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Martes, 23 de Abril de 2024

En 15 días el PRI entrará en la peor fase de su crisis

20 Mayo, 2022
Fermín Alejandro García

Las elecciones del próximo 5 de junio será el preámbulo de la sucesión de 2024, en México y en Puebla. El escenario de lo que va a pasar en dos semanas no es complicado de construir: Morena se fortalece y va a controlar un mínimo de 22 gubernaturas; el PAN se mantendrá como una oposición estable, pero con un decremento en su presencia regional del norte del país; y el PRI entrará en la fase más profunda de la crisis que le ha hecho perder casi todo.

Morena actualmente gobierna, junto con sus aliados, en 18 estados del país. Todo apunta que va a ganar los comicios –del 5 de junio— en Quintana Roo, Tamaulipas, Hidalgo y Oaxaca. Todas las encuestas arrojan una amplia ventaja de la 4T –de hasta 17 puntos frente el segundo lugar– en cada una de estas entidades.

Todavía podría haber un quinto triunfo en Durango, en donde va a la cabeza el candidato panista Esteban Villegas, pero abajo está la morenista Marina Vitela con apenas entre 4 y 5 puntos de diferencia. La mayoría de las encuestas arrojan una ligera tendencia a favor del PAN, pero que podría voltearse de última hora.

El PAN gobierna en 7 estados del país y el próximo 5 de junio, están en juego tres de sus gobiernos. Los sondeos de opinión púbica pronostican que va a ganar sin problemas en Aguascalientes, va a triunfar con dificultades en Durango y va a ser arrasado en Tamaulipas, en donde el aspirante morenista Américo Villarreal le lleva entre 10 puntos y 13 puntos de ventaja al candidato albiazul, César Verástegui.
 

El factor de los escándalos del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, que tiene en su contra a la justicia de México y Estados Unidos, han hundido al PAN en Tamaulipas; pero por otro lado, el partido de derecha muestra una importante estabilidad al tener la oportunidad de retener 6 de 7 gobiernos estatales.

Con esos números, de tener por lo menos 22 gobiernos estatales controlados, Morena podrá frenar cualquier intento de fraude electoral de la derecha mexicana en la sucesión presidencial de 2024.

Mientras que el PAN, con únicamente 6 o 5 gobiernos estatales, queda atado de manos para operar los fraudes electorales con los que acostumbra a ganar cuando las contiendas están muy cerradas.

¿Y qué pasa con el PRI? Es simple lo que le va a ocurrir: casi quedará borrado el tricolor del mapa electoral.

El PRI gobierna en 4 estados y el 5 de junio, va a ser arrasado en Oaxaca e Hidalgo. Las encuestas más generosas le dan una ventaja a Morena de 10 puntos en ambos estados. Las más exageradas, ponen a la 4T con 17 puntos arriba del tricolor.

Luego de que pasen los próximos comicios del 5 de junio, al PRI le quedarán solo 2 gobiernos: Coahuila, que es una entidad sin peso electoral, y el estado de México, que junto con la Ciudad de México, son las dos plazas más deseadas por todas las fuerzas políticas.

En el Estado de México se renueva la gubernatura el próximo año y las encuestas indican que, si ahora fueran las elecciones, ganaría Morena con entre 10 y 12 puntos de ventaja, no contra el PRI, sino contra el PAN. El tricolor podría desplomarse a un vergonzoso tercer lugar.

El actual presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, alias “Alito”, va a pasar a la historia como el peor dirigente del tricolor: no pudo ganar una sola gubernatura y perdió en todas las elecciones que enfrentó.

Por si fuera poco, en los momentos más críticos del PRI, le ha estallado a “Alito” el audio-escándalo en donde se le escucha estar presuntamente extorsionando a empresarios, entre ellos a los propietarios de la cadena líder de cines en México, los dueños de Cinepólis.

¿Y acá en Puebla qué pasa con el PRI? Las cosas son igual o peor de críticas que en el panorama nacional.

El actual dirigente del PRI, Néstor Camarillo Medina, no hace nada para ganar militancia y la adhesión de aliados. Por el contrario, ya se fueron del tricolor –bajo su gestión– los principales operadores electorales, los líderes regionales y de las corrientes internas, sin contar a poco más de la mitad de la militancia activa.

Si un día Néstor Camarillo quiere encontrar a los estrategas que antes operaban una poderosa maquinaria electoral en el PRI, que vaya a tocar las puertas de las oficinas de los morenistas Alejandro Armenta e Ignacio Mier Velazco, o con el panista Eduardo Rivera Pérez. Ahí están todos los priistas que sabían hacer ganar al tricolor, aún en los peores escenarios.

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