“Songo le dio a Borondongo
Borondongo le dio a Bernabé
Bernabé le pegó a Muchilanga
Le echó burundanga
Les hinchan los pies
Monina.”
CELIA CRUZ
A Íñigo Arenas lo mataron. Su error fue salir a divertirse a unos bares; primero en la CDMX, luego en territorio mexiquense. Fue víctima de las típicas colusiones que se dan entre empleados, encargados, vigilantes en ese tipo de antros. En ocasiones también hay policías y hasta taxistas y choferes de apps digitales involucrados.
¿Rebasó el narco al Estado y se globalizó?Encuestador que apoya a Claudio X. se mete al proceso interno de MorenaA Íñigo le administraron gotas de una sustancia llamada Escopolamina en su agua mineral. El modus operandi consiste en echarle a las bebidas dicho producto para drogar a los clientes y robarles (en esta ocasión, entre otras linduras, buscaban que el cliente firmara cuatro botellas de 10 mil pesos cada una).
Es el pan de todos los días y es denunciado constantemente. Sin embargo no se ha hecho nada al respecto —nada significativo al menos— por parte de las autoridades municipales, de las alcaldías, estatales.
No en todos los casos los dueños de esos negocios son parte de los atracos (si bien no siempre puede descartarse), pues a estos no les conviene que les cierren sus establecimientos si se les encuentra permitiendo o tolerando dicho delitos. ¿Qué tanto está el crimen organizado involucrado; los cárteles del narcotráfico? Temerario pensar en ese sentido.
Sin embargo, es menester que las autoridades lo hagan; que investiguen y actúen. De nada sirve hacer mucha alharaca de vez en cuando en torno a casos como el que hoy nos ocupa en lugar de establecer las condiciones que aseguren no ocurran; gobiernos y actores sociales varios actuando de la mano.
¿Y por qué lo digo? Veamos: este homicidio se volvió muy conocido, viral gracias a que fue abordado por casi cualquier medio de comunicación (especialmente notoria la cobertura en espacios televisivos de Televisa y TV Azteca, que son los que mayor impacto tienen). Mas partieron y alimentaron la la narrativa de López Obrador.
El presidente se ha encargado durante al menos los últimos cinco años en equiparar a la clase empresarial con los conservadores, con la mafia del poder, con la hipocresía, con los rateros y aprovechados de este país. Carga de valor ciertos conceptos, dándoles connotaciones sociales que favorecen y refuerzan las narrativas que a él conviene sembrar entre los mexicanos.
Y los medios de comunicación ni tardos ni perezosos llamaron —no han dejado de hacerlo— “empresario” a Arenas.
No le han llamado “hombre de negocios”, “comerciante”, licenciado, joven, señor, ciudadano.
¿No me creen? Dense una vuelta por cualquier nota de periódico o video de las televisoras y se percatará que invariablemente hablan del EMPRESARIO Arenas.
¿Qué nos dice eso? Pues que los medios repiten el mismo esquema polarizador de López Obrador ya que saben perfectamente que este es popular y por lo mismo es el que más vende entre la audiencia.
A los ojos de la opinión pública eso desvirtúa de entrada el caso y desvía la atención de la verdadera problemática: el crimen que se da en esos establecimientos independientemente de si la víctima es un desempleado, un pensionado, un varón, una mujer, un profesionista o un hombre de negocios.
La discusión pública sobre esta muerte giró de inmediato sobre que si lo iban a secuestrar, sobre que si los dueños del negocio tenían que ver y que tan responsables son, incluso sobre que si el asesinado “merecía” su muerte en mayor medida en razón de que era “empresario”… ¿Notan ustedes a dónde lleva todo esto?
Si el presidente ha encendido el ambiente social, crispando a la población, los medios de comunicación —ciertamente en este caso— se han encargado de echarle aire al comal.
Y lo hacen sabedores de que es una lectura deformada de las cosas pero que ya ha sido probada por el presidente, ha permeado entre la gente y vende bien. ¿Dónde ha quedado el darle a los homicidios el enfoque profesional y objetivo que merecen?
Nada de eso. Mejor pasaron entrevistas al aire de abogados y familiares de los presuntos asesinos hoy detenidos, quienes argumentan —entre otras chuladas— cosas como: “es que se trataba de un empresario”; “él nunca había tenido que enfrentarse a las dificultades de la vida”; “nosotros somos víctimas del sistema”; etcétera. ¿Desde cuándo ser “empresario” da licencia para ser asesinado?
Es irónico, decadente y ofensivo que los mismos medios informativos —muchos de ellos que critican los posicionamientos de López Obrador— utilizan la narrativa presidencial, ese mismo discurso, para vender mejor una historia en sus espacios y canales.
Ahora, pertenecer a la oposición, a una clase social, a un determinado grupo señalado por López Obrador, es un defecto y los medios se encargan de naturalizar esa ridiculez.
Hasta los medios están lucrando con la demagogia de Andrés Manuel. Todo se vale en nombre de hacer más dinero.
Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
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