Mi padre siempre decía que la cena de Año Nuevo era un pretexto nada más para beber; que al final de las cosas no cambiaba nada más que los días: del martes 31 de diciembre del 24 pasábamos a primero de enero del 25. Siempre del 31 al primero.
Un salto que pareciera cuántico como si entráramos a otro galaxia para los que tenemos la ilusión de un presente mejor.
Siempre me han gustado los números, quiero decir, la numerología. Mi hermana, que en paz descanse, adoraba el número 9, nunca supe porqué: 2026= 2+2+5=9
Quizá esté sí sea el año. Yo voy cerrando ciclos con personas que no me quieren ni a quienes les importo nada... Voy tomando distancia.
Empiezo bien el año, tomando tales decisiones: Poner límites al otro es empezar a trabajar en el auto cuidado emocional.
Después de todo no hice propósitos. No. Porque la vida me sacude siempre y terminan por convertirse en polvo de estrellas... Algo cumpliré y algo terminará.
Políticamente hablando me cuesta creer que todo mejorará. Mucho menos llegarlo a pensar llegando Trump al poder en unos días.
Pero, todo puede pasar y luego nada pasa.
Pero uno está con vida y ese es el inicio de todo: de una esperanza.. de una ilusión. A esa magia me aferro.
Gracias por haberme leído y seguirme leyendo.
Supongo que si hasta aquí conté con su amable lectura es porque, vaya que sí, la vida vale pena.
Feliz año, y si no es feliz al menos te deseo vida para emocionarte, caerte y volverte a levantar.
Es cuanto.
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