Ayer, otra vez, el presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionó a la cúpula del poder judicial.
Los juegos del hambre: Ebrard desencaja; Sheinbaum desencajadaEncuesta: Claudia arriba por más de 10 puntos; y las armas secretas de ella y EbrardAMLO debería dejar de hacerlo y, más bien, empezar a redactar un capítulo estelar de sus memorias, el de la extraordinaria corte suprema que le acompañó durante su sexenio, integrada por una mayoría de ministros y ministras que han dado lecciones, algunas históricas, de independencia, cultura jurídica y dignidad política.
Sigue siendo el mismo jurista excepcional —sapiente, honesto y prudente— que AMLO conoció cuando el hoy presidente era jefe de gobierno del Distrito Federal.
Fue por tales virtudes que Andrés Manuel vio en Alcántara Carrancá cuando empezó a tratarlo —claro que fue por eso—, que lo propuso para llegar a la SCJN, y qué bueno que así ocurrió.
El ministro González Alcántara Carrancá no ha fallado, no a México, que es lo importante.
Ahí están sus sentencias, sus argumentos, el sentido de sus votos: ha cumplido ni duda cabe.
¿Que no le ha dado la razón en todo al presidente? No era la idea, y Andrés lo sabe.
Más que criticar a Alcántara Carrancá, AMLO debería felicitarlo por su excelente trabajo.
El presidente López Obrador seguramente tuvo una relación política estrecha con la hoy ministra Ríos Farjat.
Esta mujer, por puro idealismo, ayudó a la 4T desde la campaña electoral de 2018 y, ya en el gobierno de AMLO, realizó un espléndido trabajo al frente del Servicio de Administración Tributaria.
Uno de los logros más notables del sexenio de Andrés Manuel ha sido el de obligar a pagar impuestos a los potentados que no lo hacían simple y sencillamente porque los gobiernos anteriores no les cobraban.
El sistema cambió para bien en gran medida gracias al trabajo serio, profesional, independiente y decente de Margarita.
Por tal motivo AMLO la propuso para ocupar un sitio en la corte suprema.
Ríos Farjat no ha decepcionado, ya que como ministra ha sido seria, profesional, independiente y decente.
¿Que no ha apoyado en todo al presidente de México? Pues no, no se trataba de eso, y el querido y respetado Andrés Manuel lo sabe.
AMLO jamás ha cuestionado a este ministro, presidente de las SCJN en los primeros años del actual gobierno.
A Zaldívar lo critican —más bien, lo linchan— las dirigencias de oposición y la comentocracia indignada por haber perdido privilegios en la 4T.
La verdad de las cosas es que Zaldívar hizo algo realmente brillante en una posición de la mayor complejidad: defender la autonomía de la corte, que se demostró en no pocas votaciones contra el titular del poder ejecutivo, pero sin pelear con el hombre que tiene toda la fuerza política en México.
Cuando se escriba la historia de la corte en tiempos de Andrés Manuel, el ministro Zaldívar será elogiado por su habilidad para alejar a la corte de problemas políticos que no necesitaba... y que no necesita.
No me cansaré de recordar algo que AMO no pudo haber olvidado: cuando era magistrado, Pérez Dayán con su voto en minoría se opuso a la más terrible injusticia cometida en nuestro país contra un político: el desafuero impulsado por Vicente Fox para quitarle sus derechos políticos a Andrés Manuel.
En aquella época el hoy ministro Pérez Dayán no vaciló en ponerse en contra de los poderes fácticos que buscaban destruir a la mala a López Obrador.
Ahora el mismo Pérez Dayán —solo que con más experiencia y más años de estudio y reflexión— no vacila al votar contra los proyectos de Andrés Manuel si no está de acuerdo con los mismos, como el plan b electoral.
Pero, hay que subrayarlo, cuando lo que AMLO defiende es correcto, Dayán se pone de su lado.
En efecto, como en el reciente caso de los impuestos del tío de un colaborador de Genaro García Luna, a quien Pérez Dayán se negó a amparar.
Ha hecho algo maravilloso como presidenta de la corte suprema: no ceder ante las exigencias del presidente AMLO.
Pero la ministra Piña ha cometido un error que urge corregir: dar la impresión de que en sus intereses está enemistar al poder judicial con el poder ejecutivo.
Jurista de primer orden, la ministra presidenta ha olvidado que si son cuatro las virtudes fundamentales — prudencia, justicia, fortaleza y templanza—, una es más relevante que las otras tres, y no ha sido el fuerte de Norma Lucía: la prudencia.
Ojalá prudentemente la ministra presidenta Piña construya una ruta, por compleja que sea, para dialogar en persona con Andrés Manuel.
Si Piña no lo hace su trabajo difícilmente alcanzará la excelencia, lo que digo con admiración y respeto a la presidenta de la SCJN.
