México.- Seguro lo ha sentido en carne propia o, tal vez, ha escuchado a alguien decir: “Es que en invierno siempre me siento triste”, “las fiestas me ponen de mal humor”, “se acerca el fin de año y me da el bajón”. A esta sensación se le conoce como depresión estacional o trastorno afectivo estacional, y cualquiera puede sentirlo sin importar su condición, el estado de su economía o lugar de residencia.
Vendedores callejeros de comida, pieza clave del sistema alimentarioEl maratón Guadalupe-Reyes: Una tradición mexicana llena de celebracionesDe acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) (https://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/201912/Comunicado-Conjunto-), “las personas con más posibilidades de sufrir depresión estacional son a quienes se les ha diagnosticado alguna enfermedad psicológica o trastorno bipolar, niños, adolescentes, mujeres y adultos mayores, que viven solos, aislados o son inestables emocionalmente”.
El IMSS informa que, además, entre el 4 y 8 % de la población general sufre este padecimiento, sobre todo las mujeres entre los 25 y 30 años; se presenta en una proporción de cuatro de ellas por un hombre (https://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/202411/105#:~:text=La%20depresi%C3%B3n%20estacional%20es% 20un,la%20funcionalidad%20de%20las%20personas).
En el mundo las cifras fluctúan, ya que, según el estudio “Treatment measures for seasonal affective disorder: A network meta-analysis”, difundido por la publicación especializada Journal of Affective Disorders (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0165032724000399), la altitud en la que vivimos tiene una correlación importante con la presencia de este trastorno.
La investigación realizada por científicos del Jingzhou Mental Health Center y del Institute of Mental Health of Yangtze University, ambos de China, sostiene que el trastorno afectivo estacional “es un desorden del estado de ánimo con una prevalencia que varía entre el 1.5 y el 10 %. Las latitudes más altas tienden a tener tasas mayores, pero las poblaciones de todo el orbe pueden verse afectadas en cierta medida por dicho trastorno”.
Para Gerardo Mora Gutiérrez, profesor e investigador de la Coordinación de Psicología Clínica y de la Salud de la Facultad de Psicología (FP), “es interesantísimo pensar que este tipo de manifestaciones depresivas se presentan en un momento del año, específicamente cuando es invierno, y que la gente con tendencias depresivas puede sufrir, justamente, una agudización de sus síntomas en esos periodos específicos. Es una temporada particularmente compleja”.
El especialista recalcó que se debe poner especial atención en aquellos pacientes que previamente hayan experimentado episodios depresivos, aunque no son los únicos que podrían vivirlos.
“La estadística nos dice que hay una baja tasa de incidencia en personas que no han tenido episodios depresivos previamente, pero podríamos pensar que hay momentos, por eso su nombre situacional o estacional. Lo que nos refiere es que existen personas que están bien la mayor parte del año y, justamente en esta temporada, independientemente de que no hayan tenido alguna manifestación depresiva previa, puedan presentarla”.
¿Cómo identificarlo?
El IMSS indica que entre los síntomas más comunes se encuentra el cansancio sin causa aparente, apatía, desgano, pérdida de energía, irritabilidad, pensamientos negativos y derrotistas, insomnio o mucho sueño durante el día y falta o aumento del apetito.
Asimismo, subrayó Mora Gutiérrez, debemos tener en cuenta cómo ha estado nuestra salud de los últimos años y si los episodios son recurrentes.
“Una señal muy importante es por lo menos haber tenido dos episodios previos en temporadas anteriores. ¿Esto qué quiere decir? Que para diagnosticar un trastorno depresivo estacional tiene que haber por lo menos tres episodios. El que la persona experimenta en el presente y dos previos. Si de pronto notamos que se da por un momento o ante una situación determinada del año, por ejemplo, no se consideraría como tal, porque no tendríamos la evidencia que ampara que antes un individuo pudo haber sufrido depresión estacional, y que haya sido transitorio”, aclaró el universitario.
“Esta parte es relevante, es decir, que no duran el resto del año, sino que solamente se asocian a lo estacional”.
El también profesor de la División de Estudios de Posgrado añadió que es importante distinguir entre los sentimientos pasajeros y un estado depresivo: “Pensamos que la depresión es tristeza, pero en realidad no es así. Podríamos decir que ésta y la depresión estacional específicamente se pueden caracterizar por un desánimo. Esto significa que se pierde el interés, la motivación, el deseo y las ganas de hacer algo. También por un alto nivel de irritabilidad. Hay quienes están muy sensibles o que no toleran prácticamente ningún estímulo exterior, como las luces navideñas, el contacto con la gente, el abarrotamiento de las personas, etcétera. Entonces se vuelven hipersensibles en ese sentido”.
Entre las señales más claras, argumentó el especialista, están el sueño y la alimentación: “Es muy común en afecciones mentales que la gente deje de dormir o empiece a hacerlo más. O cambios en la apetencia: puede haber una disminución o aumento del hambre”.
Además, “está la falta de deseo de involucrarse en actividades que conciernen a esta época. Por ejemplo, sabemos que es un periodo muy social, de encuentros y desencuentros familiares. Hay una parte abúlica que hace que la gente vaya poco a poco y progresivamente aislándose o boicoteando inclusive elementos muy característicos de esta temporada”.
¿Qué hacer?
En caso de experimentar alguno de los síntomas antes mencionados, se tiene que acudir con un especialista que realice un diagnóstico a fondo y pueda identificar cuál es nuestra afectación.
Para Gerardo Mora lo primero sería “identificar en qué momento aparece, cuánto tiempo dura y qué está incapacitando”. Una vez realizados estos pasos “inicialmente lo que puede hacer una persona es dialogar consigo mismo. Si nos damos cuenta que el pensamiento o la capacidad de contacto con uno mismo están bloqueados, entonces tenemos que buscar un interlocutor, que no necesariamente tiene que ser un profesional; podría ser alguien en las redes de apoyo que son parte de nuestra vida: familia, amigos o gente cercana, inclusive compañeros de trabajo”.
Tanto Mora Gutiérrez como el IMSS sugieren aprovechar la fototerapia, incrementar la actividad física con breves caminatas al exterior de la casa. “Justamente como los días son más cortos y las noches más largas, la gente no recibe la luz solar necesaria para poder activar su ciclo circadiano”, especificó el investigador.
Para finalizar, recalcó que no necesariamente toda persona solitaria está pasando por un trastorno emocional, por esto es importante contar con un diagnóstico preciso.
“No es que nos dé depresión de la nada, sino que a veces tenemos características constitutivas depresivas. Es decir, una cosa es ser depresivo por personalidad y otra por situación o estado temporal. Hay quienes son aislados, que tienen rasgos de introversión, que son más tímidos o retraídos. O simple y llanamente, por su propia paz mental, deciden estar solos. Y esto, lejos de ser satanizado, tendría que ser apoyado y respaldado, porque de alguna manera cada persona tiene sus estilos de afrontamiento y logra consolidarse en la actividad que le permita sentirse mejor y estar muchísimo más aliviada”.
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