Dice la versión estenográfica del discurso pronunciado por el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, en el marco de la ceremonia del “175 Aniversario de la Gesta Heroica de los Niños Héroes de Chapultepec”:
“Quienes integramos las instituciones tenemos el compromiso de velar por la unión nacional y debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos generados por sus intereses y ambiciones personales antes que los nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país.
“La patria requiere de una sociedad unida, en donde los sectores político, económico, social y militar que la integran, actúen sumando esfuerzos y voluntades para coadyuvar hacia el objetivo común que es México. Todos debemos contribuir día a día con nuestros actos a construir la nación que deseamos heredar a nuestros hijos; somos corresponsables del país que tenemos y al que aspiramos”. (Fin de cita)
Por su parte, el Catálogo de Ramos, Dependencias y Entidades de la Administración Pública Federal, apunta que “Defensa Nacional” es un “Sector administrativo”, del que depende, por ejemplo, el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM).
Sin embargo, los partidos políticos a nivel nacional, generalmente aglutinan a sus militantes por sectores, como es el caso emblemático del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que por años ha operado con tres sectores a saber, campesino, obrero y popular, como lo cita Víctor Manuel Durand en su “Cultura política de los mexicanos” en una compilación de Octavio Rodríguez Araujo, publicada por Siglo XXI en 2009.
No se guarda duda que los militares eran por sí solos un sector en el origen del PRI, pero realmente cuesta trabajo ubicar que se definieran a sí mismos como tal.
Considerando lo apuntado por la Konrad Adenauer Stiftung en el sentido que un sector es mucho más importante que una Secretaría, tampoco suena lógico el señalar que la Defensa Nacional es un sector y no una dependencia.
En consecuencia, hay que tomar literalmente que, para el secretario, la patria está integrada por los sectores político, económico, social y militar.
Si es así, llama la atención el que, por primera vez en décadas, haya una declaración política hecha por un militar, en el que señale que el Ejército es un cuarto sector de la sociedad.
Junto a la Marina Armada, el Ejército goza del mayor respeto de los mexicanos, un dato comprobado por centenas de encuestas a lo largo de décadas.
Llama la atención el que aparezca eso de “sector”.
Ante la vaguedad de lo dicho, es natural preguntarse si alguien pretende que el Ejército sea el cuarto sector de un partido político.
Y lo que menos le conviene al país es especular, justamente para no apartar a las instituciones de la ciudadanía.
A principios de septiembre, la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) volcó las ollas con dos declaraciones: la primera es el motivo por el que el sector está experimentando un obstáculo.
La segunda es el municipio que está experimentando un auge en términos inmobiliarios.
La Asociación señala que los bancos han generado un portafolios interminable de programas focalizados para que distintos nichos de mercado puedan hacerse de una casa, pero paradójicamente, han exacerbado los requisitos para obtener los créditos.
Los montos que la banca puede ofrecer para adquirir una vivienda pueden ser atractivos pero un enorme porcentaje de los interesados se hacen de lado cuando comienzan a leer la interminable lista de requisitos que se les exige.
La AMPI apunta que la paradoja es que las personas necesitan y quieren una vivienda para no hacer pedazos su economía con rentas altas, pero no pueden salir de ellas porque no pueden cumplir con los requisitos para obtener un crédito.
Mientras todo esto ocurre, en Palacio Nacional siguen pensando que los desarrolladores de vivienda deben apaciguar sus ánimos expansionistas.
El desánimo cala entre los que ofrecen casas frente a regulaciones excesivas y un Estado que mira hacia otro lado.
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