¿Qué tan corrupto tiene que ser un político para que se considere que es corrupto?
Checo Pérez se mete al podio en el Gran Premio de FranciaLa estrategia de AMLO para el 2024¿Qué tan violada tiene que ser una niña para que se entienda que fue violada?
Perdón, pero en la realidad no hay medias tintas. Por eso estamos como estamos, por permitirnos ser un poco corruptos, un poco violadores, un poco malos.
¡Ya basta de justificar lo injustificable! A estas alturas del siglo XXI, después de tantas experiencias tan dolorosas, no nos podemos dar el lujo de retroceder.
Urge combatir los “poquitos” y cambiar.
¿Por qué le estoy contando esto? Porque una vez más tuvimos un conflicto pantalla, una vez más caímos en la trampa y una vez más nos pusimos del lado equivocado.
¿Qué es un conflicto pantalla? Una cortina de humor que impide que la sociedad se fije en lo que se tiene que fijar.
En este caso, mientras la política nacional arde por un montón de razones diferentes, cada una más dura que la otra, miles de mexicanas y de mexicanos se pusieron a defender a los Ángeles Azules por culpa de la canción “17 años”.
Más se tardó el debate en aparecer en las redes, que la realidad de la nación en dejar de ser noticia.
En la vida hay “prioridades” y nada como luchar por demostrarle a los demás la santidad de los Ángeles Azules antes que “perder el tiempo” con el México postelectoral, la pandemia y todas esas “tonterías”.
¿A qué me refiero cuando afirmo que volvimos a caer? Se lo voy a explicar con un ejemplo:
¿Se acuerda usted cuando gritábamos “¡Eh, puto!” en los partidos de futbol?
En aquellos años, en esta misma columna, me gané la enemistad de muchas personas por “exagerado”.
Más me tardé en sostener lo que publiqué, que la FIFA en condenar eso. Lo demás es historia.
¿Usted no se siente medianamente apenado de que tuviera que venir una instancia extranjera a ponernos en nuestro lugar?
¿Qué tiene que pasar para que entendamos que tenemos que cambiar?
¿Quién tiene que venir, de dónde, para que entremos en razón?
Sí, la historia está llena de expresiones perversas que antes viajaban sin ningún problema porque el contexto era otro. Ni mejor ni peor. Otro.
Si ya sabemos, por ejemplo, que una canción es nociva, ¿por qué le hacemos fiesta?
La promoción del delito no es un tema de libertad de expresión. Es algo que se tiene que dejar de hacer. Punto.
La parte “divertida” de esta historia, que tiene de cabeza a buena parte del país, es que “17 años” es una canción viejísima, de hace más de 20 años.
Puede circular sin ningún problema como “Contrabando y traición”, “La negrita Cucurumbé” y muchas otras “rolas” siempre y cuando a las audiencias les quede claro el contexto en que fueron creadas.
Malo si fuera una canción nueva, un producto de 2021 para el público de 2021.
¿Puede haber algo más ocioso que perder el tiempo discutiendo hoy una canción de 1999?
¿Puede haber un conflicto pantalla más obvio y descarado que éste?
Qué bueno que en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no tenemos los montajes mediáticos que teníamos en los tiempos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.
De lo contrario, ya me estaría preocupando.
¿Ahora entiende la verdadera nota detrás de este asunto? Haya sido quien haya sido el responsable de esto, no se deje distraer. ¿O usted qué opina?
Columna de Álvaro Cueva
Milenio
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cdch
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