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Jueves, 28 de Marzo de 2024

Sólo los “insolentes” denuncian los abusos de las autoridades y funcionarios universitarios

27 Mayo, 2022
Guadalupe Grajales

Sin duda la denuncia presentada por una trabajadora administrativa en contra del hostigamiento laboral y la discriminación por género y por edad por parte del coordinador administrativo y el director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla será empleado por la administración central para aplicar “un castigo ejemplar”.

Ahora resulta que la denuncia presentada ante la Defensoría de los Derechos Universitarios por parte de la trabajadora de 69 años de edad y con más de veinte años de antigüedad no es “competencia” de esta defensoría sino de la oficina de la abogada general. ¿Cómo puede ser que, después de admitir la denuncia y de haber mediado para que se firmara un acuerdo de conciliación entre el coordinador administrativo y la denunciante el día 28 de abril pasado, la defensoría se declare incompetente?

Es indudable que la indicación de la administración central es darle a la denuncia tintes de conflicto laboral y desestimar la sustancia de la misma en contra de la discriminación por género y edad, y el consecuente trato desigual que no tiene que ver con derechos colectivos establecidos en los contratos colectivos de trabajo, sino con la violación a los derechos universitarios individuales, consagrados en el artículo 10 del Estatuto Orgánico: “la comunidad universitaria gozará, en el desarrollo de sus actividades académicas y universitarias, del absoluto respeto de los derechos y libertades siguientes:… Condiciones de estudio y de trabajo que aseguren la adecuada realización de las tareas académicas de estudiantes, profesores e investigadores y las labores administrativas y técnicas de sus trabajadores.”

La supuesta incompetencia de la defensoría abre el paso a la investigación administrativa iniciada por la abogada general sustituta quien cita a la denunciante a “ratificar la denuncia presentada el 3 de mayo” (sic). La denuncia en contra del coordinador administrativo y del director se presentó el 6 de mayo. Y claro, la citan bajo amenaza de fincarle responsabilidad laboral, si no se presenta en la mencionada oficina. La “chicanada” es obvia: en el momento en que ella ratifique su denuncia estará aceptando implícitamente dos cosas: que la Defensoría no tiene competencia y que ahora su denuncia, convertida en investigación administrativa en contra de ella, es asunto de la abogada general sustituta.

Pero conozcamos por boca de la propia trabajadora cuál ha sido su trayectoria dentro de la institución:

“Soy una universitaria que está en esta universidad como estudiante desde la Preparatoria Popular Emiliano Zapata, que entró a trabajar a la UAP en el año 1978, siendo al inicio la primera correctora de estilo de la Universidad en el Departamento de Publicaciones, mientras tanto terminaba mi carrera que entonces era de Letras en la Escuela de Filosofía y Letras, años después fui alumna de la primera generación de la Maestría en Literatura Mexicana de la hoy Facultad de FyL. Después trabajadora de la Biblioteca Lafragua, especializada en catalogación y conservación de libros antiguos, archivista, la primera organizadora de cursos de archivística con personal de la UNAM. Después ingresé a este Instituto, por el que yo había luchado.

Me comprometí a cumplir con un programa semanal de Radio Buap que coordiné desde el principio. Ninguna Unidad tenía participación semanal para difundir publicaciones, eventos y éxitos.… Invité a todos y cada uno de los integrantes del Instituto a participar (docentes, investigadores y alumnos).

También empecé las participaciones en Ferias locales, regionales, nacionales y en otros eventos (la primera Feria Nacional del Libro la trajo Alfonso a la UAP en 1987. Nosotros expusimos los materiales por primera vez en las Ferias Nacionales del Carolino a partir de 2006, y se vendía y difundía muchísimo, cuatro veces más en comparación con las Ferias en el Complejo, adonde iban escasos lectores).

También me ocupé de exponer las publicaciones adhoc en los múltiples y diversos eventos académicos del instituto.

Revisé el catálogo de la Biblioteca Nacional y vi que la Universidad no había enviado los dos ejemplares que por ley debían enviarse de cada publicación para cumplir con esta norma... nos hicieron llegar de la Biblioteca Nacional el acuse con las fichas bibliográficas de todas y cada una de las ediciones…. Se inició la distribución de las Publicaciones en librerías locales y nacionales, ni la Dirección de Fomento Editorial comercializaba sus ediciones como el Instituto.”

Y el recuento de toda una vida dedicada a la universidad continúa.

Es indiscutiblemente claro que esta trabajadora no tiene nada de improvisada. Todo lo contrario. Cuenta con la preparación académica y con la experiencia suficientes para desempeñar sus labores con enorme profesionalismo y capacidad. Sobre todo, con una entrega incondicional a su alma mater.

Pero nada de esto importa a una administración central que sólo sabe de castigar la insolencia de una trabajadora que se atrevió a alzar la voz para exigir que se respeten sus derechos universitarios.

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