Obrador ofrezca una disculpa pública es inusual. No es proclive a admitir que se equivoca. Ayer lo hizo.
Reveló que fue informado de la decisión del Banco Central y que supuso que el dato ya era público, por lo que lo comentó en la conferencia mañanera.
No lo dijo así, pero claramente lo implicó. Fue algo como: ‘metí la pata’.
Ayer, en los pasillos de la convención de los banqueros en Acapulco, encontré a varios que no creían que hubiera sido un error.
Me parece que, en efecto, se equivocó y no fue un acto deliberado para poner en duda la autonomía del Banco de México.
Pero, más allá de creencias, el hecho de que reiterara su compromiso público con la autonomía del Banxico fue algo que no debe dejar de ponderarse.
Si el asunto sirvió para reiterar ese compromiso, algo bueno surgió de esta sacudida que tuvieron los mercados ayer.