En febrero 15 de 1999 la revista Milenio publicó una entrevista de Ciro Gómez Leyva con Andrés Manuel López Obrador, entonces dirigente nacional del PRD.
Reconoce AMLO a hombres que cedieron lugares a mujeres en MorenaHarfuch: dolor de cabeza para Marcelo, Clara, Zaldívar, Fuerzas Armadas y el propio AMLONo busqué ese número de Milenio Semanal para citarlo aquí. Sin que yo lo pidiera alguien ayer me lo hizo llegar por WhatsApp. Un querido y respetado amigo de Monterrey, Herminio Gómez, me envió fotografías de la portada y de la entrevista. Lo agradezco.
Leí de nuevo aquel trabajo del periodista ahora líder de audiencia en la radio y recordé algunos hechos:
1.- Yo era el director de Milenio. Un día Ciro me buscó para decirme que ya tenia la imagen de portada de ese número de la revista: la foto de AMLO con su hijo Gonzalo.
2.- No argumenté en contra de la decisión del señor Gómez Leyva por dos razones:
Ciro, como editor adjunto y periodista más talentoso de la empresa, era el responsable de decidir las portadas de Milenio Semanal, revista ya desaparecida.
Era muy buena la fotografía de Fernando Villa del Ángel.
3.- El título que Ciro había redactado para la portada —”El hombre que sacó del marasmo a la izquierda”— me pareció demasiado favorable a AMLO, y así se lo dije al director editorial adjunto del negocio que yo encabezaba y que era propiedad de Francisco González. El periodista Gómez Leyva replicó: “No hay exageración, es simplemente la verdad”. No sé si estuve de acuerdo, pero ahí terminó el diálogo. Pelear con periodistas por un frase es lo más inútil habido y por haber.
3.- Después de esa charla, quizá después de que se publicó la entrevista, me reuní con dos moneros que colaboraban en Milenio Semanal —José Hernández y Antonio Helguera, esta ya fallecido— y con un compañero de ellos, Rafael El Fisgón Barajas. Sabía que los tres confiaban en Andrés Manuel y, con ganas de provocarlos, les dije que veía excesiva la opinión de Ciro acerca de que el tabasqueño había sacado a la izquierda del marasmo. Lo que me comentaron lo recuerdo muy bien: “López Obrador es un extraordinario político, honesto y trabajador: el único en la izquierda que podrá derrotar al PRI y al PAN”.
4.- Años más tarde, cuando pude tratar de cerca a Andrés Manuel, comprobé que no mentían Ciro, Hernández, Helguera y El Fisgón.
5.- Pero en 1999 no me fijaba yo demasiado en AMLO. Pensaba, erróneamente, que los éxitos del PRD había que atribuirlos a Cuauhtémoc Cárdenas. Seguramente dedicaba casi todo mi tiempo al trabajo de administrar un negocio periodístico que nacía, así que no reflexionaba lo suficiente sobre la política, menos aún la de la izquierda mexicana; en Monterrey, donde yo vivía, no se hablaba mucho de izquierdismos de ningún tipo.
Citaré enseguida lo más importante de la entrevista de Ciro con Andrés
Supongo que debería pedir permiso al autor o a la empresa de Francisco González. No lo haré porque confío en que no se molestarán. Desde aquí mando un abrazo a todos los mencionados, Ciro, Villa del Ángel, Pancho, los moneros y Andrés Manuel.
Empieza Ciro Gómez Leyva su texto contando que la cita fue en la casa de AMLO “a las 6:45 de la mañana”.
Andrés Manuel había llegado a las once la noche de Quintana Roo, durmió poco y se iba a encabezar un mitin en la Huasteca hidalguense. Ciro lo acompañaría una parte del trayecto.
“Estamos en su departamento de cien metros cuadrados y dos recámaras en uno de los conjuntos de Copilco”.
“Su esposa Rocío prepara el desayuno para los tres hijos: José Ramón, Andrés y Gonzalo, de 16, 12 y ocho años, respectivamente”.
“Aparecen de uno en uno. Hablan de futbol y de la escuela. La aparición del padre no destruye la charla”.
“José Ramón y Andrés se despiden. La madre los bendice. Se van en metro al colegio”.
Andrés Manuel López Obrador en 1999 tenía 45 años de edad.
Ciro destaca lo que hizo AMLO con el tercero de sus hijos: “Jala a Gonzalo al sillón en donde posa para las fotografías”.
