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Viernes, 19 de Abril de 2024

Logra Eduardo Rivera pactar la unidad de todas las corrientes del PAN

3 Octubre, 2022
Fermín Alejandro García

Eduardo Rivera Pérez ha pasado una primera aduana rumbo a construir su candidatura a gobernador en 2024: que es haber logrado, por primera vez, cohesionar al PAN mediante el otorgamiento de espacios a diversas corrientes panistas en el Consejo Estatal del partido y en la planilla que ganó la presidencia del Comité Municipal albiazul en la capital, que será encabezado por Jesús Zaldívar Benavides, quien consiguió la reelección en ese cargo.

De manera inédita el panismo tradicional, los miembros del Yunque y los no yunquistas, los morenovallistas, la gente del exgobernador José Antonio Gali Fayad, así como otras expresiones, han quedado representados en diferentes cargos del PAN, rompiéndose con el esquema tradicional de esta fuerza partidista de los últimos 30 años, de que había un grupo dominante que se quedaba con todos los espacios políticos disponibles o con la mayoría.

La única expresión disidente que ha quedado es la de Genoveva Huerta Villegas y Eduardo Alcántara Montiel, que representan un reducto del morenovallismo y este domingo ha pasado a la marginalidad política, ya que de los más de mil miembros activos del PAN que acudieron a la asamblea municipal en la capital, la corriente de la expresidenta estatal del albiazul apenas obtuvo unos 100 votos, lo que muestra una fuerza pírrica en el partido.

Uno de los problemas fundamentales del PAN ha sido la falta de cohesión entre sus grupos interno, una situación que siempre se ha exhibido en las contiendas por la gubernatura, por lo menos de los últimos 24 años.

En los procesos electorales de 1998 y 2004, los entonces aspirantes a la titularidad de Poder Ejecutivo, Ana Teresa Aranda Orozco y Francisco Fraile García, respectivamente, fueron abanderados del Yunque –la organización de extrema derecha que siempre busca controlar los hilos conductores del PAN— y enfrentaron el desaire, la oposición, de los panistas no yunquistas, que formaron importantes movimientos disidentes.
 

Durante los comicios de 2010 y 2018, el matrimonio de los neopanistas Rafael Moreno Valle Rosas y Martha Erika Alonso Hidalgo, en su calidad de candidatos a la gubernatura, tuvieron siempre la resistencia del llamado PAN tradicional, en reacción a que los panistas no morenovallistas siempre fueron objeto de exclusión, de amenazas y en algunos casos de abierta represión.

José Antonio Gali Fayad en 2016, en su calidad de candidato de una coalición de fuerzas políticas, siempre buscó ser incluyente con todas las expresiones del PAN. Él mismo buscó conciliar con el panismo tradicional. El problema es que Rafael Moreno Valle Rosas, todavía como gobernador, no permitía la cohesión e impuso por la fuerza a muchos integrantes del equipo de campaña y ya después en el gabinete de Gali.

Y en 2019, en la elección extraordinaria de gobernador, el entonces candidato del PAN, el PRD y Partido Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas Sánchez, era un aspirante carente de carisma, de identidad y talento político, que sufrió el menosprecio –de manera muy justificada—de la mayoría de las expresiones panista. Nadie quería hacer campaña con él, a excepción del grupo de Genoveva Huerta.

Frente a esos antecedentes, ahora Rivera le ha dado la vuelta a ese esquema que siempre, en mayor o menor medida, le inyectaba un alto grado de vulnerabilidad a las campañas electorales del PAN en la lucha por la gubernatura.

Rivera pudo repetir la tendencia de las últimas tres décadas. El edil de la capital tiene actualmente –desde hace un año– el liderazgo y el control del PAN, que le daba la oportunidad de acaparar todos los espacios colegiados y de dirigencia en el partido. Sin embargo, optó por buscar la cohesión en lugar de demostrar la fuerza de su dominio.

Todavía el año pasado, el grupo de Rivera logró ganar el Comité Directivo Estatal del PAN –en contra de la corriente de Genoveva Huerta Villegas—sin compartir esa victoria con otras expresiones del partido. Los ganadores Augusta Díaz de Rivera y Marco Castro Martínez, en su calidad de presidente y secretario general del albiazul, respectivamente, son colaboradores de toda la vida con el edil de la capital.

Ahora ha sido distinto. En la planilla de Jesús Zaldívar, así como en los puestos del Consejo Estatal del PAN y de quienes van a representar a Puebla en el Consejo Nacional del partido, se buscó integrar a la mayoría de las corrientes que antes parecían irreconciliables con el proyecto político de Eduardo Rivera.

Tal es el caso Clemente Gómez Medina, que el año pasado fue compañero de fórmula de Genoveva Huerta –en la disputa del PAN estatal—y es parte de la facción del morenovallista Jorge Aguilar Chedraui, y ahora ha quedado integrado al Consejo Estatal del partido.

O los casos de Carolina Beauregard Martínez, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Gabriel Oswaldo Jiménez López, Marvin Fernando Sarur Hernández y Mario Riestra Piña, que en el pasado fueron rivales de Eduardo Rivera y llegaron a ser parte de la persecución política que el morenovallismo desató en 2017 contra el ahora presidente municipal de la capital. Todos ellos ahora están integrados en cargos en que pueden tomar decisiones dentro del partido de la derecha.

Ahora el siguiente reto que tiene Eduardo Rivera es hacia afuera. Con los aliados políticos del PAN, que son el PRI y el PRD, pues los liderazgos de éstas últimas agrupaciones sienten muy distante al edil de la capital rumbo al proceso electoral de 2024.

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