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Lunes, 3 de Junio de 2024

Duelen más las culpas que las espinas: engrillado

Germán lleva 15 años sin ingerir alcohol, su participando en la procesión de Viernes Santo, lo salvó de la cirrosis
Martes, 16 de Abril de 2019 19:10
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Lena Velázquez

Atlixco, Pue. Uno de los elementos indispensables para ser engrillado, contó Germán, con 15 años continuos de experiencia, es saber escoger las ramas o collares de espinas que serán colocadas en diversas partes del cuerpo minutos antes de la comenzar el largo y a veces pesado camino de la procesión de Viernes Santo.

Los engrillados: fe, dolor y esperanza desde AtlixcoVIDEO Procesión de Puebla, símbolo de reflexión y renovación“Deben estar maduras, suficientemente hidratadas y de buen tamaño. Y encontrarlas y escogerlas tiene su chiste”, contó durante una entrevista minutos después de “atrapar” algunas depositadas en una cubeta naranja.

Tiene su por dos razones: “las espinas maduras de inmediato logran adherirse o pegarse en el cuerpo. Quizá duelan más por ser filosas, pero a final de cuentas y tras un día agotador, el cuerpo reciente menos y solas brotan del brazo o los muslos de las piernas y desde luego del pecho”.

En cambio, y cuando no cumplen con esas características, dejan huella en la piel como si fueran clasahuates (sic) y la comezón no para por días, junto con el color rojo de la piel, explicó.

La segunda razón es porque incluso puedes vender las espinas con algunos prospectos de engrillados. “Un buena cubeta de espinas puede costar hasta 350 pesos. Y así vale la pena lastimarse las manos para conseguirlas”, citó.

Las de este año, dijo, las encontraron en dos lugares distintos: parte del cerro de San Miguel y en un monte del municipio de Atzizihuacán. “Pero también hay en Tochimilco y Tianguismanalco. Es cuestión de buscarle”.

 

 

Germán cumplió 15 años continuos como engrillado, como parte de una promesa para dejar de tomar alcohol.

“Mi papá murió joven de cirrosis y para evitar caer en esa misma situación comprometí la palabra con Dios. Y conseguí ambas cosas: no ser adicto a las botellas, de hecho no tomo una gota desde el 2004, y encontré en esta actividad una paz con el señor Jesús y sobre todo conmigo mismo”.

El hombre moreno y tatuado ya está curtido en eso del sufrimiento con las espinas. Por ese motivo sin rubor alguno tomó un par de “perros”, como llama a las ramificaciones de espinas, y decidió lanzarlas con fuerza a su brazo.

“A veces ya no duele. Quizá duelen más las culpas en la mente y en el alma, que las espinas clavadas en nosotros”, finalizó.

Fotografías Agencia Enfoque y Lena Velázquez

clh

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