Andrés le contó a Ciro que había recorrido ya mil 500 municipios, “algunos dos o tres veces, y me metí a regiones en donde nunca había estado dirigente de partido alguno”.
Un colaborador de toda la vida, Alejandro Esquer, refuta a su jefe que, le parece, ha hecho un cálculo conservador: “Mil 800 municipios, cuando menos”.
Ciro pregunta a Andrés si le ha funcionado la estrategia de pueblear. Pregunta retórica: era obvio que había funcionado. Los triunfos en elecciones de gobernador de la izquierda, logrados por primera vez en su historia, hacían inútil la pregunta en términos de buscar un sí o un no, pero era el cuestionamiento más adecuado para desarrollar una explicación ante el éxito innegable de un movimiento político que, hasta antes de AMLO, había naufragado en lo electoral, a pesar de haber penetrado en la conciencia de una mayoría de la gente.
Respuesta de Andrés Manuel: “Los dirigentes del PRI y el PAN solo llegan hasta donde llega el pavimento —le da un beso a Gonzalo—. Esta es una de las razones por las que les va mal, porque llegan a las capitales, reciben informes, hacen una rueda de prensa y para atrás. No se meten a fondo a las regiones”.
Ciro subraya que de cada poblado AMLO parece guardar una anécdota.
Terminan las fotos en el apartamento de la familia López Obrador: “Nos vamos a Hidalgo, 7:15 de la mañana”.
Ciro nota que Andrés “se echa al hombro un portatrajes negro”.
En el camino Ciro Gómez Leyva pregunta y Andrés Manuel López Obrador responde: “Rompimos el esquema bipartidista PRI-PAN, concebido y diseñado desde la época de Salinas. Si me preguntas cuál es el logro más importante, te diría, con mucho entusiasmo, que es el haber roto ese esquema bipartidista”.
En el trayecto a Hidalgo, AMLO critica a los intelectuales orgánicos del salinismo. Le dice a Ciro: “Tú y yo sabemos quiénes son”. No da nombres, pero este sexenio, en las mañaneras, el presidente López Obrador los ha mencionado cientos de veces. Si lee mii columna le suplico a Andrés que nos regale dos o tres nombrecitos, si no es mucho pedir. No debería representarle ningún problema ya que, en cualquier caso, los va a criticar mañana lunes y el martes y la próxima semana y en 2024 y así hasta que se retire a La Chingada, su rancho de Chiapas que se llama como el lugar maldito al que desde hace rato mandó a todos esos intelectuales y a no pocos periodistas, dueños de medios, empresarios…
Ciro no ignora la arrogancia de los intelectuales: “Si en algo coinciden los pensadores de la llamada derecha con los de la izquierda exquisita es en mirar con un dejo de desprecio a López Obrador”. Qué equivocación cometieron.
Ciro sintetiza la relación de AMLO con los intelectuales —y con los periodistas y los empresarios— haciendo referencia a un poeta de Tabasco: “Si su paisano Pellicer lo viera hoy diría que es una piedra que rompe la ventana en una cena de ricos”.
AMLO sigue rompiendo tales ventanas. Lo hacen también las mejores personas de la 4T, como Víctor el Profe Castro, quien acaba de decirles algunas verdades a los poderosos y muy poco solidarios empresarios de Los Cabos, lo que motivó que se pusiera agresivo —y mamón, muy mamón— un tal Sánchez Navarro. Hace usted lo correcto, Profe.
Ciro cuenta que el viaje de la Ciudad de México a Hidalgo no fue del todo cómodo: “Estamos comprimidos en un Chevy porque la Wagoner del partido hoy no circula”.
El periodista de Milenio Semanal pregunta sobre el caso Fobaproa. Andrés contesta: “Estábamos en la estrategia correcta. Fobaproa ayudó mucho a clarificar la esencia de la política económica. Millones de mexicanos se dieron cuenta de cómo la economía está al servicio de las minorías y no al servicio del país y del pueblo”.
Para AMLO el PAN se equivocó con el Fobaproa: “Tenía que decidir entre los intereses que representa y la congruencia política. Optó, con todo el costo que esto implica, por defender a sus dueños, porque ese partido tiene dueños. Ahí está el resultado en Guerrero y Baja California Sur de las primeras elecciones post Fobaproa”.
Sobre Felipe Calderón esto dijo AMLO en febrero de 1999: Los del PAN “se desnudaron, solos. Nosotros hubiésemos querido una relación distinta con ellos, que ellos le hubiesen apostado al cambio democrático, a desmontar el régimen autoritario… Me da pena con Felipe, pero se vio mal. Yo creo que en lo personal tiene problemas”.
