Puebla, Pue.- El pasado 10 de abril, Alfredo Meneses murió por Covid-19, tras permanecer tres semanas hospitalizado en North Shore University Hospital, a las afueras de Manhattan. Hoy su hermana María del Carmen busca ayuda para repatriar el cuerpo de su ser querido, de 43 años de edad, hasta a Santiago Momoxpan, Puebla.
EU debe reubicar a migrantes retenidos para protegerlos contra COVID19: ONUPide la ONU suspender retorno forzado de migrantes por COVID19Ese es el relato que este día publica el diario El País, en el que se detalla que lo que empezó con síntomas de gripa, tras haber trabajado bajo los rayos del sol en la construcción, resultó ser positivo de coronavirus con consecuencias fatales.
“Ay flaca, estuve en el sol todo el día y después me agarró la lluvia, se me hace que me va a dar gripa”, se lamentó Alfredo Meneses a mediados de marzo cuando iba a llegar a su casa en Queens.
El deseo de la familia es que sus restos puedan viajar más de 4 mil kilómetros hasta Santiago Momoxpan, en Puebla, sin lograr aun el objetivo.
Aquel 10 de abril murieron 777 personas en Nueva York, a un ritmo de 33 muertos por hora. El día siguiente fueron 783 fallecidos. El siguiente, 758. Y así hasta superar la cifra de más de 22 mil defunciones hasta esta semana.
“Quería que Alfredo se fuera de cuerpo presente, pero me dicen que es casi imposible”, comenta resignada su hermana María del Carmen.
El Gobierno da cuenta de 448 mexicanos fallecidos por coronavirus en Nueva York y casi nueve de cada diez solicitudes que recibe el consulado están relacionadas con trámites para repatriar sus cuerpos.
María del Carmen Meneses llama cada tercer día a la funeraria, manda correos electrónicos, insiste, vigila cada parte del proceso y busca opciones en otras funerarias, pero la respuesta siempre es la misma. Su hermano Alfredo lleva casi 20 días en una morgue. “No quiero que después me digan que no saben dónde quedó el cuerpo”, lamenta sobre el estira y afloja en el que está atrapada. “Ya no puedo hacer más”, dice desesperada.
Jorge Islas, cónsul mexicano en Nueva York, afirma que este es un viacrucis para las familias, tras señalar que no solo es el efecto en cadena del colapso de los centros sanitarios, sino el grito de auxilio de un lugar que no puede enterrar a sus muertos y que ha tenido que comprar 45 morgues móviles para conservar en refrigeración 3 mil 500 cuerpos.
Después de que el paciente fallece en un hospital o una ambulancia recoge su cuerpo en su casa, el cadáver es llevado a una morgue. Ahí inicia un periodo de dos semanas para completar los trámites funerarios y obtener un acta de defunción, emitida por las autoridades sanitarias locales, aunque esos plazos se han extendido por la contingencia. Se requieren permisos especiales para el transporte del cuerpo en Nueva York, así como cápsulas especiales para los féretros y químicos especiales para tratar los restos. Después de completar todos los pasos, el consulado emite un visado especial para el traslado a México, donde cada Estado tiene sus propias restricciones a nivel local.
El vuelo del ataúd tendría que hacer varias escalas o, en su defecto, habría que encontrar un servicio de mensajería que esté dispuesto a hacer el viaje hasta los Estados de Puebla, Oaxaca, Tlaxcala y Guerrero, de donde viene el 90 por ciento de los 1,2 millones de mexicanos que viven en Nueva York.
Con todas las restricciones, ningún cuerpo ha sido mandado para ser inhumado en México y solo una de las casi 450 peticiones que ha recibido el consulado ha solicitado esa opción. “Es prácticamente imposible”, insiste Islas.
Las cremaciones se han vuelto una válvula de escape frente a la crisis forense. Tienen mejores probabilidades por cuestiones de espacio, transporte y costo. El consulado da reembolsos parciales tras las cremaciones, que cuestan entre 900 y 1.800 dólares. El cálculo de Islas es que para mayo se regularicen los traslados de restos cremados y para junio, de cuerpos para inhumación.
Con información e imagen El País
agb
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