Y es que, ministra presidenta, el pleito contra AMLO —cuyo partido controla el presupuesto— no lo ganará usted; imposible que así ocurra; y si usted no lo gana, la corte lo perderá.
¿Qué pero le pone AMLO al ministro Pardo, hombre sensato, discreto, honesto y estudioso del derecho; juez toda su vida?
No hay pero posible: Jorge Pardo es un hombre del que solo se escuchan cosas positivas.
Pardo Rebolledo ha estado presente en momentos de enorme relevancia para México.
Por ejemplo, como juzgador en el caso Colosio liberó a un inocente, Othón Cortés, a quien absurdamente se había acusado de haber sido el segundo tirador.
La memoria de Colosio no merecía tal injusticia; gracias al ministro Pardo aquella locura no siguió adelante.
El presidente López Obrador le cargó la mano de más, y muchos le seguimos el juego, al acusar al ministro Gutiérrez Ortiz Mena —exjefe del Servicio de Administración Tributaria— de ser un hombre inmensamente rico.
Alfredo algún patrimonio tendrá, pero sin duda lo exageramos: fue uno de los excesos provocados por el intenso debate público sobre la elección para presidir la corte.
La verdad de las cosas es que AMLO no debería reprocharle nada al ministro Gutiérrez Ortiz Mena, quien estuvo a la altura de las expectativas de la 4T en un debate importantísimo para el actual gobierno, el de la ley de la industria eléctrica.
El presidente López Obrador acaba de ser muy duro en sus críticas al ministro Aguilar Morales, a quien calificó de conservador.
No sé si Luis María sea exactamente eso que se conoce como conservador —en general la SCJN de este periodo ha sido bastante liberal—, pero si lo fuera sería su derecho, y habría que respetarlo.
Lo que no me pareció correcto es que Andrés Manuel dudara de la integridad de un ministro ya cerca del retiro reconocido por su honesto y modesto estilo de vida.
No me parece justo lo que el admirado presidente AMLO dijo acerca de que “quién sabe bajo qué circunstancias” el ministro Aguilar Morales había cambiado su criterio.
Ignoro si Aguilar Morales modificó su criterio, pero suponiendo que así hubiese sido, un jurista de su nivel solo pudo haber cambiado su forma de pensar porque encontró razones basadas en el derecho para hacerlo.
Rectificar es de sabios, dice el refrán. ¿No lo crees así, Andrés Manuel?
Este ministro, cuyo proyecto seguramente acabará en definitiva con el plan b electoral —lo que provocará que AMLO se enfade bastante—, ayer le dio la razón al presidente de México y al procurador fiscal, Arturo Medina, al rechazar amparar al tío del colaborador de García Luna, lo que hizo con sólidos argumentos.
Pudo hacerlo —exhibir argumentos valiosos, como Pérez Dayán en el mismo tema— porque Laynez Potisek fue él mismo procurador fiscal y aprendió en esa posición a no dejarse engañar por abogados especializados en defender a los grandes empresarios mexicanos, los pobres tan lastimados por una terrible alergia: la alergia a pagar impuestos.
Creo que con esta ministra AMLO se equivocó. La considero una mujer inteligente y preparada, pero falló al no aceptar un error de juventud que la atormentará toda su vida: el plagio de un trabajo universitario.
Yasmín debió reconocer su falta, pedir perdón y dejar su futuro en manos del pleno de la corte suprema.
No lo hizo así y Esquivel Mossa lastimó fuertemente su prestigio, me parece que para siempre.
Como Andrés Manuel la defendió —lo hizo por razones políticas y aun personales—, Yasmín se siente en deuda y prácticamente en cada debate en la SCJN comete el pecado de apoyar a la 4T sin siquiera analizar las cosas.
Es triste ver a Yasmín decir SÍ cada vez que AMLO quiere que se vote SÍ, y decir NO cada vez que AMLO quiere que se vote NO.
No es lo que se espera de una mujer tan inteligente como Yasmín Esquivel, atrapada sin posibilidad de escape en el laberinto de un error que ella misma ha multiplicado infinitamente por el solo hecho de no aceptarlo.
Otra mujer talentosa y preparada que no ha entendido la función de una integrante de la SCJN.
Loretta es leal a un hombre y a un proyecto, y era admirable que lo fuera en actividades políticas.
Pero ni ese hombre, AMLO, ni su proyecto, la 4T, son más importantes que la Constitución y todas las otras leyes.
Ojalá Loretta deje de decir SÍ cada vez que AMLO quiera que se diga SÍ y se olvide decir NO cada vez que AMLO quiera que se diga NO.
Eso, recuperar su independencia, es lo mejor que a la ministra Ortiz Ahlf le podría pasar.
Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
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