El INEGI reveló el viernes pasado que la actividad económica tuvo una desaceleración en los últimos meses del año pasado.
La actividad económica creció 2.6 por ciento en diciembre; había crecido 3.1 en noviembre y 3.5 en octubre.
Con las estimaciones completas para el 2023, podemos inferir que el crecimiento del PIB el año pasado estuvo en 3.33 por ciento.
Para 2024, el consenso de los expertos, reportado por la más reciente encuesta quincenal de Citibanamex, estima un crecimiento de 2.4 por ciento.
Pero, no descarte que la estimación se vaya a revisar al alza, a pesar de la desaceleración de los meses recientes.
La razón es el buen desempeño que ha tenido la economía de Estados Unidos, según las cifras más recientes, así como la fuerza con la que aún se cuenta en el mercado interno y el hecho de que, debido al gasto estacional, los primeros semestres de los años en los que hay elecciones federales para la Presidencia, tiende a haber crecimientos más elevados del consumo.
Permítame revisar algunos de estos elementos.
La semana pasada se dio a conocer que las ventas minoristas en Estados Unidos crecieron a una tasa anual de 4.7 por ciento. Se trata de la cifra más elevada desde enero del año pasado.
La desaceleración que se notó en el tercer trimestre ya fue remontada, lo que muestra que el consumo de EU tiene más fuerza que lo que muchos pensaban dadas las elevadas tasas de interés.
La producción industrial en diciembre tuvo un crecimiento de 1 por ciento, lo que significó el mejor registro desde enero de 2023 y revirtió una tendencia a la baja que se hizo manifiesta en la segunda mitad del año pasado.
Otro indicador relevante son las importaciones de bienes en EU. En noviembre crecieron levemente, en 0.4 por ciento respecto al mismo mes del año pasado. Pero, aunque la cifra parece muy pequeña, logró revertir las caídas de meses anteriores.
En suma, pareciera que el mejor desempeño de EU respecto a lo esperado puede dar un empujón a la actividad económica de México en los siguientes meses.
El otro factor relevante para tomar en cuenta es el año electoral.
De hecho, el que el gasto del gobierno federal sea deficitario en 5.4 por ciento (usando el indicador de requerimientos financieros del sector público) señala que el gasto público contribuirá a una mayor demanda interna en este año.
Además, todo indica que persistirá el impulso que el nearshoring ha creado en la inversión fija bruta y que ha logrado registros históricos.
Hace seis meses, el consenso de los expertos marcaba un crecimiento económico de 1.4 por ciento para este año.
Hoy ya está un punto porcentual por arriba de esa cifra, así que no resultaría sorprendente que se siguiera modificando hacia arriba en virtud de los factores que le hemos comentado.
Hay que recordar que el crecimiento de la inversión productiva, que al mes de octubre (último disponible) tiene una cifra acumulada en el año de 20 por ciento, en buena medida influirá en que la fuerza del crecimiento permanezca.
Es diferente cuando todo el impulso económico depende del consumo. Ahora tenemos un impulso que también significará crecimiento futuro.
Por esas razones, creo que no es para alarmarse de que el crecimiento de la actividad económica se haya desacelerado al final del año pasado.
No descarte usted que los siguientes meses veamos registros superiores y tengamos una actividad más robusta.
Columna Coordenadas de Enrique Quintana en El Financiero
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