Buena película aquella de Titanic, la historia del barco insumergible. La recordé porque ayer, en una librería de la colonia Polanco en la Ciudad de México, hojeé la novela Palinuro de México, de Fernando del Paso. Hace años la leí completa y me gustó. En la Gandhi de la avenida Masaryk me llamó la atención y la tomé en mis manos. Era el único ejemplar no forrado con plástico, así que pude revisar algunas de sus páginas. Me detuve en la número 13, que fotografié con mi celular. Lo hice para no olvidar las siguientes palabras:
“La fortuna del abuelo empezó a mermar y al fin se hundió en forma súbita y aparatosa —como se hunden los barcos y los trasatlánticos: como se hundió el Titanic y se hundió el Lusitania—, y sus últimos resplandores coincidieron —años más, años menos— con el apocalíptico incendio de los pozos Meriwether y Morrison que alguna vez, precisamente por la primera guerra, hicieron de Tampico el emporio petrolero más grande del orbe”.
FERNANDO DEL PASO
El Lusitania —apodado Galgo de los mares— se fue al fondo del océano el 7 de mayo de 1915 porque lo torpedeó el submarino U-20 de la marina alemana. Si Rosita Alvírez andaba de suerte cuando Hipólito la asesinó —de tres tiros que recibió nomás uno era de muerte—, el Lusitania también pasaba por un periodo de buena ventura, ya que al submarino alemán con el que se topó solo le quedaba un torpedo en los tubos de lanzamiento.
El caso es que en 18 minutos el Lusitania se hundió con sus más de mil pasajeros y tripulantes. La historia del Titanic es más conocida, sobre todo por la película dirigida por James Cameron y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet.
“¡Soy el rey del mundo!”. Esta es la frase más famosa de Titanic. La pronunció DiCaprio —es decir, Jack Dawson—. Desconozco si el actor conocía Fallaste corazón, de Cuco Sánchez —”y tú que te creías el rey de todo el mundo”—, así que no le acusaré de plagio. Entiendo que a Leonardo DiCaprio la frase le parecía cursi y no quería decirla, pero lo hizo por presiones del director, quien la había improvisado antes de filmar la escena.
Sea lo que fuere, en Morena andan hoy en día en modo Titanic, esto es, gritando en todas partes que son los reyes —y las reinas— de todo el mundo. Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum Pardo y, de reciente aparición, Andrés Manuel López Beltrán, desde lo más alto del enorme barco llamado Morena no dejan de ostentar el poder que lograron en las urnas de votación.
Pero no hay barcos insumergibles. Cualquier nave naufraga si choca con un iceberg o si la alcanza un torpedo enemigo —y vaya que sobran torpedos apuntando a México y a su presidente desde espacios de poder extranjeros—.
¿Internamente quién amenaza el poderío inmenso de la 4T? La respuesta superficial, pero falsa, sería que nadie en México tiene capacidad para vencer al morenismo. Con la oposición totalmente aniquilada resulta sencillo caer en la tentación de declarar la invencibilidad del proyecto político de izquierda, pero…
… Viene al caso otra frase de Titanic —también de Leonardo DiCaprio, es decir, de Jack Dawson—: “Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder”.
A veces, no pocas veces, los más temibles enemigos son quienes no tienen nada que perder porque lo han perdido todo.
El PRI, el PAN, los grupos empresariales más poderosos, los grandes medios de comunicación cometieron el error de pensar que el movimiento de AMLO había muerto después del fraude de 2006. Lo condenaron a la insignificancia y no entendieron que Andrés Manuel, precisamente porque ya no tenía nada que perder, se había convertido en un rival que iba a arriesgarlo todo en la lucha por el poder. Andrés y Claudia —y ahora Andy— no deben cometer el error de pensar que ya la hicieron y que la victoria es para siempre.
Se desató la sucesión presidencial con la llegada del segundo hijo de AMLO a Morena. Hasta Sheinbaum tuvo que salir a aclarar que se trata de especulaciones sin fundamento —especulaciones generadas por el morenismo, hay que precisarlo—. Pésima señal.
Lo peor del espectáculo del fin de semana, en el evento en el que se hizo a Andy secretario de Organización de Morena, fue la demanda de selfies con el nuevo rockstar. Es joven Andrés Manuel hijo, pero tiene experiencia. Ojalá haya llegado a la madurez que se necesita para no creérsela. Y es que, ni hablar, el culto a la personalidad no ayuda a conducir un barco que navega en aguas hoy tranquilas, pero mañana quién sabe.
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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
Foto Chipp
clh
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