Ciro pregunta si Calderón tenía problemas con su conciencia. AMLO estuvo de acuerdo: “Con él mismo. Porque lo rodearon y lo sometieron. Y en esto tienen mucho que ver Fox y ciertos personajes del grupo Monterrey… Fox es un agente de ese grupo”.
Ciro insiste en la incomodidad del coche en el que charla con Andres: “Comprimida también en el Chevy viene Leticia Ramírez, secretaria de Organización del PRD, promotora de las famosas brigadas del sol”. ¿Será la Lety que hoy es secretaria de Educación? Debe serlo. Extraordinaria mujer, honesta y amable siempre. Cuánto contrasta su personalidad apacible, hasta dulce con la altanería de un tal Concheiro, el subsecretario de la SEP que hace días agredió a un estudiante. Me pregunto cuándo lo va a despedir el presidente López Obrador.
En la entrevista, Andrés Manuel da a conocer la fórmula secreta para el éxito: “Lo más importante de todo ha sido el trabajo. No se puede hacer nada sin trabajo. Si te pones a trabajar, las cosas no se te complican”.
Al fin Ciro y AMLO llegan a Hidalgo. La Wagoner espera al tabasqueño en territorio donde no aplica el hoy no circula: “Cambio de vehículo”.
En 199 no había en la vida de López Obrador excesos, por eso él y Ciro nno tuvieron acceso a otra camioneta. Lamento que Ciro haya viajado comprimido en el Chevy, pero este periodista seguramente recordará la lección toda su vida. Las preguntas que se hizo a sí mismo en su escrito en Milenio Semanal lo demuestran:
“¿Es este el presidente de un partido que gobierna a 21 millones de mexicanos?”
“¿Este hombre de pantalones Dockers que jamás ha traído un guarura, el que está comprando unas donas en el puestecito de la carretera…?”
El Andrés Manuel que Ciro entrevistó en 1999 es el mismo que traté años después. No ha cambiado en la presidencia del país.
Ahora viste traje y corbata, por respeto al cargo. Y, naturalmente, como gobernante tiene que ser protegido por militares. Es lo normal en todos los países. Pero cuando se retire volverá a ser el que fue. No tengo la menor duda.
Después de entrevistar a López Obrador en 1999, Ciro regresó a la Ciudad de México en el Chevy, pero ya no comprimido. Iban solo él y un acompañante. Andrés siguió su camino hacia la Huasteca hidalguense, donde por cierto cinco años antes Luis Donaldo Colosio inició su trágica campaña electoral presidencial.
Los riesgos para AMLO, Claudia, Morena
Mientras leía el trabajo de Ciro Gómez Leyva en Milenio Semanal hice algunas reflexiones relacionadas con lo que le pasó a Donaldo. Profundizaré en ellas mañana. Hoy solo dejo apuntes para mí consumo, obviamente para recordar.
AMLO sacó a la izquierda del marasmo. Es la verdad. Gracias a López Obrador la izquierda —no el PRD, que se corrompió, sino Morena— ha consolidado por la vía democrática un sistema de poder político enorme y, ahora mismo, invencible. Pero, si se cometen errores, la invencibilidad desaparece. Menciono algunos evidentes:
La perversidad de Marcelo Ebrard es enorme. ¿Se le permitirá seguir en Morena para que sabotee, desde dentro, la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum?
No había oposición con posibilidades de triunfo en la Ciudad de México. ¿Era necesario inventarla?
¿Valía la pena que Morena entregara a una mujer derrotada la candidatura más importante después de la presidencial?
¿Cómo enfrentará Clara Brugada a Santiago Taboada, del PAN, después de que ella perdió aplastantemente en la encuesta de Morena frente a Omar García Harfuch?
No era utópico, sino algo muy alcanzable para Morena ganar en Guanajuato y Jalisco. Ahora de nuevo se ve imposible.
¿Cómo justificarán su falta de competitividad, reflejada en las encuestas de Morena, la guanajuatense Alma Alcaraz y la jalisciense Claudia Delgadillo?
¿No era mejor haber seleccionado previamente cinco estados en los que solo compitieran mujeres para que todas iniciaran campañas oficiales como ganadoras?
Son temas sobre los que reflexionaré mañana basado en la experiencia de Luis Donaldo en 1994.
Columna de Federico Arreola
Foto: Especial
cdch
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