El narcocorrido del día nuestro

Los narcocorridos son la cultura de la muerte y la destrucción de nuestro país. Nos cuentan la historia donde la violencia, la traición y la impunidad son algo normal, donde la vida no vale nada. Y así debe ser, por lo que habrá que darle crédito al presidente municipal de Huejotzingo, el morenista Roberto Solís.

Hizo publicar en la plaza central del municipio que gobierna una manta sostenida sobre dos postes de madera en la que se lee “No a los narcocorridos”, como parte del rechazo que despertó la cancelación de la presentación el 11 de mayo en el palenque de Puebla del cantante Gerardo Ortiz.

Ortiz se declaró culpable en Estados Unidos de haber participado en al menos seis conciertos de la mano de un promotor que según la Agencia Federal de Investigación (FBI) lavó dinero proveniente de las actividades ilícitas del Cártel Jalisco Nueva Generación, lo que provocó que se cayeran el resto de las presentaciones previstas en otras plazas de la República Mexicana.

Para quienes desconocen de la trayectoria musical, artística y fuera de los escenarios de este tipo de artistas que irrumpen con fuerza en la escena entenderán lógica la condena del edil de Huejotzingo, sobre todo cuando se hace un examen elemental de la hoja de vida de la mayoría de ellos.

Y es que de la cartelera que el empresario responsable del calendario del palenque, todos los exponentes de ese subgénero, el regional mexicano, han tenido en algún momento señalamiento de vínculos con grupos de delincuencia organizada, especialmente narcotraficantes.

Abundan ejemplos, pero fue público y notorio que Julión Álvarez sí trabajó con el promotor Raúl Flores Hernández “El Tío”, operador del Cártel de Sinaloa y luego del Cártel Jalisco de Nueva generación. Años después se comprobó que el cantante de regional ignoraba las ligas del “Tío” con narcos.

Otro de los intérpretes del mismo género, cuya fama obedece más a los escándalos por sus amoríos que a sus logros detrás del micrófono, Christian Nodal fue amenazado a través de narcomantas, junto a otros artistas, si se llegaban a presentar en la Feria de Metepec -entre otros, volvió a aparecer Julión Álvarez-. Las advertencias provenían de la Familia Michoacana y presuntamente tenían que ver con diferencias (¿cobro de piso?) con el empresario responsable y la presentación fue cancelada de manera definitiva.

Una publicación de Infobae en noviembre de 2022 recogió declaraciones de dos de los integrantes de la muy popular Banda MS en las que se admitía haber actuado en fiestas privadas para jefes del narcotráfico: “fue Walo Silvas quien destacó que dicho tema se ha convertido en un tabú, pero subrayó que es difícil para ellos como agrupación negarse cuando los quieren contratar para amenizar fiestas de ese tipo”.

Otro de los integrantes del cartel del palenque en Puebla, Gabito Ballesteros (actuará con Neton Vega), publicó El Financiero en diciembre pasado, ha mostrado inclinaciones por líderes delictivos a través de versos que nutren sus piezas musicales: “Somos de la vieja guardia de don Mencho (Nemesio Oseguera Cervantes). Somos gente. Transitamos por Vallarta, siempre firmes, siempre corrientes”.

La lista de referencias y citas en las que este tipo de artistas y el narcotráfico mantienen una simbiosis, admirada y normalizada en un país sumido en una disputa sangrienta permanente y con una difícil relación bilateral con Estados Unidos y su presidente debería haber despertado alarmas.

El edil de Huejotzingo lo hizo, solo que se quedó corto para no incurrir en una conducta políticamente incorrecta. No vaya a ser.

 

 

clh

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