“Las muchas promesas disminuyen la confianza”, dijo Horacio, el poeta latino. La pérdida de confianza no es un tema menor, y menos para la empresa Boeing, fabricante de aviones que en tiempos pasados vio sus mejores glorias, y que hoy se encuentra -por decirlo de una manera suave- en el fango. Además ellos mismos son los únicos culpables de su declive.
Cerró México el 2023 con caída de 31% en ingresos petrolerosPuebla, entre las ciudades con la gasolina regular más barata: ProfecoDesde el primer accidente que tuvo un Boeing 737MAX, en lo personal me cuestioné sobre los estándares de seguridad; y es que a mí no se me olvida la infinidad de periplos que pasaron con ese modelo de avión. Problemas como dónde colocar los motores, para que el avión no se fuera “de nariz”, hasta el propio tamaño de los motores que requería esta nueva aeronave.
Inmediatamente después del segundo accidente de un Boeing 737MAX, y la armadora mandó la indicación de poner en tierra a todos los aviones, los focos rojos se encendieron sobre Boeing. No olvidemos que estuvieron poco más de un año en tierra, con las concebidas pérdidas para las aerolíneas que adquirieron ese modelo de avión.
Gente cercana me ha cuestionado si yo me subiría a un avión B737MAX y mi respuesta siempre ha sido negativa. Yo seguí muy atenta el desarrollo de los juicios que los familiares de los fallecidos en los dos accidentes fatales entablaron contra Boeing.
En ellos encontré una constante: todo apuntaba a que el fabricante de aviones norteamericano había priorizado las ganancias económicas por encima de la seguridad aérea. Y es que resulta increíble que esto le pasara a una compañía cuyo principal rasgo, lo que la hacía destacar en el mercado, era la seguridad; la confianza que se tenía en Boeing era de tal magnitud que las aerolíneas no dudaban en presumir su flota de aviones de esta armadora, diciéndoles a sus clientes lo seguro que era volar en dichos equipos.
Si fue una pifia que las autoridades aeronáuticas norteamericanas permitieran que Boeing se “auto certificara”, peor error fue el de Boeing al relajar sus estándares de calidad, recurriendo a contratar a otras empresas para que les fabricasen piezas, como si ellos no fueran capaces de hacerlo. Por lo tanto, al permitir que otro produjese sus piezas perdió por completo el control de calidad.
No olvidemos que los primeros dos accidentes de los B737MAX-8 fueron por causa del software MCAS. Boeing se ahorró unos buenos dólares, porque en lugar de que sus ingenieros desarrollasen este programa, prefirieron dárselo a ingenieros de la India, por una cuarta parte del costo original.
Ahora hablemos del caso más reciente, en un avión modelo B373MAX-9. Sí, me refiero al ya famoso vuelo de Alaska Airlines. El problema radicó en la empresa Spirit AeroSystems, la cual está encargada de fabricar los fuselajes de los aviones MAX y al igual que con la experiencia del software, no hubo controles de calidad por parte de la fabricante Boeing.
La Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA por sus siglas en inglés) dejó en claro que a partir del 28 de febrero, Boeing tiene 90 días para poner orden; en pocas palabras, la máxima autoridad norteamericana de aviación les ha dado un ultimátum.
Y en su desesperación Boeing pretende salir del atolladero de donde está, comprando a Spirit AeroSystems, y con eso tener el argumento de que ya está al tanto de los controles de calidad.
Por eso no me pareció nada extraño que durante el fin de semana saliera una nota en CNN en español, que lleva por título “Quiero bajarme del avión” Los pasajeros se niegan a volar en el 737MAX de Boeing, por Julia Buckley.
En ella hacen mención de varios casos, pero el más llamativo sin duda es del pasajero Ed Pierson, porque no es un personaje cualquiera. Esta persona, que se niega de manera categórica a volar en un Boeing 737MAX, es nada menos que quien fuera trabajador de dicho fabricante de aviones. Lo fue durante 10 años, ocupando el cargo de “gerente senior de soporte de producción”, en la planta de Renton de Boeing, para la línea del B737MAX, así lo refiere la nota de CNN.
Confianza es la seguridad que alguien tiene en sí mismo. Para que el usuario confíe en tu producto se tiene que trabajar arduamente para ganarse su confianza, que se cumple con todo lo prometido; en el caso de aviación la mayor promesa es la seguridad.
Tan sencillo: es o no seguro; en la aviación no hay medias tintas, entonces es de llamar la atención que si un ex trabajador de Boeing se niega a volar en cualquier equipo B737MAX, ¿por qué no habría que hacerlo cualquier mortal?
Y es que no se puede tapar el sol con un dedo, cada día más gente se fija, al momento de comprar un boleto de avión, en qué equipo se va a realizar el viaje, y esto finalmente es derivado de la pérdida de confianza de los usuarios, y para Boeing no será nada fácil recuperar.
La falta de confianza no es solo de los pasajeros, sino también de las aerolíneas, al grado que muchas ya están ponderando el cambiarse a la competencia: Airbus. Esto me trae el siguiente tema relacionado con Boeing.
La nueva Mexicana de Aviación ha tomado -desde mi particular punto de vista- la mejor decisión. Boeing no ha podido cumplir con la entrega de sus aviones, y trae un retraso impresionante, y las arrendadoras no cuentan con aviones suficientes. La Aerolínea del Estado Mexicano ha acudido con el fabricante de aviones brasileño Embraer, para ver qué equipos les conviene arrendar.
Y aprovecho el espacio para hacer una aclaración: varios colegas de la prensa insisten en que TAR (Transportes Aéreos Regionales) vuela para la nueva Mexicana, lo cual no es correcto. Y además en la aviación actual nadie compra aviones, todos rentan sus equipos.
TAR renta sus equipos con la misma arrendadora que le renta a la nueva Mexicana, así que al dejar de utilizar tres equipos, estos fueron colocados en la aerolínea del Estado al quedar disponibles, y nos referimos a los Embraer.
No olvidemos que se supone que la línea aérea iba a operar con puros aviones B737-800 NG, pero derivado de la crisis por la cual está pasando la fabricante de aviones Boeing, los encargados de la nueva Mexicana han pensado seriamente migrar a Embraer.
Un gran acierto, pues al comenzar con aviones más pequeños, les permitirá abarcar el mercado regional que ha estado abandonado desde la salida de Transportes Aeromar, hace más de un año.
Esto le permitiría afianzarse y crecer de forma mucho más ordenada. Así que para mí es una excelente noticia. Sólo como dato cultural: tanto TAR como Aeroméxico Connect usan aviones de este fabricante brasileño, por su alto nivel de confiabilidad. Lamentablemente no podemos decir lo mismo de Boeing.
Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
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